martes, 10 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


P: A principios de cada año me propongo ciertas cosas para sacarle más provecho a la vida. Pero por muy bien que empiece, no logro mantener el impulso inicial. Partida de caballo y parada de borrico. ¿Qué puedo hacer para seguir firme en mis resoluciones y conseguir los resultados que anhelo? R : A todos nos ha pasado. Resulta doloroso darnos cuenta de que no estamos haciendo los progresos deseados en aquellos aspectos en que sabemos que debemos mejorar. Por mucho que lo intentemos y por muchas determinaciones que tomemos, muchas veces simplemente no logramos superar malos hábitos ni cultivar otros buenos. Eso puede resultar tan descorazonador y decepcionante que a larga perdemos fe en nuestra capacidad de cambio. Puesto que ya antes lo intentamos y fracasamos, concluimos que lo mejor es darnos por vencidos. Aunque a veces te sientas así, convéncete de que sí puedes efectuar los cambios que deseas. Eres creación de Dios, y siendo Él tu amoroso Padre, está sumamente interesado en todas las facetas de tu vida. Está más que dispuesto y es perfectamente capaz de otorgarte lo que necesitas para ser auténticamente feliz, para hacer progresos y para desarrollar el máximo de tu potencial. De modo que si estás dispuesto a dejarte ayudar por Dios, obtendrás los resultados que anhelas. Lo único que necesita es tu colaboración y que pongas un poco de empeño en el sentido en que Él te indique. Si pones de tu parte, Dios hará lo demás. A continuación enumeramos algunos consejos de probada eficacia para consolidar nuestros progresos: 1. Convéncete de que el cambio es necesario. Haz una lista de los motivos por los que tienes que cambiar. Comienza por tus propios motivos; luego estudia lo que dice la Palabra de Dios al respecto y añade los Suyos. Puede que tus razones sean buenas, pero las que saques de la Palabra reforzarán tus convicciones y te darán algo sólido a qué aferrarte cuando tengas la tentación de no ser consecuente con la determinación que hayas tomado (Mateo 24:35). 2. Invoca la ayuda de Dios. Si estás convencido de que Dios quiere que efectúes cierto cambio —y ese debería ser uno de los motivos principales para desearlo—, puedes pedirle ayuda y contar con que te la concederá. Es perfectamente viable cambiar cualquier aspecto de tu vida en el que tú y Dios coincidan que debes cambiar. Ten en cuenta que lo que a ti te resulta imposible, para Dios no lo es (Lucas 18:27). Él siempre está a tu lado para ayudarte, 24 horas al día, 7 días a la semana. Memorizar e invocar versículos que vengan al caso te ayudará a superar viejos patrones de pensamiento y te dará el ímpetu que necesitas para cambiar (Tito 3:5). 3. Fíjate objetivos realistas. Las metas poco realistas son desmoralizadoras y por ende contraproducentes. No esperes superar el récord mundial de salto alto a la primera tentativa. Lo único que conseguirás es desanimarte y tirar la toalla mucho antes de haber alcanzado tu máximo potencial, no hablemos ya del récord. Comienza colocando la vara a una altura que sepas que puedes superar con un poco de esfuerzo. A partir de ahí, ve alzándola de a poco. 4. No trates de progresar en demasiados aspectos a la vez. Establece una escala de prioridades y apégate a ella. Una vez que hayas hecho progresos sostenidos en las cosas más importantes, añade otras, de una en una o de dos en dos. 5. Asígnale al cambio que quieres efectuar un espacio en tu horario cotidiano o semanal. A menos que marques claramente ciertos períodos de tiempo y hagas algo concreto para efectuar el cambio —digamos, por ejemplo, hacer más ejercicio—, es muy posible que la iniciativa quede postergada ante todo lo demás que tienes que hacer, como siempre ha ocurrido. Comienza y termina esos ratos con oración. 6. Confíale a alguien tus intenciones. Pocas cosas nos animan y contribuyen a fortalecer nuestra fuerza de voluntad como el contarle nuestra intención de cambiar a alguien que nos respeta, que entiende los motivos por los que queremos hacerlo y que nos animará a perseverar en nuestro empeño. De ahí que grupos de apoyo del estilo de Alcohólicos Anónimos obtengan tan buenos resultados. 7. Muéstrate abierto a recibir ayuda de los demás. Pedir a nuestro cónyuge, a un amigo cercano o a un compañero de trabajo su opinión sincera acerca de los progresos que estamos haciendo en pos de nuestro objetivo requiere gran medida de humildad, pero nos puede dar una nueva percepción de las cosas, además de proporcionarnos aliento. Casi todas las personas cuyos nombres aparecen en los libros de récords o en textos de Historia contaron con un mentor, un director técnico, un entrenador o al menos con el apoyo de su cónyuge. 8. Suscribe un convenio. Únete a alguien que se proponga lo mismo que tú. Plantéense retos el uno al otro. Espoléense el uno al otro. Ayúdense mutuamente cuando uno de los dos tropiece. Los triunfos que más saboreamos son los que compartimos. 9. Ten paciencia. Los progresos normalmente vienen paso a paso, y a veces se dan dos hacia delante y uno hacia atrás.En tanto que estés haciendo progresos, vas camino de alcanzar la meta que te has propuesto. La clave radica en la perseverancia. Cultivar un hábito nuevo suele tomar entre seis y ocho semanas. 10. No te des por vencido. Si recaes en alguno de tus viejos hábitos, no te atormentes ni te rindas. Repasa tu lista de motivos por los que quieres cambiar. Reevalúa los medios que empleas para efectuar dicho cambio. Haz los ajustes necesarios. Ora e invoca promesas apropiadas de la Palabra de Dios. Luego levántate y vuelve a intentarlo. En realidad saldrás fortalecido de cada contrariedad que logres superar. ¡Que tengas un feliz año nuevo y que logres los propósitos que te has hecho!

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