sábado, 7 de noviembre de 2009

Me encuentro ante la necesidad de tomar una decisión que va a afectar mi vida de forma trascendental. He orado para que Dios me indique qué será


Si has pedido al Señor que te ayude a tomar una decisión acertada, ya has dado el primer paso de un proceso que esencialmente consta de tres. En segundo término, tienes que proponerte en tu corazón creer y aceptar la respuesta que te comunique Dios, aunque sea contraria a tu parecer o a tus deseos sobre el particular. Dicho de otro modo, debes querer sinceramente que Él tome la decisión según lo que desde Su óptica resultará mejor para ti y para todas las personas afectadas. Normalmente, ése es el paso más difícil, pues requiere que supeditemos nuestra voluntad a la Suya. Hecho eso, estamos en situación de dar el tercer paso: obtener Su respuesta. Si has pedido sinceramente a Dios que te indique cuál es Su voluntad respecto de determinada situación, lo hará. Para ello es probable que se valga de uno o de varios de los medios que detallamos a continuación en orden de importancia y confiabilidad: Número 1: La Palabra de Dios. El primer lugar donde buscamos la voluntad de Dios es en Sus Palabras consignadas en la Biblia. Él ha puesto allí las soluciones generales para casi todos los interrogantes y problemas que se nos pueden plantear en la vida. Cuando Dios nos habla por medio de Su Palabra, sabemos sin asomo de duda que lo que nos dice es verdad. Ciertos libros de orientación para el estudio de la Biblia —por ejemplo Claves para descubrir la verdad: Fundamentos y Una vida más feliz— pueden resultarnos muy útiles cuando desconocemos lo que dice la Biblia sobre un tema relacionado con una decisión a la que nos vemos enfrentados. Número 2: La voz de la Palabra de Dios. ¿Te ha pasado alguna vez que estás meditando en algo u orando por algo y el Señor te recuerda cierto versículo o pasaje de las Escrituras que arroja luz sobre el asunto? Eso se conoce como escuchar la voz de la Palabra de Dios. Puede que te haya ocurrido también, mientras leías la Biblia, que de golpe un verso o pasaje te habló directamente, como si hubiera sido escrito para ti con relación a una situación en la que estás metido. Eso también es la voz de la Palabra. El Señor aplica Su Palabra de manera específica y personalizada y te da la respuesta que buscabas. Número 3: Revelaciones directas. Dios también nos habla por medio de mensajes recibidos en profecía, o bien por medio de sueños y visiones. Si tales revelaciones no contradicen la Palabra escrita, verdaderamente provienen de Dios. Es preciso cotejarlas con la Palabra. Es estupendo recibir respuestas directamente del Señor y luego confirmarlas por medio de Su Palabra, porque entonces tenemos la certeza de que vamos por buen camino y podemos proceder con plenitud de fe. Una vez que hemos escuchado palabras del Cielo, no hay más que hablar. Número 4: Consejeros inspirados por Dios. La Biblia dice que «en la multitud de consejeros hay seguridad» (Proverbios 11:14; 24:6). Cuando procuramos hallar la voluntad de Dios respecto de determinada situación, muchas veces conviene pedir consejo o conocer la opinión de otras personas que sean espiritualmente fuertes, que conozcan bien los caminos del Señor y cuya vida evidencie el buen fruto de seguirlo de cerca (Mateo 7:15-20). Número 5: Circunstancias y condiciones (también se emplea la expresión «puertas abiertas o cerradas»). Cuando algo se ajusta a la voluntad de Dios, generalmente Él nos presenta la oportunidad de llevarlo a cabo. Inversamente, cuando algo no corre parejo con la voluntad de Dios, en muchos casos nos lo indica creando o permitiendo que surjan circunstancias o condiciones que nos impidan realizarlo. Apoyarse exclusivamente en este medio de conocer la voluntad de Dios no es muy aconsejable. Sin embargo, sí puede proporcionarnos una confirmación de lo que el Señor nos haya indicado por otros medios más confiables. Número 6: Corazonadas e intuiciones (también se habla del «testimonio del Espíritu»). Las corazonadas en algunos casos pueden ser engañosas, pero si Dios quiere que sigas cierto derrotero, en ocasiones te dará una fuerte convicción interior de que eso es lo que debes hacer. Por otra parte, si no quiere que hagas algo, Su Espíritu te advertirá que te abstengas. Conviene confirmarlo por medio de una de las otras formas de hallar la voluntad de Dios. Número 7: Señales muy definidas en respuesta a un pedido concreto (también se las llama «vellones»). A veces se puede confirmar o reconfirmar una decisión pidiendo a Dios que nos dé una clara señal. Típico ejemplo de ello es el relato bíblico de Gedeón, que se valió de un vellón para asegurarse de que había recibido bien las instrucciones del Señor (Jueces 6:36-40). Por sobre todas las cosas debemos creer que Dios nos ama y que siempre está más que dispuesto a ayudarnos a tomar la mejor decisión, la que sabe que a la larga redundará en nuestra felicidad y en la de los demás. Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). Estas palabras constituyen una promesa. (Si te interesa una explicación más cabal sobre cómo se toman decisiones prudentes y acertadas valiéndose de los medios que acabamos de presentar, solicita Conectados con Dios —colección de artículos de David Brandt Berg entre los que se cuenta Siete maneras de averiguar la voluntad de Dios— y el librito Decisiones atinadas. Si quieres saber más detalles sobre el don de profecía en particular, encarga el libro Escucha palabras del Cielo.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario