sábado, 14 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


P: Mi esposa y yo llevamos 11 años casados, y aunque todavía nos queremos mucho, nuestra relación se ha vuelto estéril. ¿Qué podemos hacer para recobrar el encanto que tuvo nuestro matrimonio en un principio? R.: La mayoría de las parejas, en ese momento de ensueño en que se miran arrobados y se prometen fidelidad mutua, se imaginan que toda su vida juntos irá in crescendo. Los padres de un recién nacido observan embelesados los ojos de su bebé y prometen nunca herirlo ni decepcionarlo. Dos niños juran ser mejores amigos para siempre. Los médicos, enfermeras, docentes, trabajadores sociales, voluntarios y otras personas consagran la vida a servir a los demás. Lo que motiva a las personas a asumir tales compromisos es el amor, el pegamento mágico que une a las familias, amistades y todas las cosas buenas. ¿Por qué sucede, entonces, que las parejas discuten? ¿Por qué regañan los padres a sus hijos, los humillan y se impacientan con ellos? ¿Por qué se distancian los amigos? ¿Por qué merma la inspiración para servir desinteresadamente a los demás? A medida que pasa el tiempo, nos familiarizamos tanto con las personas con quienes tenemos una relación estrecha, que dejamos de valorarlas y tratarlas como es debido. El desgaste de la vida cotidiana erosiona nuestras relaciones más preciadas opacando paulatinamente el brillo que tenían en sus comienzos. En la intimidad a todo el mundo se le notan los defectos y las arrugas. Las actividades acostumbradas se tornan mecánicas y degeneran en algo rutinario. Las bendiciones que en otro momento valorábamos comienzan a pesarnos. Cuando eso ocurre, es hora de revertir la tendencia. Requiere un esfuerzo y es posible que no sea fácil, sobre todo si hay algún conflicto que subsiste desde hace tiempo. Pero es posible. Da gracias a Dios por lo que tienes; considérate afortunado. Repasa todas las cualidades de tu esposa que te atrajeron en un principio. Luego ponte en el lugar de ella y hazte la misma pregunta. La forma más rápida y segura de devolver el brillo a una relación deslucida es pulir tus propias cualidades. Ocúpate en estar a la altura de las expectativas que tú te creaste para ti mismo desde el comienzo. Lo más seguro es que tu cónyuge haga lo propio. Y recuerda que Dios se especializa en hacer borrón y cuenta nueva. «Si alguno está en Cristo —dice la Biblia— nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). Si bien esta promesa alude a la salvación, también es aplicable a la vida cotidiana. Dios revitalizará y renovará cualquier relación si le pedimos que empiece por nosotros.

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