miércoles, 25 de noviembre de 2009

El espejo


Aunque fuera brillaba el sol, mi mente estaba oscurecida por nubarrones. Era una mañana ideal, de esas que lo invitan a uno a salir para inhalar la fragancia del rocío fresco y bañarse en el esplendor de los primeros rayos del sol. Sin embargo, apenas si miré por la ventana. Hice caso omiso de aquella imagen de perfección y me dirigí raudamente al espejo. No me gustó lo que vi en él. Llevaba meses poniendo ese espejo delante de mí. No sé de dónde lo saqué. El hecho es que un día observé mi imagen en él y de ahí en más no pude dejar de hacerlo. Durante mucho tiempo había dejado de notar muchas otras cosas. El espejo siempre se me ponía delante. Me devolvía la mirada y me recordaba todas mis imperfecciones. Nunca me mostraba otra cosa que no fuera todos los aspectos en los que no daba la talla, todas las situaciones en que había fallado, todos los rasgos que me hacían inferior. Y nunca me dejaba en paz. A lo largo de aquel espléndido día tuve muchas ocasiones de reír con amigos, de sonreír a los niños, de ayudar a alguien. Se me presentaron muchas oportunidades de disfrutar de felicidad. Pero lo único que veía era mi propia imagen reflejada en aquel espejo. Estaba ciega a todo lo demás, perdida en mi mundillo, en el que solo había cabida para mi espejo y para mí. Aunque fuera brillaba el sol, mi mente estaba oscurecida por nubarrones. Todo lo que me sucedía parecía confirmar que nadie se interesaba en mí o notaba siquiera mi presencia. Miré mi espejo, que me dijo que yo no tenía ninguna cualidad digna de admiración. Tenía demasiados defectos para que alguien me amara o para ser feliz. Observaba las risas, las sonrisas y las experiencias felices de los demás, pero desde cierta distancia, desde mi rincón, mirando de vez en cuando por encima de mi espejo. «¿Cómo pueden ser tan felices? ¿Acaso no se dan cuenta de que estoy aquí? ¿No ven cuánto estoy sufriendo?» Cada vez que trataba de salir de mi rinconcito, el espejo me decía a voces que no tenía caso hacerlo y me ponía delante de la cara mi propia imagen. Yo me quedaba mirándola fijamente. ajena al mundo, y me hundía cada vez más en el oscuro abismo del desaliento y la desesperanza. Entonces se me ocurrió: «¿Por qué no cubro el espejo? Es cierto que tengo defectos, que nunca voy a ser perfecta, que voy a seguir cometiendo errores. ¿Y qué? No puedo pasarme la vida haciendo caso omiso de toda esperanza de felicidad por el solo hecho de no tener todas las buenas cualidades que quisiera tener. Más me vale olvidarme de mí misma e interesarme en los demás, ignorar el espejo y ser más feliz». Me tomó mucho esfuerzo, pero finalmente cubrí el espejo. Al principio me sentía insegura sin él. Me sentía expuesta, vulnerable. Me incomodaba la idea de que la gente pudiera aceptarme tal como era, con todas mis falencias, defectos y todo lo demás. Sin embargo, pronto me di cuenta de que cuanto más me permitía actuar con naturalidad y más me interesaba en los demás —aunque al principio me resultó difícil—, más feliz era. El resplandor y la calidez de los rayos de una paz bendita y duradera penetraron los nubarrones que se arremolinaban sobre mi cabeza, disipándolos por completo. El espejo sigue ahí. Nunca va a desaparecer. Pero lo mantengo fuera de mi vista. Persiste el peligro de volver a tomarlo y quedar nuevamente cautiva de él. Podría regresar a mi anterior estado de depresión, retraimiento, introversión y automarginación. Pero cada vez que tengo la tentación de echarle un vistazo, me repito cuánto más feliz soy ahora, desde que acepté mis imperfecciones y me propuse no dejar que me abatieran. Aunque nunca voy a ser exactamente como desearía, tengo mucho que ofrecer a los demás. Y no puedo hacerlo si me quedo absorta mirándome al espejo. Esta mañana, cuando desperté, caía una lluvia fría y torrencial. Los truenos retumbaban, y las densas nubes me impedían ver el sol. Aunque el tiempo era deprimente, en mi corazón brillaba el sol, y el cielo estaba teñido de azul. ¡Era un día perfecto!
Julia Kelly es voluntaria de La Familia Internacional en los Estados Unidos.

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