miércoles, 23 de diciembre de 2009

EL NACIMIENTO DE JESÚS (VIDEO)



Alegría en toda la tierraCurtis Peter Van Gorder
La Navidad es una época de alegría y celebración. Numerosos países tienen costumbres y tradiciones singulares que contribuyen a hacer de esta una temporada feliz. En México, nueve días antes de la Navidad empiezan las posadas. Cada noche, los niños recorren el barrio, representando la búsqueda de albergue de José y María. Dos adolescentes que cargan estatuillas de José y María van al frente de la procesión hasta una casa predeterminada. En el camino cantan villancicos. Llaman a la puerta y piden posada. Inicialmente los rechazan, pero luego los dejan entrar. A continuación hay fiesta y celebración. Con los ojos vendados, los niños se lo pasan en grande usando un palo para tratar de romper la piñata, que consiste en una figura grande de papel decorado que cuelga del techo y contiene caramelos o regalitos. En Colombia se celebran las populares novenas. Nueve días antes de la Navidad, amigos, familiares y vecinos —también se celebra en las empresas— se reúnen cada noche en una casa distinta para elevar oraciones al niño Jesús y cantar villancicos. En Escocia, la noche después de la Navidad se envuelven paquetes de comida que se entregan a las personas de escasos recursos. En Rusia, algunos cristianos ortodoxos ayunan unos días antes de Navidad. En Nochebuena, al aparecer en el cielo la primera estrella, dan comienzo a una cena de 12 platos. En la región española de Andalucía, grupos de campanilleros cantan villancicos por las calles y ante las casas a cambio de unas monedas. Esto lo hacen desde primeros de diciembre hasta el 6 de enero, día de Reyes. Van vestidos de pastores y tocan instrumentos rústicos. Costumbres similares se conservan en algunas provincias peruanas. En Ghana, África Occidental, se decoran las casas con adornos de papel brillante que confecciona la familia con ese motivo. También se suele decorar un árbol de cada jardín, que puede ser un mango, un guayabo o un anacardo. En Etiopía, los feligreses de la Iglesia Ortodoxa Etíope celebran la Navidad el 6 de enero, siguiendo el antiguo calendario romano. En el sur de la India, por la noche los cristianos decoran sus casas con lámparas de arcilla. En Filipinas se emiten villancicos por radio prácticamente desde septiembre. En la China, los cristianos arman árboles artificiales —llamados árboles de luz— y los adornan con cadenas de papel, flores, lámparas y otros elementos decorativos. En muchos países se representa con figuras el nacimiento de Jesús. En Latinoamérica son muy populares los concursos de pesebres. En Italia, la familia reza mientras la madre pone una figura del Niño Jesús (Bambino) en el pesebre. En todo el mundo se tocan campanas en momentos de júbilo. Pues ¿qué momento más dichoso puede haber que aquel en que festejamos el mayor regalo que Dios hizo a la humanidad, Su único Hijo? En Noruega, la gente da comienzo a la celebración navideña tocando campanas a las 5 de la tarde el día de Nochebuena. Naturalmente, no podemos olvidar el árbol de Navidad. Si bien existen numerosas especulaciones en torno a cómo y cuando se consolidó el árbol como símbolo navideño, muchos creen que tuvo su origen en la Alemania medieval, en la que se empleaba un árbol decorado con manzanas rojas para representar el Paradeisbaum, o árbol del paraíso, en una obra sobre Adán y Eva que se ponía en escena durante la temporada navideña y que culminaba con la promesa de la venida del Salvador. El hecho de que se usara un árbol de hoja perenne simbolizaba la vida eterna que Jesús promete a quienes creen en Él. Así como el árbol permanece verde a pesar del invierno, Jesús triunfó sobre la muerte. En otras épocas, al llegar la temporada navideña los cristianos adornaban sus casas con acebo. Las hojas espinosas de ese árbol les recordaban la corona de espinos que llevó Cristo cuando fue crucificado; y sus frutos rojos, la sangre que derramó por nuestros pecados. Quizá la tradición navideña más extendida —la de hacer obsequios a los seres que uno ama— tenga su origen en los regalos que los sabios de Oriente hicieron a Jesús. Los sabios detectaron en los cielos una señal que indicaba el nacimiento del Mesías y fueron a adorarlo. En aquellos tiempos no era fácil viajar. Es probable que a aquellos hombres les tardara un par de años hacer los preparativos y trasladarse a Judea para entregar aquellos obsequios a Jesús. «La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el Niño» (Mateo 2:9). Los sabios le entregaron lo mejor de sus respectivos reinos: oro, incienso y mirra. El oro simbolizaba Su realeza. Además, es indudable que José y María sacaron buen provecho de aquel regalo cuando al poco tiempo tuvieron que huir a Egipto para salvar a Jesús del atentado herodiano contra Su vida. Aquel don en metálico seguramente les sirvió de fuente de sustento durante su estancia allí en calidad de extranjeros, hasta que pasó el peligro y pudieron retornar a Judea. El incienso simbolizaba Su divinidad. Es una resina aromática con la que se elaboraban perfumes para los reyes. El tercer obsequio, la mirra, era también una resina aromática con la que se elaboraba un ungüento para embalsamar a los muertos. Simbolizaba la humanidad de Jesús y el hecho de que moriría por nosotros. Es decir, que el nacimiento, el martirio, la muerte y la gloria de Jesús fueron anunciados mediante los obsequios de aquellos sabios. En todo caso, ¿a qué obedecen todas esas tradiciones? Volvamos por un momento a aquella noche en que unos pastores apacentaban a sus rebaños en la ladera de un monte cercano a Belén. De golpe apareció una luz fulgurante, y unos ángeles anunciaron con cánticos el nacimiento de Cristo. Los pastores se emocionaron tanto que salieron corriendo a contar su experiencia a todo el que se les cruzara en el camino. Cabe imaginarse la dicha de María y José al sostener en sus brazos al Hijo de Dios. Aun hoy, todos cuantos abren su corazón para aceptar el amor de Dios encarnado en Jesús pueden experimentar esa misma dicha.
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