martes, 17 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes



Pregunta: Jesús dijo que la forma de ser feliz y alcanzar el éxito en la vida es «buscar primeramente el reino de Dios»; pero ¿cómo se hace eso hoy en día? ¿Cómo hago para vivir una vida centrada en Dios, lograr algo más que simplemente sobrevivir en este mundo materialista y, a la vez, no perder mi identidad? Respuesta: En efecto, esas tres cosas se pueden conjugar. No es tan difícil como quizá te imaginas. El primer paso es determinar tus valores y objetivos en la vida. Toma nota de ellos. Sé sincero contigo mismo. «Buscar primeramente el reino de Dios» significa ajustar tus prioridades a las Suyas. De modo que el paso siguiente es saber qué es lo prioritario a los ojos de Dios. ¿Qué quiere Él que hagas? Muchas personas no pasan de este punto porque piensan que Dios les va a pedir algo imposible o muy sacrificado. Es probable que se vieran gratamente sorprendidas al saber lo clara y sencilla que es la Biblia al respecto, y lo viable que es lo que nos manda: «¿Qué pide el Señor de ti?: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Miqueas 6:8). «Este es el amor a Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos» (1 Juan 5:3). «Toda la ley en esta sola palabra se cumple: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"» (Gálatas 5:14). Cierto es que no siempre resulta fácil vivir con la mente fija en esos objetivos. Es posible que entrañe algunos sacrificios iniciales. No obstante, estos se recompensan con creces. «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Lucas 6:38). Es importante disipar también otro concepto erróneo que tiene mucha gente: Si bien es verdad que la Biblia no define el éxito en términos de comodidades y bienes materiales, Dios no se opone al éxito económico. Lo determinante para Él es lo que hagamos con ese éxito. La Biblia no dice que el dinero sea la raíz de todos los males, como a menudo se malinterpreta el versículo 1 Timoteo 6:10. La culpa de todos los males —puntualiza la Escritura— es «el amor al dinero». Dios con todo gusto te bendecirá materialmente si empleas esas bendiciones para «hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» y si «amas a tu prójimo como a ti mismo». Es más, la Biblia promete: «Deléitate [...] en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón» (Salmo 37:4), y: «No quitará el bien a los que andan en integridad» (Salmo 84:11). Falta, sin embargo, responder la tercera parte de la pregunta. ¿Perderás tu identidad? ¡Claro que no! Solo que te vas a sentir más feliz y satisfecho y vas a tener objetivos más claros. Dios te creó de forma que fueras una expresión singular de Su amor. No se propone invalidar eso, sino mejorarlo. Él no se limita a darte una buena vida; quiere concederte la mejor posible. Tiene la facultad de hacerlo, pero tú también tienes que desearla. Cuando tus valores coinciden con los de Dios y haces tuyas Sus prioridades, no hay pérdida. Sales ganando sí o sí.

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