viernes, 13 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


P.: Mi hijo mayor se ha rebelado contra casi todas las reglas de la casa. Ya lleva meses así, y cada vez se me hace más difícil entablar comunicación con él y llegar a la raíz de su mal comportamiento. ¡Estoy que no aguanto más! ¿Qué puedo hacer para corregir su conducta? R.: Cuando un niño se porta mal en forma reiterada y grave, normalmente hay una causa subyacente. Quizá se sienta inseguro, y se porta mal para llamar la atención, para que le demuestren cariño y le dediquen tiempo. Quizás está molesto por algo que sucedió en el colegio. A lo mejor está poniendo a prueba los límites que le has fijado y quiere ver si vas a cumplir tu palabra. Quizá piensa que ya tiene edad para tomar decisiones independientemente, y no entiende la finalidad de algunas de tus reglas. Tal vez sea hora de cambiar unas cuantas a fin de darle más espacio para crecer. En cualquier caso, es importante averiguar por qué se porta mal y determinar qué puede hacerse para ayudarlo a entrar otra vez en vereda. La mayoría de los problemas no desaparecen por sí solos, y el niño generalmente no está capacitado para hacerles frente por su cuenta. Muchas veces ni sabe lo que le pasa. Precisa el amor y la orientación de su padre o su madre. La mejor forma de averiguar qué necesita un niño con trastornos conductuales y cómo ayudarlo —en realidad, la única forma— es pedir al Señor que te lo indique. Además de contar con el amor del Señor, el medio más importante para realizar eficazmente nuestra labor de padres es aprender a pedirle a Él las soluciones a nuestros problemas. Jesús siempre tiene la respuesta que necesitamos. A la hora de cumplir con nuestras obligaciones parentales, contar con el consejo divino nos alivia gran parte de la carga. Sabemos que siempre podemos acudir a Él en oración, que nos hablará al corazón y nos dará la orientación y las soluciones que necesitamos. Si tu hijo está pasando por una etapa difícil que pone a prueba tu paciencia, pídele ayuda a Jesús. Comparte con Él tu carga; Él tiene muchísima paciencia. En vista de que es muy paciente con nuestras faltas y errores, podemos estar seguros de que nos ayudará a tener paciencia con los defectos e imperfecciones de nuestros hijos. Cuando sientas que ya no das más, pide a Jesús que te dé Su amor y paciencia. Su Espíritu te dará serenidad, te indicará la solución, te ayudará a capear las dificultades que puedan surgir, y te asistirá para que puedas brindar a tus hijos ese mismo amor y apoyo que Él te brinda. *La respuesta de este mes está tomada del libro La formación de los niños, de Derek y Michelle Brooks, editado por Aurora Produccion.

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