lunes, 16 de noviembre de 2009

A la sombra de la rosa


El secreto para disfrutar de una relación más estrecha con Jesús Cuenta una leyenda que un caminante halló un pedazo de greda muy fragante. Despedía un olor tan intenso y grato que sus efluvios impregnaban todo el cuarto. —Dime, ¿qué eres? —inquirió el viajero—. ¿Una perla rara de un país extranjero? ¿Un nardo exótico que de arcilla se atavía? ¿O alguna otra costosa mercadería? —No. Soy un burdo trozo de barro. —¿Y cómo es que emanas ese aroma extraordinario? —El secreto de mi fragancia misteriosa, amigo, es que he vivido a la sombra de la rosa. De los cristianos se espera que sean espejos de Jesús, que vivan como viviría Él, que se conduzcan como Él, que hablen como Él y que incluso piensen como lo haría Él. Pero ¿qué podemos hacer para lograrlo? ¿Qué hacemos para parecernos más a Él? Como nos enseña esa fábula persa, debemos vivir bien cerca de Él (2 Corintios 3:18). Si bien muchos dedicamos ciertos ratos al Señor, ¿cuánto tiempo realmente valioso pasamos con Él? Es preciso que haya momentos en que hagamos a un lado nuestros asuntos cotidianos y le prestemos toda nuestra atención, comulguemos con Él y disfrutemos de Él, de modo que lleguemos a conocerlo más íntimamente y a ser más como Él. Por muchas cualidades que tengamos, por muy dinámicos que seamos, por mucho don de gentes que poseamos y por muchas buenas iniciativas que emprendamos, si no dedicamos tiempo a Jesús, no podremos ser un buen reflejo de Él ni traslucir Su amor. El diccionario define el término comunión como trato íntimo o familiar, unión, contacto. De modo que comulgar con Jesús significa establecer un vínculo íntimo con Él. La alabanza, la oración y la lectura de la Palabra de Dios contribuyen a establecer y mantener ese vínculo. Son el alma de nuestra vida espiritual, el ingrediente vital de nuestra relación con el Señor. Cuando se incrementan nuestras obligaciones y crece nuestra carga de trabajo, muchos solemos acelerar el ritmo de vida. Eso nos conduce al estrés. Tomar un tiempo libre o explayarnos a solas o en compañía de nuestra familia o amigos puede contribuir a aliviar la tensión. Pero los amigos y la familia o los momentos de soledad no pueden suplir lo que nos ofrece ­Jesús. Los pasatiempos resultan entretenidos y relajantes, pero al mismo tiempo pueden perjudicarnos también, pues nos quitan tiempo para las cosas más esenciales, entre ellas, la más necesaria de todas: pasar tiempo con el Señor. Un error que comete mucha gente es tratar de llenar los momentos libres con más tareas o actividades cuando el Señor quiere que pasemos tiempo con Él. La forma más segura —de hecho, la única— de alcanzar una renovación total y duradera es pasar tiempo con Jesús. Necesitamos Su amor, Sus fuerzas y Su sabiduría, y la única forma de obtenerlos es dedicarle tiempo a Él. Sin embargo, el solo hecho de reservarle un espacio en nuestro ajetreado horario no es garantía de que vayamos a tener una relación más estrecha con Él. Lo que cuenta es lo que hacemos con ese tiempo. Es preciso que nos tranquilicemos, que hagamos a un lado las preocupaciones del día y dejemos que el Señor nos imbuya pensamientos positivos, alentadores y fortalecedores, pensamientos que edifiquen nuestra fe y que provengan de Su Palabra, tanto la escrita como la viviente. Jesús nos enseñó que el requisito para llevar una vida fructífera es permanecer en Él. «Permaneced en Mí, y Yo en vosotros» (Juan.15:4). «Permanecer en Jesús» significa tomar tiempo para leer Su Palabra, orar y escucharlo, a fin de seguir conectados con Él. Es fácil que la oración se convierta en puro formulismo. Una de las maneras de evitar caer en una rutina es tratar al Señor como el Amigo, Consejero y Amante que quiere ser para nosotros. Como dijo alguien en cierta ocasión: «Cuanto más ama uno a Jesús, más se deleita en estar a solas con Él. A los amantes les encanta estar a solas». El Señor, de todos modos, no nos lo impone. Él aguarda a ver hasta qué punto estamos dispuestos a abandonar otras distracciones para darle preferencia a Él. Si lo ponemos a Él en primer lugar, Su poder y Su asistencia se harán patentes en nuestra vida, más de lo que nunca habíamos llegado a imaginarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario