viernes, 20 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 52 AÑO 2005


NUESTRAS PROPIAS DEBILIDADES pueden transformarse en nuestra salvación, porque la fortaleza de Jesús se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9,10). Ese concepto es muy contrario a nuestra mentalidad natural. Lo normal es querer ser fuerte y, mediante esa fuerza, ir avanzando. Sin embargo, el Señor dice que cuando nos sentimos débiles e impotentes es precisamente cuando empiezan a producirse milagros. Jesús desea que tengamos plena fe, que sigamos aferrándonos a Sus promesas y que nos neguemos a desistir aunque no nos quede ni una pizca de fuerza. Cuando llegamos al convencimiento de que separados de Jesús nada podemos hacer, Él puede intervenir y hacerse con las riendas. Entonces es cuando lo imposible se torna posible. Por eso, si nos parece que no podemos avanzar ni un palmo más, estamos en una situación ideal, justo como tiene que ser. Sin embargo, Jesús no quiere que nos quedemos así; desea ayudarnos a trascender ese impasse, y lo hace. Cuando llegamos al fi nal de nuestros recursos, Él está en condiciones de intervenir y obrar lo que para nosotros es imposible. «Si puedes creer, [...] todo [...] es posible» (Marcos 9:23). Exígele que cumpla esa promesa. Ponlo a prueba. Ahora, en este preciso instante, el Cielo rebosa de energía, de esa que hace factible lo imposible. Pero el Diablo sabe que si consigue que nos traguemos su cuento de que algo es imposible quedaremos derrotados antes de tener oportunidad de ver manifestado el poder del Señor en nuestra vida. Por eso el Diablo y sus sicarios apelan constantemente a nuestro razonamiento carnal. Atacan nuestra fe sembrando dudas y ofreciéndonos excusas aparentemente lógicas y sensatas por las que no puede hacerse lo que pretendemos. Son muy vivos y astutos, y pegan con fuerza, así que hay que ser igualmente combativos al rechazar sus dudas. Tenemos que ponerlos en evidencia y plantarles cara, devolverles el golpe con la Palabra de Dios, como hizo Jesús. «Escrito está...» (Mateo 4:1-11). Aquí tienes unos consejos para precaverte contra la mentira de que hay imposibles: 1) Cultiva tu fe. La fe emana de leer y asimilar la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Si no cultivamos constantemente nuestra fe, no tardaremos mucho en vernos anegados por las dudas del Diablo. Sus ataques son más virulentos cuando ve que tenemos la guardia baja. Es necesario que nos tomemos tiempo para leer la Palabra escrita y también para llevarle a Jesús nuestros interrogantes y problemas y escuchar las respuestas que nos dirija al corazón o a la mente. 2) Debemos tener siempre la vista fi ja en Jesús y Sus promesas, y no hacer caso de las circunstancias u otras voces que se opongan a lo que nos pida que hagamos. Cuando Jesús llamó a Pedro a salir de la barca y caminar sobre las aguas, éste no tuvo difi cultades hasta que apartó los ojos de Él y se puso a mirar las olas. Entonces se atemorizó, perdió la fe y comenzó a hundirse (Mateo 14:22-32). 3) Debemos emplear la fe y ponerla en acción a diario. Cuanto más la ejercitamos, más milagros presenciamos. Y eso hace que se acreciente más. No debemos caer en la trampa de lo imposible que nos tiende el Diablo. Jesús no miente; es infalible. No hay cómo detenerlo, y nada nos detendrá tampoco a nosotros si echamos mano de Su poder y ayuda.

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