martes, 1 de diciembre de 2009

Lo que hizo Jesús…




En Pascua, Jesús hizo algo maravilloso por nosotros. No obstante, ¿cómo se traduce eso a nuestra vida cotidiana? Gigi Tchividjian relata en Más historias en aguas refrescantes1 una anécdota sobre lo que nos ofreció Jesús con Su muerte y Su resurrección. Cuenta que había un hombre que sufría grandes remordimientos a causa de un pecado cometido en su juventud. Creía que Dios no lo podía perdonar. Un día oyó hablar de una anciana que conversaba con Dios. Finalmente se armó de valor y fue a verla. Mientras tomaban un té, le preguntó si le podía hacer el favor de consultar algo al Señor de parte suya. —Con mucho gusto —repuso ella—. ¿De qué se trata? —¿Tendría la bondad de preguntarle qué pecado cometí en mi juventud? Picada por la curiosidad, la señora accedió de buen grado. Al cabo de varias semanas, el hombre fue a verla de nuevo. Taza de té de por medio, le preguntó con cautela y timidez: —¿Ha conversado con Dios últimamente? La anciana dijo que sí, y añadió que le había preguntado cuál había sido el pecado cometido por el hombre en su juventud. Él, nervioso, vaciló un momento. Por fin se atrevió a decir: —Y ¿qué le respondió? —Que no se acuerda —repuso. La Biblia explica que por haber sufrido Jesús el castigo de nuestros pecados, Dios ya no se acuerda de ellos ni nos los echa en cara. «Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado», dice en Jeremías 31:34

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