viernes, 13 de noviembre de 2009

El príncipe de paz



La Luz miró hacia abajo y contempló las Tinieblas. —Allí iré —dijo. La Paz miró hacia abajo y contempló la Guerra. —Allí iré —dijo. El Amor miró hacia abajo y contempló el Odio. —Allí iré —dijo. Así, vino la Luz y alumbró. Vino la Paz y trajo sosiego. Vino el Amor y dio vida. Laurence Housman
Los infaustos sucesos de años recientes han dejado numerosos interrogantes en la conciencia popular: «¿Por qué hay tanto dolor y luchas fratricidas? ¿Por qué la matanza de los inocentes? ¿Por qué tantos flagelos y pesares?» Las tinieblas son cada vez más densas y el frío más álgido. El sol se pone, cae la noche y el mundo busca un rayo de esperanza. Laurence HousmanEsa esperanza está entre nosotros. Laurence HousmanHace dos mil años, sobre la ciudad de Belén, alumbró una nueva estrella y un ángel de Dios proclamó a un grupo de pastores: «He aquí, os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10-11). Laurence HousmanAquella noche singular Dios nos concedió el obsequio más sublime que alguien pudiera ofrecer: Su Hijo, Jesús. Aunque llegó al mundo como una criaturita indefensa, trajo consigo los más excelsos dones de parte de Dios. Una vez que se hizo grande, los fue desenvolviendo de uno en uno, enseñándonos a amar a Dios y al prójimo. Años después, al morir por nosotros, nos dejó el más grandioso de todos los obsequios: la promesa de vida eterna en el Cielo cuando nuestro tránsito por la Tierra haya tocado a su fin. Laurence HousmanJesús anhela envolver de paz el corazón de todos los hombres. Él ve la miseria, el dolor y la angustia de quienes tienen el corazón apesadumbrado. Ve a los débiles y a los que desmayan. Ve a quienes tiemblan de miedo ante el ayer y ante el provenir. Ve a los perseguidos y a los asolados por la guerra, a los despojados de toda esperanza y de una oportunidad de vivir en paz. Laurence HousmanÉl escucha nuestros lamentos y nos extiende la mano con amor. Nos ofrece una salida, una ruta de escape de nuestros conflictos internos, de nuestras pesadillas y de desesperanza. Laurence Housman«No se turbe vuestro corazón —nos dice—. Creéis en Dios, creed también en Mí» (Juan 14:1). «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da» (Juan 14:27). «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Podrás hablar con Él en cualquier sitio, en cualquier momento, y Él te responderá.
Si le extiendes la mano ahora, Él te conducirá a través de las tinieblas hacia la luz. Jesús vino al mundo a ofrecerte vida, paz y amor que no conocen fronteras, sin distinción de raza, religión, color de piel ni credo. Su amor y Su paz son para el momento actual y para la eternidad. Laurence HousmanÉl desea estar contigo en todo momento y acompañarte en toda penalidad y en todo trance. Quiere protegerte del mal. Ansía ser para ti una lumbrera cuando te envuelvan las tinieblas. Por muy sombrías que sean las circunstancias, siempre estará presente para ayudarte a sobreponerte a ellas. Laurence HousmanNunca dejará de estar a tu lado, siempre estará presto a responder tus interrogantes, a guiarte e instruirte, a consolarte y animarte. Laurence HousmanAun cuando te veas acechado por el peligro, no tendrás por qué temer ni preocuparte. Si albergas el amor de Jesús en el corazón, pase lo que pase, Él cuidará de ti. Por muy oscura que sea la noche, Su luz te iluminará. Laurence HousmanJesús será tu más íntimo y entrañable amigo. Podrás hablar con Él en cualquier sitio, en cualquier momento, y Él te responderá. Te hablará al alma y te guiará en medio de las tempestades de la vida. Laurence HousmanJesús, el Príncipe de Paz, no solo transmite paz a tu corazón aquí y ahora, sino que cuando esta vida llegue a su fin, te llevará a Su remanso de paz. En Su reino celestial ya no habrá opresión, ni guerras, ni pobreza. No habrá lugar para el dolor ni las enfermedades. No cabrán los padecimientos los pesares y la muerte; solamente prevalecerán la paz y la abundancia para todos. El mal y las tinieblas no se atreverán a entrar allí. Laurence HousmanJesús te extiende la mano ahora. ¿Aceptas Su amor?
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Si aún no has aceptado el don de la vida eterna y el amor que Jesús te ofrece, puedes hacerlo ahora mismo mediante la siguiente plegaria:
Jesús, quiero recibir Tu regalo de amor, un amor que satisfaga mis anhelos, que me permita iluminar la vida de mis semejantes y llevarlos a encontrar la felicidad verdadera. Te ruego que me perdones mis pecados y que entres en mi corazón como mi Señor y Salvador. Lléname, por favor, de Tu Espíritu Santo y ayúdame a dar ejemplo de Tu amor, para que se despierte también en los demás el deseo de abrirte el corazón y recibir Tu amor.

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