sábado, 5 de diciembre de 2009

Color del amor



Los hay negros, los hay blancos. Los hay falsos, los hay francos. Los hay pobres, los hay ricos. Hay violentos y hay pacíficos.
Hay amarillos y hay morenos. Los hay malos, los hay buenos. unos flotan, otros naufragan. unos llegan lejos, otros se rezagan.
Los hay verdes, los hay rojos. Los hay activos, los hay flojos. unos dicen que sí, otros que no y otros son como un yoyó.
Más allá de clases y razas, un mismo espíritu nos enlaza. Indios, europeos o africanos, somos iguales, somos hermanos. En los últimos años hemos visto o leído los horrores que pueden derivar de una escalada de animosidad entre pueblos de distinta raza, ideología o religión. Las confrontaciones étnicas en la región de Darfur, en Sudán, la violencia política en Kenia y Sri Lanka, los conflictos socialesen Colombia y otros países latinoamericanos, los continuosderramamientos de sangre en Oriente Medio, las incesantes matanzas que ocurren en Afganistán y en Irak, y los innumerables conflictos raciales que tienen lugar en muchas otras partes del planeta atestiguan que la especie humana vive momentos aciagos. Hoy en día, más del 75 por ciento de los muertos o heridos en guerras no son combatientes. ¿Nadie puede ponerle coto a todo esto? ¿Podría un ente supranacional decretar que la gente de todos los países, razas y credos debe respetar y aceptar a todas las demás, cualesquiera que sean sus diferencias? Lamentablemente, aunque algún organismo tuviera autoridad para promulgar tal decreto, nodaría resultado. La bondad, la comprensión y el amor debenemanar del corazón; no se pueden imponer a fuerza de leyes. Aceptar y respetar de buenas a primeras a una personade distinta extracción que tú cuando te han enseñado desdepequeño que tu raza, religión o cultura son mejores es tarea nada desdeñable. Todavía más difícil resulta aceptar de pronto a una persona de una raza que sabes que durante años o quizá siglos ha explotado a tu pueblo o le ha causado sufrimientos, humillaciones y vejaciones. Cuando alguien ha sido expoliado, ha perdido su hogar o su tierra, o de algún modo ha sufrido en carne propia violencia o crueldad de parte de otro grupo étnico, no hay edicto capaz de cambiar las actitudes de la víctima de la noche a la mañana. Aunque realmente quiera reconciliarse con sus opresores, es muy difícil desembarazarse de hábitos de larga data, y no hay fuerza de voluntad —por férrea que sea— capaz de superar el resentimiento o el odio profundamente arraigados. ¿Cómo se hace, entonces, para superar los prejuicios, el miedo y la desconfianza? La respuesta puede resumirse en una sencilla palabra: con amor. «El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas» *1. Cuando una de las partes abriga odio hacia la otra, se generan desacuerdos y conflictos. El amor verdadero, en cambio, nos lleva a ver más allá de las faltas ajenas, y nos motiva a aceptar y perdonar a una persona a pesar de que nos haya perjudicado. Pasar por alto los defectos y errores ajenos parece una aspiración muy noble; pero ¿quién es capaz de deshacerse instantáneamente del resentimiento, el odio, el miedo o cualquier otro sentimiento negativo que abrigue contra una persona o incluso contra un pueblo entero? A la mayoría nos falta la determinación y la entereza para ello. Lo alentador es que, pese a nuestros limitados recursos humanos, podemos amar sinceramente, comprender y aceptar a los demás, sea cual sea su pasado u origen. La clave para ello está en la fuente de todo amor: el propio Dios. La Biblia enseña que «Dios es amor» *2. Es el Espíritu de amor que creó el universo y nos infundió la vida. Para que captáramos Su esencia, se rebajó a nuestro nivel, enviando a la Tierra a Su Hijo Jesucristo, que adoptó formahumana. Toda la obra que llevó a cabo Jesús tuvo por fundamento el amor. Al atender las necesidades físicas y espiritualesde la gente, conoció el sufrimiento humano y tuvo gran compasión de nosotros. Se hizo verdaderamente como uno de