miércoles, 18 de noviembre de 2009

Felicidad constante como el sol


La felicidad del espíritu es muy superior a la de la carne. La llevas siempre contigo. Ni la noche más solitaria ni las nubes más grises pueden privarte de ella. La felicidad de la carne es efímera. Depende de tu estado de ánimo, de las circunstancias, de lo visible y lo tangible. En cambio, la del espíritu viene del conocimiento de que soy tu Salvador y me intereso por ti. Esas verdades nunca cambian. La felicidad que Yo brindo es constante como el sol. ¿Acaso cuando el sol se oculta en el horizonte te angustias pensando que ha desaparecido para siempre? No. Es constante. Siempre está. Aunque cae la noche y no puedes verlo, nunca dudas de su existencia ni de que volverá a salir a la mañana siguiente. Así es la felicidad del espíritu: omnipresente, como el sol. Cuando cae la noche sobre tu espíritu y pierdes de vista la felicidad que Yo he prometido, es el momento de confiar y descansar hasta la mañana siguiente, cuando volverás a ver y sentir la luz y la calidez de Mi amor. Nunca dudes de que llegará la alborada.

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