sábado, 7 de noviembre de 2009

Señales de los tiempos


Tanto las instituciones como las personas se ven bombardeadas por una avalancha de libros, publicaciones periódicas, cassettes, expedientes, documentos, correo electrónico y torrentes de datos no procesados. La Biblioteca del Congreso de los EE.UU. tiene un fondo de 113 millones de publicaciones, a los que se añaden cada mañana otras 20.000. Todos los días, James Billington, director de la biblioteca, se preocupa por cuestiones como la conservación de los libros y su ordenamiento; pero también le inquietan cuestiones filosóficas más profundas. Se pregunta, por ejemplo, si al sumergirnos en ese mar de datos y conocimientos realmente adquirimos más sabiduría. En 1472, la biblioteca del colegio mayor Queens de Cambridge (Inglaterra) tenía un fondo de 199 libros. En pleno Renacimiento, había quienes podían afirmar que habían leído todos los títulos importantes escritos hasta la fecha. Hoy en día, nadie puede leerlo todo. El mundo del conocimiento es un inmenso océano. Lo máximo a que se puede aspirar es a darse un chapuzón de vez en cuando. Solamente en Estados Unidos se publican cada año más de 50.000 libros. A escala mundial, se calcula que se editan unas 400.000 publicaciones periódicas. Dentro de poco cada hogar tendrá acceso a cientos de canales de televisión. La Internet cuenta ya con millones de páginas. —Es bastante revelador que se hable de la era de la información —dice Billington— y no de la era del conocimiento. Billington propone una fórmula: los datos no procesados pueden transformarse en información, la cual a su vez, tras mucho esfuerzo y contribución para hacerla más valiosa, puede alcanzar el nivel de conocimiento, que es la base de la sabiduría. Pero dice que la sobrecarga actual de datos puede estar llevándonos por mal camino. —Nuestra sociedad es, en esencia, movimiento sin memoria —afirma—. Y esa es una de las definiciones clínicas de la demencia. (Redacción de Conéctate:) En efecto, el mundo está enloqueciendo, sobre todo Occidente. Se ha ido desligando paulatinamente de la sabiduría de otros tiempos para zambullirse en los conocimientos de la actualidad. En su intento de forjar un mundo feliz basado en la tecnología, los seres humanos abandonan la justicia, la buena educación, el comportamiento cristiano, el afecto y el amor al prójimo. La tecnología en sí no tiene nada de malo si se destina a un buen fin. Pero si los únicos cimientos de la sociedad son la tecnología y los conocimientos en vez de la bondad y la sabiduría de Dios, se edifica sobre arena. Por magnífico que luzca el edificio que se levante sobre esos cimientos, no puede durar. Los únicos que se mantendrán firmes serán quienes hayan construido su casa sobre la Roca, Cristo Jesús (Mateo 7:24-27).

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