jueves, 19 de noviembre de 2009

Con la verdad por delante


Un padre explicó cómo se había percatado de su hipocresía. Resulta que su hijo obtenía calificaciones muy bajas en lenguaje. A pesar de las reprimendas y de las horas adicionales de estudio, no mejoraba. Un día le dijo a su padre: —Me imagino que tú siempre sacabas la nota máxima en lenguaje. —¿Qué te hace pensar eso? —preguntó el papá. —De lo contrario no me regañarías tanto. Su forma de corregir al chico le había dado a entender algo que no era verdad. —Lo cierto es que a mí también me costaba mucho el lenguaje —admitió el padre—, sobre todo la ortografía. A partir de aquel momento el chico mejoró, pues dejó de sentirse inferior y fracasado. Viendo que su papá había logrado superar la misma dificultad, recobró la esperanza. ANÓNIMO

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