sábado, 14 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 22 AÑO 2002


Con el éxito alcanzado en los años 60 por la canción Can't Buy Me Love (El dinero no puede comprarme amor), los Beatles capitalizaron una verdad sencilla y antigua. La letra muy bien podría haber dicho: «El dinero no puede comprarme la verdad, ni la felicidad, ni la paz interior». Esos valores tampoco estaban a la venta entonces, ni lo estarán nunca. Cabe pensar que a estas alturas habríamos aprendido esa gran verdad. Sin embargo, se hace evidente que pocos la han captado en su verdadera dimensión. Con todo, no se puede culpar mucho a la gente si se considera que, donde sea que miremos, hay algún producto o personaje nuevo que exige nuestra atención o reclama parte de nuestro sueldo, prometiéndonos huecamente que se trata de la panacea, la clave de la felicidad. Tampoco se puede culpar a los vendedores. En nuestro mundo movido por el vil metal, todos tienen que vender algo para sobrevivir, ya sea una canción, un producto, un servicio o —Dios no lo quiera— su propia alma. Mientras tanto, una pequeña voz interior nos sopla una y otra vez que la vida no puede consistir tan solo en eso. Lo que el mundo nos ofrece podrá proporcionarnos comodidades y placeres momentáneos, pero será del todo incapaz de satisfacernos interiormente. Sólo el amor de Dios puede llenarnos, y Él quiere concedérnoslo. Es más, ese es el motivo por el que Dios nos creó con ese vacío interior: para que acudamos a Él. Si bien hay personas que terminan enfrascadas en la búsqueda frenética de felicidad momentánea y hacen caso omiso de esa vocecita, otras no pueden dejar de escucharla. Anhelan algo más. En uno de los artículos de este número, el guitarrista Jeremy Spencer, que alcanzó la fama con la banda Fleetwood Mac, nos narra su búsqueda. Había conseguido todo lo que, en opinión de mucha gente, haría feliz a alguien: fama, fortuna, amigos y una bella esposa que lo amaba profundamente. Sin embargo, aquello no le bastaba. Hasta que por fin halló verdadera satisfacción. ¡Ojalá tú también la encuentres y la compartas con los demás! Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

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