jueves, 3 de diciembre de 2009

12 consejos para seguir una buena dieta espiritua


Así como los alimentos son esenciales para la salud física, debemos nutrir nuestra alma a fin de mantenernos saludables y desarrollarnos espiritualmente. Eso se hace leyendo o escuchando la Biblia y otras publicaciones que edifiquen la fe.1. Fíjate un espacio de tiempo.Procura dedicar 20 minutos todos los días a alimentarte espiritualmente mediante la lectura de la Palabra de Dios. Es difícil que la lectura te aproveche si no te tomas por lo menos esa cantidad de tiempo para asimilar lo que lees y reflexionar. Si no te es posible todos los días, prueba a hacerlo tres o cuatro veces a la semana. Lo que sea que decidas, procura fijarte una meta concreta. Será menos trabajoso alcanzarla si te programas un espacio fijo de tiempo y lo consideras parte de tus actividades diarias.2. Escoge un lugar.Elige un lugar tranquilo donde puedas leer sin interrupciones ni distracciones. A lo mejor te conviene apagar el celular y alejarte del correo electrónico.3. Decide qué vas a leer. Es buena idea programar lo que se va a leer por una temporada, por ejemplo uno de los libros de la Biblia, o un libro devocional, aunque conviene ser flexible. Puede que algunas veces Jesús te indique que leas algo diferente.4. Ora antes de empezar.Pide a Jesús que te ayude a concentrarte y tener un corazón abierto, a fin de sacar el máximo provecho de esos ratos. «Abre mis ojos y miraré las maravillas de Tu ley» (Salmo 119:18).5. Lee la Palabra con detenimiento, reflexión y oración.Si engullimos la comida a toda prisa, no asimilamos tan bien los alimentos como si comemos más despacio. Lo mismo puede decirse de nuestra alimentación espiritual. Si queremos nutrirnos espiritualmente, debemos tomarnos el tiempo para asimilar bien lo que leemos.6. Aplícate lo que lees.Cuando estés leyendo, a menudo te saltará a la vista un punto en particular. Puede que hayas leído un versículo cantidad de veces sin captar bien su significado, hasta que de pronto cobra vida y descubres la aplicación que tiene para ti personalmente ese principio espiritual.7. Pon en práctica lo que lees.La única manera de experimentar al máximo el poder de la Palabra de Dios es poner en práctica lo que dice. «Sed hacedores de la Palabra —nos exhorta la Biblia— y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22). El propio Jesús prometió: «Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis» (Juan 13:17).8. Lleva un diario de tu vida espiritual.Anota en un cuaderno los pasajes y versículos más destacados que hayas leído, para poder releerlos en el futuro. Toma también nota de cómo se aplican a tu realidad. El poner por escrito tus pensamientos sobre lo que lees tiene dos propósitos: hace que las enseñanzas se cristalicen, y además te las graba en la memoria, de modo que las recuerdes cuando surjan oportunidades de aplicarlas. El cuaderno también se puede emplear para consignar enseñanzas espirituales y momentos decisivos o destacados de tu relación con Jesús y con tus semejantes, aunque no estén necesariamente ligados a los ratos que dediques a nutrirte espiritualmente.9. Memoriza.Para bien o para mal, todo lo que absorbemos por medio de los sentidos —consciente o inconscientemente, por decisión personal o por casualidad— influye en nuestros pensamientos y por ende en nuestras acciones. Sin embargo, cada uno de nosotros puede escoger el agente que más desea que lo transforme o lo motive y concentrarse en él. Si optas por que sea la Palabra de Dios, apréndete de memoria versículos clave de la Biblia o puntos que descubras en tus ratos de alimentación espiritual. Ora para que esas palabras anulen todo lo demás —desde jingles publicitarios hasta actitudes negativas y malos hábitos— y haz todo lo posible por filtrar lo que absorbes. «En mi corazón he guardado Tus dichos, para no pecar contra Ti» (Salmo 119:11). En épocas de dificultades y decisiones importantes, los pasajes que te hayas aprendido te proporcionarán consuelo y fortaleza y al mismo tiempo te facultarán para ayudar y brindar soluciones a otras personas necesitadas.10. No te preocupes mucho si hay algo que no entiendes.Dicen que San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) descubrió ese principio en cierta ocasión en que se encontraba sumamente desconcertado acerca de un aspecto de la fe. Caminando junto a la orilla del mar, vio a un niño que una y otra vez corría hasta el borde del agua con una concha en la mano, la llenaba y luego vertía el agua en un hoyo que había cavado en la arena. Cuando Agustín le preguntó qué hacía, el niño le explicó con gran naturalidad que estaba echando el mar en el hoyo. «Eso mismo trato de hacer yo —se dijo—. Parado en la orilla del tiempo pretendo meter lo infinito en mi mente finita». Acuérdate de eso la próxima vez que al leer te topes con algo que no entiendes. Si Dios quiere que lo entiendas, Él mismo te lo revelará a Su tiempo. Mientras tanto, acéptalo por fe.11. No te afanes por entender todos los detalles de la historia y la geografía bíblicas.Si bien resulta interesante informarse de la historia y la geografía, los principios espirituales tienen mucho más valor. Por ejemplo, cuando leemos los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, vemos en ellos un modelo de amor en acción que sabemos que debemos imitar. Al leer los Salmos y otros pasajes de alabanza, podemos aplicar esos pensamientos y principios a las oraciones que nosotros mismos hacemos. 12. Varía lo que lees.Si eres novato en el estudio de la Biblia, es muy recomendable que empieces por el Evangelio de Juan, ya que es el que contiene más palabras textuales de Jesús. Los cuatro Evangelios, los Salmos y los Proverbios son los libros devocionales más leídos —y releídos— de todos los tiempos; pero no te detengas ahí. Zambúllete en otros textos. En la variedad está el gusto. La multiplicidad en la lectura es clave para que esos ratos de alimentación espiritual lleguen a ser el plato fuerte y el punto culminante de tu jornada.«La Biblia no se nos dio para ampliar nuestros conocimientos, sino para trasformar nuestra vida».Dwight MoodyEste artículo es un extracto de Las «12 Piedras Fundamentales», un curso concebido para ahondar en el conocimiento de la Palabra de Dios y llevar a la práctica sus principios. Si deseas tomar el curso, comunícate con La Familia Internacional escribiendo a lafamilia@lafamilia.org.

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