¿En que se diferencian Jesús y la religión? Tal vez hayas oído la siguiente analogía: «La religión es el puente por el que los hombres se acercan a Dios; Jesús, el puente por el que Dios se acerca a los hombres». Si bien eso es muy cierto, la segunda parte representa mucho más de lo que cree la mayoría de la gente. Al aceptar a Jesús como Salvador, entablamos por medio de Él contacto con Dios. La salvación es un acontecimiento que se produce una sola vez en la vida; pero nuestra comunicación con Jesús no debería ser así. Tampoco debería tener lugar una sola vez a la semana, o de Pascuas a Ramos. En realidad debería ser algo de todos los días. Con el tiempo, esa comunicación cotidiana, directa y personal, va madurando hasta tornarse una relación profunda, dinámica y gratificadora tanto para Él como para nosotros. La pena es que para cuando descubrimos que Jesús está vivo y se interesa por nosotros, la mayoría nos hemos pasado años abriéndonos camino en solitario. Como nos hemos vuelto más o menos autosuficientes y nos hemos acomodado a la realidad tal como siempre la hemos percibido, en un mundo en el que se prescinde de Jesús, el concepto de que podemos incluirlo en nuestras decisiones y actividades cotidianas por lo general nos resulta completamente novedoso. Eso nos lleva a la que quizá sea la segunda decisión más importante de nuestra vida, después de la de aceptar a Jesús: ¿Le daremos cabida en nuestra existencia diaria a fin de que nuestra relación con Él madure, y Él pueda bendecirnos plenamente? ¿O seguiremos viviendo nuestra realidad en las sombras, apoyándonos en nuestros propios razonamientos y experiencia o en algún otro recurso? Ya consciente, ya inconscientemente, todos los días tomamos esa decisión. Aunque modificar nuestros hábitos y nuestro modo de pensar a fin de incluir más a Jesús requiere esfuerzo, las recompensas son inimaginables. Cada vez que hacemos un esfuerzo por comunicarnos con Jesús, convirtiendo nuestros pensamientos en conversaciones con Él, Él se hace presente para escucharnos y asistirnos de formas increíbles y asombrosas. Si vamos haciéndole cada vez más espacio a Jesús, notaremos que cada día será mejor que el anterior.GabrielEn nombre de Conéctate
jueves, 26 de noviembre de 2009
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