domingo, 29 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 86 AÑO 2007


Una lectora norteamericana nos envió amablemente la siguiente anécdota sobre una mujer de 92 años llamada Maurine Jones. Está prácticamente ciega, y por lo visto descubrió hace tiempo uno de los secretos de la felicidad. Su caso tiene particular relevancia por el tema que trataremos en este número de Conéctate. Después de la muerte del que fue su esposo durante largos años, Maurine se mudó a un asilo de ancianos. La señora que la acompañó cuenta lo ocurrido ese día: Tras pasar varias horas esperando pacientemente en el recibidor del hogar, sonrió con ternura cuando se le dijo que su cuarto estaba listo. Mientras se desplazaba con su andador hacia el ascensor, le hice una descripción detallada de su diminuto cuarto. Hasta le expliqué cómo eran los visillos. —Me encanta —exclamó con el entusiasmo de una niña de 8 años a la que le acaban de regalar un perrito. —Señora Jones, todavía no ha visto el cuarto; espere. —Eso es lo de menos —respondió—. La felicidad se decide de antemano. Que me guste el cuarto no depende de la decoración, sino de mentalizarme. Ya decidí que me va a encantar. Es una decisión que tomo cada mañana cuando me despierto. Puedo elegir entre pasarme el día en la cama pensando en las dificultades que me causan las partes del cuerpo que ya no me funcionan, o levantarme y alegrarme de que tengo algunas que sí me funcionan. Cada día es un regalo, y mientras se me abran los ojos, me concentraré en el nuevo día y en los recuerdos felices que guardo dentro de mí. La actitud lo es todo. Como nos demuestra Maurine, nuestro estado de ánimo no tiene por qué estar supeditado a las circunstancias. Todos nos vemos cada día frente a una alternativa. ¡Ojalá tomes decisiones que te reporten mucha felicidad y satisfacción, y mediante tu enfoque de la vida animes a los demás a hacer lo mismo! No creas que es tan difícil: nada lo es con la ayuda de Dios.Gabriel, en nombre de Conéctate

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