domingo, 22 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 60 AÑO 2005


Los sueños han sido siempre un gran enigma para los seres humanos. Desde nuestros mismos orígenes el tema no ha dejado de fascinarnos. Las inquietudes que albergamos sobre la procedencia, naturaleza y significado de los sucesos y escenas que percibimos en estado de inconsciencia son casi tan numerosas y diversas como las mismas personas que sueñan. Y todos soñamos. Para determinados científicos los sueños no son otra cosa que una simple función biológica, una reacción sin sentido de la corteza del cerebro a estímulos aleatorios procedentes del tronco de dicho órgano. Otros científicos, empleando complejos aparatos como el electroencefalógrafo, pretenden descifrar y codificar los sueños. Muchos siquiatras y sicólogos consideran que los sentimientos ocultos de las personas suelen aflorar en sus sueños. Los más inclinados a lo espiritual manifiestan que los sueños nos ofrecen una contundente prueba de la existencia de mundos inmateriales y de un Ser supremo de infinita inteligencia que rige nuestros destinos. Los investigadores de los fenómenos paranormales no han ocultado su intriga ante ciertos sueños sobre sucesos del futuro o que dieron pie a importantes descubrimientos tecnológicos. Cabe mencionar el sueño que tuvo Abraham Lincoln tres días antes de su fallecimiento, en el que vio cómo lo asesinaban; el de Otto Loewi que lo llevó al hallazgo de los mediadores químicos en la transmisión de la corriente nerviosa y de paso le reportó el premio Nobel del año 1936; y los sueños premonitorios del matemático indio Srinivasa Ramanujan sobre varias fórmulas que él mismo después confirmó. Los sueños han repercutido asimismo en las artes. Compositores de la talla de Beethoven y del astro de la música pop Billy Joel escribieron música que habían oído en sueños. Los pintores muchas veces vieron mientras dormían obras que luego recrearon al volver a un estado de conciencia. El cineasta Ingmar Bergman insertó escenas de sus sueños en la película Fresas salvajes. Lo mismo hizo Federico Fellini en Ocho y medio. Samuel Coleridge afirmó haber soñado unas 300 líneas de su poema Kubla Khan, pero al despertar apenas logró poner 54 por escrito antes de sufrir una interrupción. Otras obras literarias, incluido El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, de Robert Louis Stevenson, se gestaron también en sueños. Pero bueno, ¿y qué pinta Dios en todo esto? Quizás el profeta Daniel lo resumió mejor que nadie: «Hay un Dios en los Cielos que revela los misterios» (Daniel 2:28).Gabriel, en nombre de Conéctate

No hay comentarios:

Publicar un comentario