miércoles, 4 de noviembre de 2009

Dios aún nos habla


Dios no ha muerto. Vive y se encuentra en perfectas condiciones. No solo es capaz de hablar a Sus hijos como en otros tiempos, sino que está más que deseoso de hacerlo. Es más, ¡quiere hablarte a ti personalmente! Puede que te preguntes: Pero, ¿cómo es posible? Para entender la respuesta a dicho interrogante —cómo es posible que el gran Creador del universo pueda comunicarse contigo o que siquiera tenga deseos de hacerlo— debes comprender primero el inmenso amor que siente por ti. Él te ama tanto que envió a Su único Hijo, Jesucristo, a morir por tus pecados, a fin de que pudieras recibir el perdón y el don divino de la vida eterna en el Cielo, con solo creer en Jesús y aceptarlo como Salvador. Si bien Él murió por los pecados de toda la humanidad, lo hubiera hecho solamente por ti. ¡Hasta tal punto te aman Él y Su Padre! Por amor, Dios te obsequió también la Biblia, en la cual te explica cómo vivir en amor y en armonía con Él y con los demás. Las Palabras divinas contenidas en ese libro son una fuente inagotable de fe, consuelo, aliento, instrucción, sabiduría y fortaleza espiritual. Sin embargo, no se limitó a eso. Te ama tanto que además de comunicarse contigo por medio de la Palabra escrita, también quiere hacerlo directamente. El amor que te tiene lo lleva a interesarse por ti como individuo, por todos los aspectos de tu vida. Él sabe que abrigas interrogantes y conflictos, y desea darte las respuestas y soluciones a los mismos. También pretende dirigirte palabras de amor y de ánimo para incrementar tu fe y confortarte durante momentos difíciles. Sobre todo, quiere que sepas cuánto te ama a ti en particular. Con miras a eso concibió un medio de comunicación de dos vías, un canal entre Él y tú, a fin de que pudieras dirigirte a Él por medio de la oración y escuchar las palabras que Él te habla específicamente a ti. Pero ¿qué pasa si no te consideras muy espiritual o no te sientes muy cerca de Dios? Te alegrará saber que Él le habla a cualquiera que manifieste una fe infantil, por pequeña que sea. Y quiere hablarte a ti, a fin de darte ocasión de conocer Su infinita sabiduría y Su ilimitado amor. Desea conducirte paso a paso hacia una relación más estrecha con Él y hacia una comprensión más cabal de Su voluntad y Su forma de proceder. Dios es capaz de hablarte de muy variadas formas. Mientras lees la Biblia, puede hacer que determinado pasaje llame tu atención e indicarte de qué forma se aplica a tu situación o responde un interrogante que te hayas planteado. En ocasiones puede que ni siquiera te hable con palabras, sino que más bien te dé una impresión o corazonada, algo así como un conocimiento intuitivo sobre algo concreto. Puede que te hable por medio de visiones o sueños muy vívidos. En otros casos quizá te hable por medio de terceros, consejeros inspirados por Dios que pueden ayudarte con su buen criterio y experiencia. No obstante, de todos los medios por los que Dios puede comunicarse contigo, quizá ninguno sea tan sublime ni tan eficaz como el don de profecía. Más que predecir, profetizar es pronunciar palabras de inspiración divina. Dicho de otro modo, consiste en recibir mensajes directos de Dios. Cuando alguien escucha mentalmente palabras que —considera— provienen de Dios, y las expresa o las escribe, está profetizando. Tú mismo puedes escuchar palabras del Cielo. Pon a Dios a prueba. Inténtalo y verás si no abre las ventanas de los Cielos y derrama sobre ti multitud de bendiciones y tesoros: las Palabras que te dirija a ti en particular.

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