sábado, 5 de diciembre de 2009

Resoluciones



A principios de cada año me propongo ciertas cosas para sacarle más provecho a la vida. Pero por muy bien que empiece, no logro mantener el impulso inicial. ¿Qué puedo hacer para seguir firme en mis propósitos y conseguir los resultados que anhelo? Eso nos ha pasado a todos. Resulta doloroso darnos cuenta de que no estamos haciendo los progresos deseados en aquellos aspectos en que sabemos que debemos mejorar. Por mucho que lo intentemos y por muchas determinaciones que tomemos, a veces simplemente no logramos superar nuestros malos hábitos ni cultivar otros buenos. Eso puede resultar tan descorazonador y decepcionante que a la larga perdemos fe en nuestra capacidad de cambio. Puesto que ya lo intentamos y fracasamos, concluimos que lo mejor es darnos por vencidos. Aunque a veces te sientas así, convéncete de que sí puedes efectuar los cambios que deseas. Eres creación de Dios, y siendo Él tu amoroso Padre, está sumamente interesado en todas las facetas de tu vida. Quiere y puede concederte lo que necesitas para alcanzar la felicidad, hacer progresos y desarrollar al máximo tu potencial. De modo que si estás abierto a la ayuda de Dios, obtendrás los resultados que anhelas. Lo único que Él requiere es tu colaboración y que te esfuerces un poco en el sentido que Él te indique. Si pones de tu parte, Él hará lo demás.A continuación, algunos consejos de probada eficacia para que consolides tus progresos:
1. Convéncete de que el cambio es necesario. Enumeralos motivos por los que te conviene cambiar. Comienza por tus propios motivos; luego estudia lo que dice la Palabra de Dios al respecto y añade las razones que expone Él. Puede que las tuyas sean buenas, pero las que saques de la Palabra reforzarán tus convicciones y te darán algo firme a qué aferrarte cuando flaquees en tu resolución de cumplir los propósitos que te hayas hecho
1.
2. Invoca la ayuda divina. Si estás convencido de que Dios quiere que efectúes cierto cambio —y ese debería ser uno de los motivos principales para desearlo—, puedes pedirle ayuda y contar con que te la concederá. Es perfectamente viable cambiar cualquier aspecto de tu vida que Dios y tú consideren que debe cambiar. Ten en cuenta que lo que a ti te resulta imposible, para Dios no lo es
2. Él siempre está a tu lado para ayudarte, las 24 horas del día, 7 días a la semana. Recuérdale periódicamente que en la Palabra ha prometido responder tus oraciones. Eso es señal de que tienes fe en Él, lo cual le complace 3.
3. Fíjate objetivos realistas. Las metas poco realistas lo desmoralizan a uno y por ende son contraproducentes. No esperes superar el récord mundial de salto alto a la primera tentativa. Lo único que conseguirás es desanimarte, y tirarás la toalla mucho antes de haber desarrollado tus capacidades. Ponte la vara a una altura tal que puedas superarla con un poco de esfuerzo. A partir de ahí, ve alzándola de a poco.
4. No trates de progresar en muchos aspectos a la vez. Fíjate una escala de prioridades y respétala. Una vez que hayas hecho progresos sostenidos en las facetas más importantes, añade otras, de una en una o de dos en dos.
5. Asigna al cambio que quieres realizar un espacio en tu horario cotidiano o semanal. A menos que destines determinados períodos de tiempo al cambio deseado —digamos, por ejemplo, hacer más ejercicio—, es muy posible que la iniciativa quede postergada ante todo lo demás que tienes que hacer. Es aconsejable comenzar y terminar esos ratos con una breve oración.
6. Confíale a alguien tus intenciones. Pocas cosas nos motivan más y espolean más nuestra fuerza de voluntad que revelarle nuestra intención de cambiar a una persona que nos respeta, que entiende los motivos por los que queremos hacerlo y que nos animará a perseverar. De ahí que grupos de apoyo del estilo de Alcohólicos Anónimos obtengan tan buenos resultados.
7. Muéstrate abierto a recibir ayuda de los demás. Se requiere humildad para pedir al cónyuge, a un amigo cercano o a un compañero de trabajo su opinión sincera acerca de los progresos que estamos haciendo en la consecución de nuestro objetivo; pero puede darnos una nueva perspectiva de las cosas, además de proporcionarnos aliento. Casi todas las personas cuyos nombres aparecen en los libros de récords o en textos de Historia contaron con un mentor, un director técnico, un entrenador o al menos con el apoyo de su cónyuge.
8. Haz un trato. Únete a alguien que se proponga lo mismo que tú. Plantéense retos el uno al otro. Espoléense el uno al otro. Ayúdense mutuamente cuando uno de los dos tropiece. Los triunfos que más saboreamos son los que compartimos.
9. Ten paciencia. El progreso normalmente se logra paso a paso. A veces se dan dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Siempre que haya algún avance, vas camino de alcanzar la meta que te propusiste. La clave está en la perseverancia. Cultivar un hábito nuevo suele tomar entre seis y ocho semanas.
10. No te des por vencido. Si recaes en alguno de tus viejos hábitos, no te atormentes ni te rindas. Repasa tu lista de motivos por los que quieres cambiar. Revisa los medios que empleas para efectuar dicho cambio. Haz los ajustes necesarios. Ora e invoca promesas pertinentes de la Palabra de Dios. Luego levántate y vuelve a intentarlo. En realidad saldrás fortalecido con cada contrariedad que logres superar.
1 Mateo 24:352 Lucas 18:273 Hebreos 11:6

No hay comentarios:

Publicar un comentario