lunes, 2 de noviembre de 2009

El maravilloso mundo del mañana


Cuando rezas el Padrenuestro, ¿te has detenido alguna vez a pensar en la parte que dice: «Venga Tu reino; hágase Tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo»? (Mateo 6:10, Biblia de Jerusalén). Nosotros que amamos y conocemos al Señor ya tenemos el Cielo en nuestro corazón, gracias a Dios; pero ¿hay mucho Cielo en la Tierra hoy en día? No. Lo que abunda es confusión, egoísmo, infelicidad, guerra y luchas por doquier. En dos palabras, ¡un infierno! Dentro de poco el Señor rectificará todo esto y establecerá Su propio reinado de paz, bondad, justicia, misericordia y amor. Entonces Su reino no sólo estará en nuestro corazón, sino que ocupará toda la extensión de la Tierra. El reino de Dios se instalará de verdad en este mundo, con todo su poder y gloria. Pero antes que pueda darse esta transformación, tienen que ocurrir varias cosas: En primer lugar, deberá subir al poder un dirigente mundial de carácter malévolo que la Biblia llama el Anticristo. Regirá el mundo por un lapso de siete años. La segunda mitad de este período será una época turbulenta denominada la Gran Tribulación (Mateo 24:21; Apocalipsis 7:14), durante la cual el Anticristo y sus fuerzas perseguirán a los hijos de Dios pero no podrán vencerlos del todo. (Apocalipsis 13:7; 11:3-5). Luego Jesús reunirá sobrenaturalmente a todos Sus seguidores salvos —tanto a los que estén vivos como a los que ya hayan muerto— y les dará cuerpos gloriosos dotados de poderes sobrehumanos (Mateo 24:31; 1Corintios 15:51,52; 1 Tesalonicenses 4:16,17). De ahí se los llevará volando al Cielo para celebrar la magnífica cena de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-9). Mientras tanto, en la Tierra, el Anticristo y sus impíos seguidores sufrirán la pavorosa ira de Dios (Apocalipsis, capítulo 16). Pertinaz hasta la muerte, este endiablado personaje reunirá su gente para intentar aplastar a sus opositores, a los pueblos que se hayan negado a adorarlo o a aceptar la Marca de la Bestia (Apocalipsis 13:16-18). En ese momento Jesús y Sus seguidores retornarán para derrotar a las fuerzas del Anticristo en la Batalla de Armagedón (Apocalipsis 16:14,16; 17:14; 19:11-15). Por fin entonces acabará Jesús con el cruel y destructivo dominio de los hombres y establecerá el reino de Dios en la Tierra por espacio de mil años. Regirá el planeta en persona, secundado por todos Sus seguidores (Jeremías 23:5,6; Apocalipsis 19:5; 20:6). Los pueblos que sobrevivan serán privilegiados, toda vez que vivirán bajo el régimen más justo y perfecto que se haya establecido jamás en el mundo (Isaías 11:1-5). Cesarán todas las guerras. Los hombres «volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Isaías 2:4). Gozarán de paz y abundancia, tal como Dios lo dispuso en un principio, y nada hará mal ni causará daño en todo el reino de Dios (Isaías 11:9). No habrá animales carnívoros, ni serpientes e insectos ponzoñosos, ni ningún bicho perjudicial. Ni el hombre ni las fieras tendrán necesidad de consumir carne. Reinará, por tanto, la paz entre todas las especies. La Escritura llega a decir que un niño guiará de una parte a otra a los animales antes considerados salvajes. Los chiquillos jugarán con leones, tigres, leopardos y elefantes, y los tratarán como mascotas. «Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora» (Isaías 11:6-8). Dejarán también de existir las espinas, los cardos, las malas hierbas y las plantas venenosas que surgieron a consecuencia de la maldición que el hombre se echó encima al apartarse de Dios (Isaías 55:13; Génesis 3:17,18). La Tierra será un paraíso de características celestiales, una reedición del Edén. Allí gozaremos plenamente de los placeres originales de la creación. ¡Será un lugar de ensueño! Pasarán a la historia los medios de transporte modernos que producen contaminación, dañan el ambiente y causan la muerte de miles de seres humanos. Nos liberaremos del afán consumista y de la febril competitividad que nos empuja a un ritmo endiablado y no nos permite disfrutar ya de la vida. En cambio, el mundo en buena parte retomará los medios pacíficos de transporte creados y dispuestos por Dios, como son el caballo, el camello, la carreta, el buque de vela y otros. No habrá más fábricas que arrojen humo y gases, y se desecharán las máquinas destructivas. El mundo retornará a la bella época en que la gente se tomaba tiempo para disfrutar de la hermosa creación de Dios y de las maravillosas criaturas que nos dio para las faenas del campo y para el transporte. No será una sociedad primitiva, pero sí una en que prevalezca la paz. Además, las enfermedades y dolencias prácticamente desaparecerán. La Biblia dice que si alguien muere a los 100 años de edad será considerado un niño (Isaías 65:20). Es posible que la gente vuelva a vivir cerca de mil años, como acontecía en la era antediluviana. Recuerda, eso sí, que durante esos mil años todos los hijos de Dios que estén salvos tendrán ya nuevos supercuerpos inmunes a la muerte. Asimismo ayudarán a Jesús a transmitir Sus enseñanzas a los millones —quizá miles de millones— de seres humanos normales, mortales, que habitarán el planeta durante dicho milenio. «La Tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar» (Isaías 11:9).

No hay comentarios:

Publicar un comentario