jueves, 12 de noviembre de 2009

Una promesa cumplida


Juntamente con dos compañeros, visité a un matrimonio que acababa de perder su vivienda en un incendio. La esposa nos contó algo sorprendente que ocurrió antes del desmembramiento de la Unión Soviética: Ella había quedado embarazada de su tercer hijo, y su marido, que en aquel entonces era oficial del ejército, le dijo que abortara. En el hospital, ella se puso muy mal y entró en coma. Llegó a estar clínicamente muerta, y luego revivió. Mientras se hallaba en ese estado se encontró con el Señor, y Él le dijo que debía volver a la Tierra para ayudar a los niños. Al salir del estado de coma, narró a todos su experiencia. A consecuencia de ello, la examinaron varias veces en un instituto siquiátrico. A la larga, se volvió creyente y, junto con su marido, resolvió fundar un hogar para niños de la calle, el primero de Ucrania. Desde entonces han adoptado a veinte niños abandonados. Entonces se les quemó la casa y lo perdieron todo. El objeto principal de nuestra visita había sido llevarles víveres y artículos que reunimos para ellos, e infundirles ánimo para empezar otra vez de cero. El Señor nos comunicó que les dijéramos que por haber cuidado de Sus niñitos abandonados, no les faltaría leche. Esa promesa tan concreta animó muchísimo a la esposa, que nos contó que en el incendio se les habían muerto dos vacas. Hace unos días, un amigo de Italia con el que mantenemos correspondencia y al cual relatamos el caso de esa familia les envió dinero para comprarse una vaca lechera. ¡El Señor cumplió Su promesa! Seguimos ayudándolos en todo lo que podemos, y los hijos oraron con nosotros para recibir a Jesús. Ahora la familia entera reza, ansiosa por ver qué nuevos milagros hará el Señor.

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