lunes, 15 de febrero de 2010

Apreciar lo bueno


Después de publicar en mi blog un comentario sobre una canción cristiana que me resultó particularmente inspiradora, alguien me escribió para preguntarme si estaba al tanto de ciertos detalles personales del cantautor. En ese momento los desconocía, y la verdad es que me sorprendieron un poco. Sin embargo, no por ello ha dejado de gustarme la canción, ni me parece que la bellísima verdad que contiene se vea invalidada por la forma de vida adoptada por su autor. Valoro el hecho de que me conmovió y de que esté comunicando el amor de Dios a mucha gente. No es preciso que aprobemos o suscribamos todo lo relacionado con alguien para apreciar lo bueno que hace. Una actitud más benévola nos ayudará a ser menos exclusivistas y a encontrar puntos en común con personas que son distintas de nosotros. Si rechazáramos a los demás por actos suyos que desaprobamos o por pecados que puedan haber cometido, nos perderíamos muchas cosas buenas. Tendríamos que repudiar el libro de los Salmos, pues el autor de buena parte de ellos —el rey David— tramó la muerte de un hombre inocente(2 Samuel, capítulo 11). Tampoco cabría valorar la autoridad de Moisés ni de los cinco libros de la Biblia escritos por él, dado que mató a un hombre en un arranque de ira (Éxodo 2:11,12). Por lo mismo, no podríamos apreciar ni aprovechar buena parte de lo contenido en el Nuevo Testamento, pues el apóstol Pedro negó a Jesús (Mateo 26:69–75), y el apóstol Pablo persiguió a algunos de los primeros cristianos antes de su conversión (Hechos 22:4; 26:9–11). Podríamos disfrutar de bien poca música inspirada si nos pusiéramos a analizar puntillosamente la vida de quienes compusieron o produjeron cada canción. Para el caso, habría muy pocas cosas en la vida dignas de estimación o de las que podríamos beneficiarnos, pues nadie es perfecto. No se salvaría nada. Lo importante es que al contemplar una hermosa obra de arte o escuchar una bella pieza musical la apreciemos y reconozcamos que fue producto de la inspiración. Aunque el pintor, escultor o compositor no supiera de dónde venía esa inspiración, nosotros sí lo sabemos. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces» (Santiago 1:17). Piensa en el trato y en la relación que tuvo Jesús con la gente cuando vivió en la Tierra como un ser humano más. Recibía a personas cuyas decisiones y conducta sin lugar a dudas desaprobaba. Sin embargo, eso no tenía importancia para Él. Lo fundamental era que deseaban Su amor, y Él se lo prodigaba sin condicionamientos. Si Jesús, que era perfecto y jamás cometió pecado alguno, aceptaba a todos de esa manera, ¿cómo habríamos de hacer menos nosotros?
María Fontaine y su esposo, Peter Amsterdam, son los directores administrativos y espirituales de La Familia Internacional.

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