domingo, 8 de noviembre de 2009

Es así porque Dios lo dijo

La Palabra de Dios dice que Él «es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Efesios 3:20). Como bien sabemos, los hombres no siempre son capaces de cumplir sus promesas; pero Dios sí. Él mismo las avala, de modo que si se las invocas en tu hora de necesidad, no te defraudará. ¿Alguna vez has tenido un amigo con quien podías contar en cualquier circunstancia, que te era completamente leal aunque todo te fuera mal? Los amigos de esa talla son escasos. Por eso los apreciamos tanto. Alguien dijo una vez: «Se produce un vínculo singular entre un hombre y aquello en que confía y de lo cual depende. Un lazo nos ata a aquel con cuya lealtad podemos contar aun en tiempos tempestuosos.» De igual modo, cualquiera que haya puesto a prueba y depositado su confianza en las promesas de la Biblia cuando no hallaba auxilio o esperanza alguna, cuando ya no tenía otra cosa en que apoyarse, ha descubierto que puede confiar en ellas plenamente. Sabemos por experiencia que podemos fiarnos ilimitadamente de cada Palabra y apoyar todo nuestro peso en ellas. Lo único que Dios nos pide es que manifestemos una fe sencilla, que le tomemos la palabra y aceptemos Sus promesas al pie de la letra. Hoy en día muchas personas analíticas piensan que es una ridiculez tomarse las promesas de Dios seriamente o de forma textual y entregarlas en el Banco del Cielo a cambio de lo que pedimos. Pero eso es precisamente lo que Dios espera que hagamos. Tal vez hayas oído hablar de la polémica que existe en torno a la capacidad de volar del abejorro, dado que, según los principios de la aerodinámica, el tamaño y la forma de su cuerpo con relación a la envergadura de sus alas lo imposibilitarían de practicar el vuelo. Como quiera que sea, esos razonamientos tienen sin cuidado al abejorro. Hace caso omiso de ello y vuela de todos modos. Similarmente, pese a todos los incrédulos y sus discurrimientos filosóficos, hay quienes, valiéndose de una fe y confianza infantiles, a diario acometen cosas que en opinión de los intelectuales escépticos no pueden hacerse. Quienes tienen fe se atreven a tomar las promesas de Dios tal como están, a reclamarlas y a actuar en consecuencia. Así obtienen estupendas respuestas a la oración, soluciones a sus problemas y provisión para sus necesidades. Dejemos, pues, que los filósofos se enmarañen en sus laberintos de dificultades, dudas y racionalizaciones con el objeto de ilegitimar nuestro derecho a acogernos a estas grandes y preciosas promesas. De una u otra manera, entraremos y nos haremos poseedores del cúmulo de riquezas que encierran. Están allí para nosotros. Dios nos las hace a título personal, y no dejará de cumplir Su Palabra. Es así porque Dios lo dijo, y Él lo cumplirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario