miércoles, 25 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 75 AÑO 2006


Imagínate recibir un regalo de Navidad y tardar 17 años en abrirlo. Pues eso es precisamente lo que hice yo. Año tras año desempaqué todos los demás regalos que recibí y los disfruté durante unos minutos o unos meses. Lo que no me explico es por qué no llegué nunca a abrir ese. Será porque de chico otros regalos me resultaban más llamativos. Luego, cuando fui haciéndome mayor, me convencí de que conocía lo que había dentro del envoltorio y de que no me interesaba. Hubo años en que ni siquiera lo noté. Hasta que una tarde de un mes de mayo me topé con un grupo de amigos en un parque y me entregaron el regalo de Navidad que había dejado de lado todos esos años. Lo abrí más que nada por complacer a una amiga, que estaba visiblemente emocionada y persuadida de que ese obsequio era exactamente lo que necesitaba. Con gran sorpresa de mi parte, descubrí que ella tenía razón. De pronto, los regalos de los 17 años anteriores quedaron eclipsados por ese. Era distinto de todos los demás. Era intangible y, sin embargo, más firme que la tierra que pisaba. No se me ocurre otra palabra para describirlo que amor, un amor sin límites que embargó mi ser. ¡Y además era mío, todo mío! Por un momento me sentí como un estúpido por haber esperado tanto antes de abrirlo. Pero luego me di cuenta de que eso ya no importaba. Al fin y al cabo, el regalo ¡era mío! Y cada vez está mejor. Resulta que es para todos. Si todavía no has desempacado el tuyo, hazte el propósito de abrirlo esta Navidad. Lo reconocerás porque viene con una nota que dice: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). En nombre de la redacción de Conéctate, te deseo que goces de una Navidad llena de amor, llena de Jesús, en compañía de los tuyos.GabrielEn nombre de Conéctate

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