jueves, 19 de noviembre de 2009

No hay otro como tú


¿Sabes quiénes son las personas más felices? Las que se conforman con ser como Dios las hizo, aprenden a contentarse con lo que tienen y no se preocupan mucho por el qué dirán. Quienes se afanan por cumplir con lo que —a su entender— otros esperan de ellos, en realidad se echan a cuestas un enorme peso. La humildad, por el contrario, es senda de libertad. Si somos sinceros, reconoceremos que en el fondo admiramos a los que tienen el valor de mostrarse tal como son en lugar de adoptar una imagen a fin de gozar de aceptación y caerles bien a los demás. Por supuesto, los que toman esa decisión y esa postura se exponen a sentirse solos y aislados de quienes los rodean, lo cual es una lástima. Cuando era joven no me gustaba mi físico. Me creía narigudo, flaco y feo. Tenía un complejo de inferioridad muy marcado con relación a mi apariencia, y me tomó mucho tiempo superarlo. En parte ese complejo nacía de mi orgullo y en parte de que me comparaba desfavorablemente con los demás. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo y me hacía mayor, me di cuenta de que aquello carecía de importancia. Comprendí que Dios me había creado como Él quería que fuera y que me había hecho así porque me amaba. Dios te quiere tal como te hizo. A Sus ojos eres una persona hermosa. Todos somos seres singulares y extraordinarios. Para Él no hay persona fea, sea cual sea nuestra figura. En muchos casos, la autoestima tiene mucho que ver con nuestra relación con el Señor. Cuanto más estrecha sea y más estemos en paz con Él, más contentos y tranquilos estamos con nosotros mismos, y también más felices y menos preocupados. Si tienes un trato íntimo con Dios, eres una persona atractiva, toda vez que Su amor y Su luz resplandecen en ti. Te propongo algo: en alguna oportunidad, deja que el Señor te hable de ti. O pídele a otra persona que le pregunte al Señor cómo te ve Él, que describa tu belleza interior, tus virtudes, las dotes que Él quiere resaltar en ti en beneficio de otros. Deja que Dios mismo te brinde ánimo y descubrirás que puedes vivir muy contento, sabiendo que eres una singular creación Suya.(David Brandt Berg [1919-1994] fue fundador y dirigente de La Familia.)

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