jueves, 19 de noviembre de 2009

Una visita al Cielo


Nunca había conocido a nadie que hubiera tenido una experiencia de vida después de la muerte hasta que fui un día al Hospital Central de Tirana con unos compañeros de La Familia. Yendo de cuarto en cuarto conocimos a un hombre que no tenía aspecto de estar muy enfermo. Nos invitó a pasar y le dimos un folleto titulado Amor sincero... amor sin fin. Nos comentó que aunque él y su familia eran musulmanes, él no asistía a la mezquita. Sin embargo, tenía fe en lo espiritual y creía en Jesús. En realidad no sabía nada de Jesús. Nunca había visto una película sobre Su vida ni había leído la Biblia; pero sí había tenido una experiencia personal con Él que lo había convencido de que en efecto Jesús era quien dijo ser. «Fue hace dos años —nos dijo—. En aquel entonces tenía 58 y padecía varios trastornos de salud. Hasta que un día me dio un infarto. Me llevaron al hospital en coma. Mientras los médicos me atendían, tuve un paro cardíaco de 11 segundos. »No recuerdo nada más, solo que de golpe vi un hermoso paraje que nunca antes había visto. ¡Era increíble! No sabía que había sufrido una muerte clínica porque todo me parecía muy vívido. Aquel lugar estaba inundado de luz, más que ningún sitio que haya visto en la Tierra. Lo surcaban ríos y arroyos, estaba poblado de árboles y tenía extensas zonas verdes. No sabía dónde me encontraba, pero era maravilloso. »De pronto vi a Jesús. Quedé estupefacto. Lo reconocí por algunos cuadros que había visto en la Tierra. Pero créanme que era mucho más real y más vívido. Yo estaba de rodillas, aferrado a Él, y le dije: "Aunque no soy más que un viejo, todavía puedo servirte. ¡Llévame contigo ahora!" Pero Él me dijo con serenidad: "Aún no; tienes que vivir". »En medio de mis ruegos y súplicas para que me llevara con Él, los médicos me revivieron. Volví a la vida». Mientras nos contaba su experiencia, aquel anciano temblaba, y se le llenaron los ojos de lágrimas. Nos dijo que se lo había explicado a sus hijos y a otros familiares, pero que no le creyeron. «No me importa si me creen o no —comentó—. ¡Yo conocí a Jesús! ¡De eso estoy seguro!» Le hablamos más sobre el Señor, Su amor y Su plan para la salvación. «Además de creer en Jesús —le dijimos—, puede tenerlo dentro de su corazón para siempre. Él quiere formar parte de su vida». Seguidamente rezó con nosotros para aceptar a Jesús como Salvador. Cuando llegue el momento, el Señor le dará la bienvenida al Cielo. Se cumplirá entonces el deseo de su corazón: servirle y estar con Él para siempre.
Esen Kalemi es misionero de La Familia en Albania.

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