lunes, 4 de enero de 2010

Por qué me encanta la Navidad


Gabriela de Lorenzo La Navidad pasada mis hijos y yo nos unimos a otra familia para llevar la alegría de la Pascua a niños minusválidos. Nuestro programa consistía en música, payasos y mucha atención personal. Como las discapacidades de los niños eran muy distintas entre un grupo y otro, nunca sabíamos con qué nos íbamos a topar. Una de las funciones la auspició una institución que asiste a niños limitados física y sicológicamente de familias de bajos ingresos. Ni bien llegamos me llamó la atención un pequeñín precioso de unos 2 años. Al acercarme a él me di cuenta de que tenía un tubo de respiración que le salía del cuello. Recorrí la sala con la mirada y caí en la cuenta de que más o menos la mitad de los niños estaban conectados a respiradores artificiales. Los demás eran sus hermanos y amigos. Antes de dar comienzo al programa, los organizadores dispusieron que hubiera un rato para consultas de los padres. Yo presté oído. La mayoría de las consultas eran sobre las necesidades de oxígeno de los niños: cuánto oxígeno envasado había para atender las necesidades de sus hijos durante las siguientes dos semanas, etc. Después que uno de nuestros payasos arrancara risas al auditorio y que nuestros niños cantaran y bailaran con mucho entusiasmo, me tocó a mí. Me vestí de payasita y me puse a hacer figuras con globos para cada uno de los niños. Mientras avanzaba de niño en niño me conmoví al ver el martirio que sufren esos chiquillos y sus padres cada día. Yo tengo tres chicos sanos y llenos de energías. No necesito preocuparme por llevar suficiente oxígeno cada vez que los saco a alguna parte. No hace falta que vigile de cerca sus actividades para evitar que se excedan y terminen quedándose sin aire. Cuando terminé de hacer sombreros, espadas y perritos con los globos, los niños salieron a la pista de baile. Me senté a observarlos rezando en silencio por ellos y agradeciéndole a Dios lo bienaventurada que soy. Entonces comprendí por qué me encanta la Navidad: es una temporada en que nos entregamos a los demás, les prestamos atención, les ofrecemos nuestros servicios y les damos nuestro cariño, y en la que también manifestamos gratitud y alabamos a Aquel que nos ha bendecido con plenitud de vida y amor y que hace posibles todas las cosas.
Gabriela de Lorenzo es integrante de La Familia Internacional en la India.

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