domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Quién manda?


Cuando alguien me pide consejo sobre su matrimonio o su relación de pareja, le digo que lo más importante es permitir que Jesús lleve la voz cantante. Por mucho que dos personas se quieran y por mucho que tengan en común, siempre existirán puntos de vista dispares. Para conciliarlos, la mejor forma de saber a ciencia cierta cómo proceder es consultar con la autoridad máxima. Si los dos están dispuestos a someterse al Señor y dejar que sea Él quien tome las decisiones, pueden evitarse las fricciones y resentimientos que socavan muchas relaciones. Quizá la persona a la que quieres hizo algo que te dolió. Tal vez te parezca que no te entiende o que no satisface tus necesidades. Es posible que sientas remordimiento por errores que cometiste o pesares que causaste a tu pareja. A lo mejor la falta de comunicación ha generado un cisma entre ustedes que parece imposible de cerrar. Sea cual sea la dificultad que afronten o las circunstancias que les haya tocado vivir, Jesús tiene las soluciones. Él conoce tu corazón, sabe de sobra lo que necesitas y es capaz de resolver cualquier entuerto. Te ama tanto que entregó la vida por ti. Eso demuestra que se interesa por tu felicidad. Según he podido comprobar, Él se propone obrar maravillas a través de cada prueba que se nos presenta en la vida. A veces pasamos por túneles largos y oscuros, pero al final llegamos al otro lado, siempre y cuando no dejemos de seguir a Jesús. Acude a Él en busca de orientación, y ten fe en que quiere y puede darte las soluciones a tus problemas y ayudarte a arreglar los desacuerdos que tengas con tu cónyuge. De una u otra manera, esas soluciones están estrechamente vinculadas con el amor, la humildad, la oración y la comunicación, que son los ingredientes más eficaces para resolverlo todo. Para que Jesús sea el que disponga y el que dirija, ante todo es preciso comunicarse con Él por medio de la oración. Cuéntenle sus conflictos y diferencias, y den lugar a que les hable al corazón, ya sea en forma directa o por medio de la Palabra escrita. Después lleven a efecto lo que les indique. Ahí es cuando entran a tallar el amor, la humildad y la mejor comunicación que se puede dar entre ustedes. Y sigan orando para que Jesús efectúe las transformaciones internas que cada uno necesita. En la medida en que hagan su parte, Él premiará su fe. Modificará las circunstancias, mejorará la situación, les infundirá ánimo y los fortalecerá espiritualmente. No se den por vencidos aunque el progreso sea lento. No dejen de confiar en que Él los ayudará y los bendecirá con una relación feliz y satisfactoria.

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