martes, 10 de noviembre de 2009

La ficha hospitalaria


Serían las once y media de la noche de fin de año. Mi esposo Paul y yo recibimos una inesperada llamada telefónica de un hospital de la ciudad. Aquella comunicación nos conduciría a un formidable y misterioso encuentro con un señor al que nunca olvidaremos. —Un tal McMullen ha ingresado en este sanatorio —explicó la voz al otro lado de la línea—. Su estado es de suma gravedad, y ustedes figuran en la ficha de ingreso como sus parientes más cercanos. —Ni mi esposa ni yo tenemos ningún familiar llamado McMullen —repuso Paul. Nos miramos el uno al otro desconcertados. —Es más —prosiguió—, ninguno de los dos recuerda haber conocido jamás a nadie que se llamara así. El malentendido era evidente. Sin embargo, ¿cómo explicar que en el hospital tuvieran bien registrados nuestros datos, nombre y número de teléfono? Después de colgar, no podíamos dejar de pensar en la llamada. Finalmente, resolvimos ir a ver al señor McMullen. Llegamos al hospital a la una y media de la madrugada. Al entrar en la habitación, nos encontramos con un señor de edad, canoso y de aspecto muy débil, a quien no conocíamos para nada. La enfermera le preguntó si nos conocía, y el anciano contestó que no. Al inclinarme para darle la mano, le pregunté en voz baja cómo se llamaba. —Jim —respondió, con un tono que delataba su soledad. A partir de ahí pasamos una o dos horas conversando con él. Nos habló de sí mismo, y le leímos pasajes alentadores de la Biblia. —Jesús te ama de un modo muy personal —le explicamos. Seguidamente, rezó con nosotros y aceptó la salvación que nos brinda el Señor. Al día siguiente le llevamos unas flores, y los niños le cantaron. Como una semana más tarde, Jim falleció. Sin embargo, ya no estaba solo: había hallado a Jesús, y el amor del Señor le resplandecía en los ojos. Extrañamos a nuestro nuevo amigo, pero nos alegró saber que había pasado a mejor vida. Por mucho que preguntamos, jamás llegamos a averiguar quién había escrito nuestros nombres en la ficha de Jim. ¡Quién sabe si fue un ángel enviado por el Señor el que nos puso en contacto con aquel anciano para ayudarlo a encontrar el camino al Cielo justo antes de su tránsito de esta vida a la otra!

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