sábado, 5 de diciembre de 2009

El perdón


«Señor, haz que toda la gente mala sea más buena —rezó un pequeñito— y que toda la gente buena sea más amable». Lamentablemente, en este mundo imperfecto en que vivimos a veces nos toca coexistir con personas que no siempre son buenas. Otras veces, en cambio, nos topamos con personas que encajan en el perfil de buenas, pero no siempre son muy amables. Todos nos hemos encontrado en situaciones en las que nos han tratado injustamente o nos han juzgado mal, y seguramente nos volverá a suceder. En casos así, conviene recordar que nosotros tampoco hemos sido siempre buenos o amables. «No juzguéis, para que no seáis juzgados —dice la Biblia—. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido» *1. Eso debería hacernos reflexionar un poco acerca de nuestra actitud con los demás, sobre todo con quienes nos han hecho algún daño, pues el trato que les demos será ni más ni menos el que recibiremos. «Eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo» *2. Quizá te sientas impulsado por cierto afán de venganza y pienses que tienes que herir como te han herido. No guardes rencor. Nada te amargará más la vida y echará a perder tu felicidad como dar cabida al resentimiento en tu corazón. Cuidado, «no sea […] que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» *3. Es mucho mejor perdonar y olvidar la injusticia sufrida. Ama a quienes te ofendan, compadécete de ellos y reza por ellos; luego deja el asunto en manos de Dios *4. Dios está al tanto. Además, Su Palabra es bien tajante en cuanto a perdonar a quienes han obrado mal con nosotros, por muy injusto que nos parezca el trato que hemos recibido. Jesús dijo: «Si no perdonáis a los hombres sus [faltas], tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras [faltas]» *5, y: «También Mi Padre celestial [os castigará a] vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus [faltas]» *6. No es posible hacer eso por nosotros mismos; perdonar es contrario a la naturaleza humana. Es preciso que Jesús actúe en nosotros y por medio de nosotros. Cuéntaselo, pídele que te limpie el corazón de cualquier animosidad o resentimiento que podría estar arraigando en ti y encomiéndale a Él la situación. Además, la próxima vez que pienses en esa persona o situación, no permitas que te embarguen otra vez esos sentimientos negativos. Así Él podrá obrar a tu favor, sanar tu espíritu, librarte de ese lastre y ayudarte a seguir adelante. A uno normalmente no le nace hacer eso; sin embargo, es la solución divina. Si te han herido, recuerda que Él quiere ayudarte. Pero está a la espera de que tú des el primer paso. ¿Cómo? Perdonando.
1 Mateo 7:1,2 2 Romanos 2:1 3 Hebreos 12:15 4 Mateo 5:44–48; 1 Pedro 3:9 5 Mateo 6:15 6 Mateo 18:35

No hay comentarios:

Publicar un comentario