jueves, 19 de noviembre de 2009

EL VALOR DE LOS RATOS EN FAMILIA


Entre las inversiones más importantes que podemos hacer en la vida de nuestros hijos, el tiempo ocupa un lugar preponderante. No cabe duda de que los padres necesitamos refrescar a menudo ese principio elemental. Cuando llevamos un ajetreado calendario de trabajo y los niños pasan la mayor parte del día en el colegio, deberíamos valorar y aprovechar el escaso tiempo que pasamos juntos al final del día o en feriados y fines de semana. Esos ratos en familia debieran ser sagrados. Es el momento de manifestar a nuestros hijos lo importantes y especiales que son para nosotros. Tanto padres como hijos deben dar importancia a la cantidad de tiempo que pasan en familia y las actividades que realizan juntos. Sin embargo, de los padres depende que ese tiempo sea divertido y provechoso para todos. Un factor que demuestra a los niños lo valiosos que son para sus padres es cuando estos hacen un esfuerzo para que esos momentos en familia estén libres de interrupciones. En muchos hogares, el primer momento del día en que todos los componentes de la familia se reúnen es a la hora de la cena. Las conversaciones de sobremesa son provechosas, pero no suficientes. Algunos padres que han establecido vínculos firmes con sus hijos descubrieron que la mejor forma de mantener y estrechar esos lazos es apartar una hora después de cenar para pasar en familia, y asegurarse de que sean ratos constructivos, que tengan verdadero valor. Han acordado entre sí que durante esa hora no se van a distraer el uno al otro con asuntos pendientes de otra índole. Así, los niños saben que cuentan con toda la atención de sus padres. Sea que invirtamos una hora o que dediquemos más tiempo a ello, depende de cada uno de nosotros hacer un esfuerzo por dejar de lado nuestro trabajo y otras preocupaciones para dedicar a nuestros hijos el 100% de nuestro tiempo y atención. Tal vez resulte inconveniente o signifique un sacrificio, pero si lo hacemos con constancia y ponemos el empeño necesario, se notarán los buenos resultados en la vida de los chicos, que nos lo agradecerán con su amor. Para que el tiempo en familia sea provechoso, debemos entregarnos realmente a nuestros hijos. No se trata sólo de estar en el mismo cuarto, viendo juntos la televisión, por ejemplo; hay que interactuar y conversar con ellos, averiguar qué piensan. Sal del mundo de las personas mayores e intérnate en el de ellos. Diviértete. Relájate. Aprende a disfrutar de ellos. Si tienes hijos de diversas edades, conviene que realices actividades diferentes con unos y con otros. Por ejemplo, una noche mamá puede jugar con los más pequeños o leerles un cuento mientras papá hace una manualidad o labor de carpintería con los mayores, o los ayuda con sus tareas escolares. La noche siguiente pueden intercambiar papeles. Si estás solo, quizá tengas que dedicarte a los más pequeños primero, y luego que éstos se hayan ido a la cama, a los mayores. El asunto es pasar un poco de tiempo cualitativamente bueno con cada uno. Si uno de tus hijos tiene aptitud para el dibujo, la mecanografía o la música, el rato en familia puede ser la oportunidad ideal para ayudarlo a cultivar ese talento y a la vez brindarle apoyo. (Eso sí, asegúrate de que los otros no se sienten excluidos.) La clave del éxito es tener lo que se va a hacer planeado y organizado de antemano. No hace falta un sinfín de habilidades ni aparatos sofisticados para mantener felices y estimulados a los niños durante las horas en familia. Así como tus hijos son muy queridos para ti, tú lo eres también para ellos. Lo más importante, y lo que tiene el efecto más duradero, es simplemente estar juntos. Si te esfuerzas un poco, ¡todos verán los ratos en familia como la oportunidad de hacer sus actividades preferidas con las personas que más quieren!

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