nosotros. Nos enseñó que podemos cumplir todos los preceptos divinos obedeciendo un solo gran mandamiento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» *3. En cierta ocasión, un adversario de Jesús le oyó enseñar esa doctrina y lo interpeló públicamente: «¿Quién es mi prójimo?» Jesúsle respondió con la parábola del buen samaritano, en la que dejó claro que el prójimo es todo el que necesite nuestra ayuda, sin distinciones de raza, credo, color, nacionalidad o cultura *4. Podemos amar al prójimo y contribuir a traer paz al mundo. Basta con que entreguemos nuestro corazón al Príncipe de Paz —Jesús *5— y le pidamos que nos infunda ese amor por nuestros semejantes que tanta falta nos hace. En el momento en que sintonizamos con el Dios del amor, Su Espíritu dentro de nosotros nos capacita para hacer lo que de otro modo nos resultaría imposible: amarrealmente al prójimo como nos amamos anosotros mismos. La Biblia dice de Jesús: «Él es nuestra paz, que de ambas [razas] hizo una, derribando la pared intermedia de separación» *6. El amor de Dios es la única fuerza que puede forjar la paz auténtica, la unidad y el respeto mutuo. «El hombre mira lo que está delante de susojos, pero el Señor mira el corazón» *7. Aunquea nosotros no nos salga natural, al permitirque el Espíritu de Dios more en nosotros nos imbuimos de la naturaleza divina *8. Solo entonces somos capaces de ver a las personas desde Su óptica y de obviar el color de la tez para fijarnos más bien en su corazón y en suespíritu. Aun cuando el temor, los prejuicios y el odio lleven años de arraigo, el amor de Dios puede disiparlos. Una vez que nos percatamos de que Él nos ama y nos ha perdonado, nos resulta mucho más fácil amar y perdonar a los demás. Podemos vaciarnos de «toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia», y ser «benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también nos perdonó a nosotros» *9. Si abrimos nuestro corazón a Jesús, Él puede librarnos milagrosamente de la esclavitud del odio y la discriminación. «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas» *10. Mucho más amable sería el mundo si no distinguiéramos entre un color de piel y otro y no tuviéramos conciencia étnica, si lo único que percibiéramos al mirar a una persona de otra raza fuera el amor, el color del amor. Y es posible, «porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» *11. ¿Te gustaría tener ese amor por tus semejantes? Está a tu alcance. Basta con que lo pidas. Dios te ama tanto que envió a Jesús para que ofrendara Su vida por ti. «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito [Jesús], para que todo aquel en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» *12. Jesús te perdonará de buen grado todos tus pecados y te dará vida eterna. Recíbelo ahora mismo haciendo sinceramente una sencilla oración como la que sigue:
Jesús, quiero conocerte. Gracias por morir por mí. Te ruego queme perdones todo lo malo que he hecho. Te abro la puerta de mi corazón y te pido que me des vida eterna. Lléname de amor y ayúdame a ser más tolerante con mi prójimo, sea quien sea. Amén. La Biblia revela que pronto llegará el día en que Jesús retornará «con poder y gran gloria» para establecer en la Tierra el Reino de Dios. Los regímenes explotadores y elitistas de los hombres tocarán a su fin cuando «los reinos de este mundo vengan a ser los reinos del Señor» *13. Todas las fronteras étnicas desaparecerán, y la gente pacífica del mundo se unirá en auténtica armonía. «Todos los pueblos, naciones y lenguas [...] servirán [al Señor]; su dominio [será] eterno. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestraran más para la guerra» *14.
1 Proverbios 10:12 2 1 Juan 4:8 3 Gálatas 5:14 4 Lucas 10:25-37 5 Isaías 9:6 6 Efesios 2:14 7 1 Samuel 16:7 8 2 Corintios 3:18; Efesios 4:23,24; Colosenses 3:10 9 Efesios 4:31,32 10 2 Corintios 5:17 11 Gálatas 3:28 12 Juan 3:16 13 Apocalipsis 11:15 14 V. Daniel 7:14; Isaías 2:4

No hay comentarios:

Publicar un comentario