sábado, 5 de diciembre de 2009

El factor Dios


Aunque Dios vive en la dimensión celestial, obra en el mundo real. No solo reparte recompensas de índole espiritual, sino también bendiciones tangibles, visibles y materiales, de esas que se miden en pesos, dólares y euros. Es Dios del Cielo y también del mundo terrenal. Trasciende ambos mundos, manda y vive en ambos, domina y crea en ambos, y tiene poder para pagarnos en ambas monedas. Debemos aprender a confiar en que nos dará todo lo que nos haga falta, no solo lo espiritual —felicidad, una meta en la vida, paz interior—, sino también lo material. Su poder y Su capacidad son más que suficientes para concedernos los bienes tangibles y prácticos que necesitamos, y además está deseoso de hacerlo. No tiene reparo alguno en sacarse del bolsillo dinero contante y sonante y entregárnoslo, siempre y cuando tengamos fe para recibirlo. Para Él eso no es nada. No debemos limitar a Dios con lo que pensamos que es capaz de hacer. Hay que tener en cuenta que Su influencia se extiende a todo y que puede llevar a cabo milagros no solo en la esfera espiritual, sino también en el terreno físico. Puede concedernos bendiciones tanto prácticas como espirituales. Francamente, todos necesitamos muchas de ambos tipos. En Su Palabra, Dios nos ha hecho unas promesas extraordinarias. Son promesas que Él tiene intención de cumplir . Nos las ha dado Dios, que es veraz y nunca miente. Él no exagera. No abulta Sus promesas para enaltecerse a Sí mismo o para confortarnos. Nos hace promesas porque desea que las creamos y le exijamos que las cumpla, a fin de poder concedernos todo lo que nos tiene reservado. Si bien esas promesas no son falsas, sí son condicionales. «Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón» *1. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» *2. «Dad, y se os dará» *3. «Nada bueno niega a los que andan en integridad» *4. Dependen de que cumplamos cierta estipulación, que en casi todos los casos consiste en obedecer Sus dos grandes mandamientos: Amarlo a Él y amar al prójimo como a nosotros mismos *5. Si cumplimos esos preceptos, hay garantía de que las promesas se harán realidad, no forzosamente como nosotros queremos o nos imaginamos, sino de la manera y en el momento que a Dios le parezca más conveniente. Dios, como el padre sensato y amoroso que es, siempre sabe lo que es mejor para nosotros, y le encanta dárnoslo. Ese es el factor Dios.
*1 Salmo 37:4 *2 Mateo 6:33 *3 Lucas 6:38 *4 Salmo 84:11, NBLH *5 Mateo 22:37-39

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