martes, 1 de diciembre de 2009

Altura de miras


Se cuenta que un profesor universitario salpimentaba sus clases con diversas reflexiones personales que invariablemente comenzaban con las palabras: «Mientras caminaba por mi jardín, se me ocurrió que...» Una y otra vez transmitía a sus alumnos las reflexiones que le inspiraba su jardín. Un día invitó a dos de sus mejores alumnos a su casa. Mientras tomaban una taza de té, uno de ellos le pidió que le mostrara su jardín. Descubrieron con asombro que se trataba de una franja muy estrecha, apenas más ancha que un pasillo. De un lado estaba la casa, y del otro había un muro bastante alto. —¿Es este el jardín en el que le vienen esas reflexiones tan inspiradas, profesor? —le preguntó uno de los alumnos. —Así es —repuso él. —Pero si es estrechísimo —argumentó el alumno. —En efecto —dijo el profesor; y señalando al cielo con mirada de picardía agregó—: pero mira lo alto que es.

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