viernes, 4 de diciembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 95 AÑO 2008


Un variopinto grupo de compositores, músicos y cantantes se había desempeñado con éxito en varios trabajos importantes durante años. A pesar de los altibajos, siempre habían logrado repuntar y mantener un buen grado de cohesión. De ahí que cuando la inspiración cayó inexplicablemente a niveles sin precedentes, la pareja a cargo se preocupó, y con toda razón. Siendo gente de fe, que dependía mucho de la oración, pidieron a Dios que les indicara por qué el grupo pasaba por una época tan árida y cómo podían renovarse. La respuesta que recibieron fue breve y sencilla: «Se han olvidado del amor». Todos andaban tan enfrascados en su trabajo que escasamente se manifestaban cariño y aprecio unos a otros, algo que en sus primeros años los había llevado a tener un gran espíritu de equipo. La pareja explicó esto al resto del grupo, y juntos elaboraron una lista de todas las cositas que habían dejado de decirse o de hacer unos por otros. Para concluir la reunión, rogaron a Jesús que los ayudara a dedicar más tiempo a manifestarse amor. Poco después el conjunto produjo la mejor música que había sacado jamás. Habían descubierto el secreto para trabajar en armonía y mantener altas cotas de inspiración. Todo gravitaba en torno a esas pequeñas expresiones de cariño y bondad. Si bien muchos no somos compositores, músicos ni cantantes, son pocas las personas que no forman parte de alguna colectividad, llámese familia, matrimonio, sociedad comercial, la plantilla de una empresa, una cuadrilla de trabajo, un equipo deportivo, un club o un círculo de amigos. No podemos prescindir de los demás. Nos necesitamos unos a otros, y todos tenemos la posibilidad de optimizar nuestro entorno y animar a la gente que nos rodea. Las claves son el amor y la comunicación. Como siempre, Dios quiere lo mejorcito para nosotros. Hagamos aflorar lo mejor en los demás, y Él hará aflorar lo mejor en nosotros.Gabriel En nombre de Conéctate

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