sábado, 14 de noviembre de 2009

El matrimonio


¿Qué es el matrimonio? Es una unión, un vínculo, es fundirse en un solo ser. El matrimonio es compañía y amistad. Es pasar tiempo juntos, hacer las cosas en unidad, realizar actividades juntos sin desear que fuera de otra manera. El matrimonio es comprensión. Es ser ciego a las faltas del otro. Es ser considerado en todos los sentidos: no hacerle perder tiempo al cónyuge, tener en cuenta sus sentimientos y aspiraciones. El matrimonio es velar por el otro. Es preocuparse por él. Es desvivirse por que el otro esté bien atendido y tenga todo lo que necesita. El matrimonio es amabilidad. Es decir palabras amables y traducirlas en obras. El matrimonio es apoyo. Es apoyar al otro en sus esfuerzos, en las actividades que emprende, en los buenos y en los malos momentos. Es brindarse apoyo moral y material, con oraciones y en todos los sentidos. Es animarse y alentarse el uno al otro en los momentos de desánimo. El matrimonio consiste en agacharse para levantar al otro. Es ser fuerte cuando el otro está débil. El matrimonio es protección. Es protegerse mutuamente de daño, tanto físico como emocional. El matrimonio es interés por proporcionarle al otro lo que le hace falta. Es hacer lo que corresponde para que el cónyuge tenga sus necesidades atendidas. Es llevar cada uno la parte que le toca de la carga. El matrimonio es trabajar con ahínco día tras día. Es desvivirse por atender a las necesidades de del cónyuge de la forma que sea posible, aunque no se tengan ganas. El matrimonio consiste en echar una mano. El matrimonio entraña sacrificio. Es entregarse por amor al otro. Es estar dispuestos a dejar de lado las propias ideas y deseos para hacerse felices mutuamente. El matrimonio se basa en una entrega continua. Es ceder, ser flexible, amalgamarse el uno con el otro. Es tomarse molestias por el otro. Exige compasión. Es preferir su felicidad a la propia. El matrimonio se edifica a base de concesiones mutuas. Es turnarse. En el matrimonio no hay espacio para el unilateralismo. Es sumisión. Es dar una oportunidad al otro. Es vivir, amar y ayudarse mutuamente. En el matrimonio aprende el uno del otro. Es una escuela de humildad. El matrimonio exige una actitud abierta, desprovista de prejuicios. El matrimonio consiste en ponerse en el pellejo del otro, en escuchar y comprender. El matrimonio significa estar el uno junto al otro, tanto en las malas como en las buenas. El amor conyugal no pierde vigencia ni en las duras ni en las maduras, por difíciles que se pongan las pruebas y las batallas. El verdadero amor conyugal nunca pierde la esperanza. Siempre está a disposición del otro, siempre se puede contar con él, siempre tiene los brazos abiertos para acoger al otro, para entregarle amor, para consolarlo, sostenerlo y cuidarlo. El matrimonio es aprender a no ofenderse por pequeños agravios. El matrimonio es sinceridad y buena comunicación. Es estar dispuesto a expresar los pensamientos y sentimientos con toda humildad. Es hablar, comunicarse, orar, comentar las cosas juntos, transmitirse ideas y ponerse de acuerdo. No deja que se vayan levantando barreras por no prestar atención a las diferencias; al contrario, halla salidas, crea soluciones. El matrimonio es caminar de la mano y unirse de corazón. El matrimonio es un descubrimiento. Es descubrirse el uno al otro, llegar a conocerse el uno al otro y todas las cosas chistosas que hace y dice el cónyuge. El matrimonio requiere buen sentido del humor. Es tomarse ratos de esparcimiento juntos y disfrutar el uno del otro. El matrimonio es respeto. Es tener fe en el otro y aceptarlo tal como es. Es darse cuenta de que uno no está entero sin su media naranja. El matrimonio puede ser la experiencia más satisfactoria y fortalecedora que se tenga en la vida.
POR DICTAMEN JUDICIAL Cierta vez, en un tribunal civil, una mujer enumeró todas las faltas de su marido ante al juez. Simplemente no podía vivir con aquel hombre un día más, alegó. Luego de una larga perorata, hizo una pausa para recobrar el aliento, y el juez le preguntó: -Y ¿cómo es que se casó con él? Alguna cualidad debía de tener para que se sintiera atraída por él. ¿Qué era? -Pues -le dijo-, que era muy bueno y muy trabajador, que se preocupaba de mantenernos, quería a los niños y era fiel. -¿Y ya no lo es? -preguntó el juez. -Pues... sí. Lo que pasa es que ¡el hombre es un desastre! ¡Deja la ropa tirada por el suelo, nunca cuelga ni guarda nada, siempre llega tarde a cenar, le cuesta levantarse por la mañana, se mete el dedo en la nariz en público, y si le quemo la tostada, ¡se me queja! Eran todas ofensas relativamente insignificantes. -Muy bien -le dijo el juez-. Este es mi dictamen preliminar. Váyase a su casa y fije el pensamiento en esas buenas cualidades por las que al principio lo quería y se casó con él. Procure no pensar siquiera en esas cositas que Él hace y que tanto la molestan a usted. Si al cabo de 30 días todavía quiere divorciarse, venga a verme. El juez nunca más vio a la señora. Adaptación de una anécdota contada por D.B.B.
El matrimonio es darse cuenta de que uno no está entero sin su media naranja.

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