lunes, 2 de noviembre de 2009

¿TE QUEDARÁS ATRÁS?


Puntualizaciones sobre el Arrebatamiento, 1ª parte
El capítulo 24 de Mateo despeja muchas dudas sobre el tema de la Segunda Venida de Jesús, oportunidad en que reunirá a todos cuantos hayan aceptado Su salvación para luego llevárselos consigo al Cielo. Ese suceso se conoce como el Arrebatamiento. Otros pasajes bíblicos también expresan con claridad en qué momento se producirá ese extraordinario acontecimiento. Por eso, durante casi 1800 años prácticamente la totalidad de los cristianos creyó que Jesús retornaría después del período que Él denomina la Gran Tribulación, que consistirá en tres años y medio de intensas persecuciones. No fue sino un par de siglos atrás que surgieron personas como C.I. Scofield (1843-1921) que pregonaron la ilusoria doctrina de que Jesús retornaría antes de la Tribulación. Esas personas instaban a los cristianos a no preocuparse de los tiempos difíciles que sobrevendrían a la humanidad, puesto que Jesús vendría y los sacaría del mundo antes de la Tribulación, ahorrándoles con ello muchos sufrimientos. Naturalmente, aquella doctrina tuvo mucha aceptación, por cuanto era el vivo reflejo de lo que todo el mundo anhelaba. Según lo veo yo, muchos cristianos que sostienen que el Arrebatamiento se producirá antes de la Tribulación simplemente no quieren tener que pasar por este período aciago de la Historia. La razón es que no están ni mínimamente preparados para ello. Por eso hacen su interpretación particular de las Escrituras o se aferran a falsas enseñanzas formuladas por otras personas. Sin embargo, la Biblia nos manda específicamente no hacer eso. «Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada» (2 Pedro 1:20). Poco interesa lo que afirmen otros cristianos o grupos religiosos. El quid de la cuestión es: ¿Qué dice la Biblia? En Mateo 24, los discípulos de Jesús le preguntan cuál será la señal de Su venida. Éste les responde desvelándoles no una, sino numerosas señales: guerras, hambrunas, pestilencias, terremotos, persecución de los cristianos, proliferación de falsos profetas, anarquía, la falta generalizada de amor y la predicación del Evangelio en todas las naciones. «Entonces —dice— vendrá el fin» (Mateo 24:4-14). A partir del versículo siguiente, Jesús nos cuenta lo que sucederá durante la Gran Tribulación, es decir, los últimos tres años y medio antes de Su retorno, que a su vez coinciden con la segunda mitad del régimen del Anticristo. Además nos dice a qué señal específica debemos estar atentos, a fin de saber exactamente cuándo dará comienzo ese período. «Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel […] habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá» (Mateo 24:15,21). En el libro del Apocalipsis descubrimos que esa «abominación desoladora» es una imagen del Anticristo, de la Bestia (Apocalipsis 13:14,15). Tanto en el libro de Daniel como en el Apocalipsis se nos dice que exactamente a la mitad del septenio en que regirá el Anticristo se erigirá dicha imagen en el lugar santo (Daniel 9:27; 12:11; Mateo 24:15-21; Apocalipsis 13:5). ¿Cuándo regresará Jesús por nosotros? Eso también queda sentado de manera inobjetable: «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días» (Mateo 24:29). Jesús no anuncia que cuando veamos la abominación desoladora en el lugar santo Él estará a punto de rescatarnos de manos del Anticristo y salvarnos de la inminente tribulación. Nos advierte que nos dirijamos a los montes (Mateo 24:16). Es decir, que todavía estaremos aquí. Además, ¿por qué se tomarían el Señor y los profetas la molestia de decirnos exactamente cuánto durará la Gran Tribulación —la duración exacta en días, semanas y meses— si no tuviéramos necesidad de saberlo, si no fuéramos a estar aquí para contar esos días, semanas y meses? (Daniel 7:25; 12:11; Apocalipsis 13:5). Jesús nos reveló esos detalles porque quiere que cobremos ánimo sabiendo que la Tribulación no durará para siempre y que cada día que pase nos irá acercando al glorioso final. Las circunstancias que se vivirán durante la Tribulación serán tan terribles que muchas personas pensarán que es hora de que Jesús retorne, sobre los cristianos a quienes se les enseñó que iba a venir antes de la Tribulación. Estarán a la expectativa de que venga en cualquier momento. Sin embargo, Jesús nos advierte que no debemos esperar que retorne antes de lo predicho. También nos previene que no nos dejemos engañar por falsos cristos que procurarán hacernos creer que ellos son el legítimo Mesías, o por falsos profetas que pretenderán convencernos de que la venida de Jesús es inminente o que Él ya se encuentra en alguna parte (Mateo 24:23-26). Nos dice que no les creamos, porque cuando Él venga, lo sabremos sin asomo de duda. Algunos que enseñan que la Tribulación será posterior al Arrebatamiento llegan al extremo de afirmar que éste acontecerá en secreto, que nadie verá a Jesús a excepción de los salvos. Nadie más sabrá siquiera que Cristo ha retornado. Sostienen que de golpe un gran número de personas desaparecerá y que quienes queden atrás no sabrán qué fue de nosotros. Si el Arrebatamiento se va a producir en secreto, ¿cómo es que el Señor hará tanto escándalo en el momento de Su retorno? Su Palabra dice que vendrá «sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria». El cielo se iluminará de un extremo a otro, y habrá tales señales en el firmamento que será imposible no darnos cuenta del retorno de Jesús. Es más, dice que «todo ojo le verá». Todos verán también levantarse a los muertos en Cristo —es decir, a todas las personas salvas que ya hayan muerto— para reunirse con Él en el aire. Además lo escucharán, pues «el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo». Y ¿por qué se lamentarán todos los no salvos? Porque presenciarán lo que ocurrirá y tendrán plena conciencia de ello (Mateo 24:27,30; Hechos 1:9-11; 1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 1:7). Será el espectáculo más grandioso que el mundo haya visto jamás. No parece una descripción de una Parusía o de un Arrebatamiento secretos. ¿Tú qué opinas? Lo dice tan claro como el agua: Después que los muertos en Cristo hayan resucitado para reunirse con el Señor, «nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire» (1 Tesalonicenses 4:17). De haber sido arrebatados con anterioridad, ya no estaríamos aquí. (Continuará.)

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