miércoles, 4 de noviembre de 2009

De las pruebas salen perlas


Una ostra abrió su concha de par en par en el lecho marino. Sus branquias recogían partículas de alimento del agua que pasaba. De pronto, un enorme pez levantó de un coletazo una nube de arena. ¡Arena! ¡Qué poca gracia le hacía la arena a aquel molusco! Tan áspero elemento le amargaba la vida. ¡Qué mal lo pasaba cada vez que entraba un poco de arena en su interior! Consciente de la incomodidad que le acarrearía, la ostra se apresuró a cerrar la concha; pero ya era tarde. Un molesto granito de arena logró alojarse entre su cuerpo y la concha. ¡Qué fastidioso era para ella aquel granito de arena! Casi al instante, sin embargo, ciertas glándulas con las que Dios la dotó se activaron y comenzaron a envolver el incómodo granito de arena en una sustancia suave e iridiscente. Año tras año, la ostra añadió más capas de aquella sustancia al granito de arena, hasta que terminó produciendo una hermosa perla reluciente, de gran valor.
* * *
Nuestras vicisitudes son en cierta forma como ese granito de arena. Los conflictos y contrariedades nos irritan. No nos explicamos por qué los tenemos y por qué nos producen tanta molestia y disgusto. Sin embargo, si damos lugar a la mano de Dios en nuestra vida, Su gracia comienza a obrar milagros con nuestros problemas y flaquezas. Nos volvemos más humildes, oramos con mayor fervor, estrechamos nuestra relación con el Señor, obramos con más acierto y aprendemos a hacer frente a las contrariedades con mayor eficacia. Dios escribe derecho con renglones torcidos, y no tarda en transformar los toscos granos de arena que nos trae la vida en valiosas perlas de entereza, que llegan a ser fuente de esperanza y contribuyen a levantar el ánimo de muchas otras personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario