miércoles, 18 de noviembre de 2009

Contra viento y marea


Ayer el mar estaba en calma. Te prometiste que zarparías y nada te detendría. Tenías el corazón dispuesto y te sentías lleno de valor. Empuñaste el timón, y la suave brisa te infundió tranquilidad. Así, emprendiste la travesía. Pero hoy... pareciera que no se ha disipado la oscuridad de anoche. La lluvia azota la embarcación. Gigantescas olas rompen desafiantes a tu alrededor y la bruma te obstruye el campo visual de modo que no ves más allá de la proa. Pero no es necesario ver. Algo te impulsa a seguir adelante: el mismo sentimiento que ayer te daba paz. Ese sentimiento es la fe, la creencia en lo que no se ve. Esa fe ya había previsto esta prueba y se había preparado para superarla. Es una fe que te dice que el sol acabará por abrirse paso entre los negros nubarrones. Esa certeza mantiene a flote tu espíritu y te guía. Una composición ideal: arriba el cielo, a tus pies el mar, y tú en medio. Estás a salvo porque tienes fe. Navega sin fijarte en la tormenta. Pon la mira más allá, donde te aguarda tu destino. Hoy es el mañana con el que soñaste ayer. La tempestad arrecia —nadie lo puede negar—, pero la fe no conoce límites, profundidades ni fronteras. Siempre que tu fe en Dios sea firme, podrás capear todo temporal y surcar todo mar. ¡Avanza contra viento y marea! Nyx Martínez es misionera de La Familia en Uganda.

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