sábado, 21 de noviembre de 2009

Combatir la depresión


He aprendido a confiar en Dios y lo he visto responder algunas de mis oraciones. No obstante, estas no parecen tener efecto cuando lo que me hace falta es sobreponerme a los ataques de depresión que me aquejan de vez en cuando. ¿Por qué, cuando más lo necesito, Dios parece tan distante? Actualmente proliferan en el mundo la depresión y la ansiedad, incluso la depresión crónica, tan agobiante que la gente pierde todo deseo de vivir. Cuando uno es víctima de un ataque de depresión, a veces cuesta saber qué hacer o cómo afrontarlo. Pero aunque te dé la impresión de haber descendido al mismísimo infierno —y a veces el mundo actual eso parece—, el Señor estará contigo ahí también. Mira lo que dice el Salmo 139: «¿A dónde me iré de Tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de Tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás Tú; y si en el Seol [morada de los muertos] hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano, y me asirá Tu diestra» (Salmo 139:7-10). Jesús prometió: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13:5). Lo que más te ayudará a mantenerte optimista y positivo, libre del dominio de la depresión, o a salir del hoyo al que has sido arrastrado por ella, será mantener una buena conexión con Dios leyendo Su Palabra y acudiendo a Él en oración. El amor del Señor siempre está a tu disposición. Incluso en los momentos en que te sientes abatido, muy desanimado o deprimido, y no te parece posible que el Señor te ame o se preocupe por ti, Él te sigue amando. Algo fundamental que debes recordar es que no es Dios quien te desalienta y te deprime, sino el Diablo. Lo que éste persigue es separarte de Dios, y una de las tácticas que más utiliza para lograr su propósito es decirte que Dios a ti no te ama. Primero consigue que te deprimas acerca de alguna otra cosa —con frecuencia algo insignificante que él exagera un montón—, y luego trata de hacerte dudar de Dios e incluso te pincha para le eches a Dios en cara que no acudiera de inmediato a rescatarte. Te tienta a dudar del amor de Dios, a dejar de creer que Él se interese por ti. Hasta te incita a dejar de creer que exista. Por lo que más quieras, ¡no te tragues esas mentiras! Aférrate a tu fe y ten confianza en el Señor. A la hora de la verdad, Jesús es tu única esperanza y el único que te ayudará a superar las dificultades que actualmente afrontas y las que con seguridad se te presentarán más adelante. Quienes optan por aferrarse a su fe en los momentos difíciles descubren que es posible conservar la fe, y que Dios, en efecto, los ayuda a superar sus problemas. Puede que no suceda de forma inmediata, como habrían deseado o como se lo pidieron; pero en última instancia Dios se encarga de que las cosas marchen mejor que si hubieran afrontado la situación por su cuenta abandonando su fe. Y así se dan cuenta de que su fe puede ayudarlos a superar las dificultades, y que su conexión con Dios por medio de la fe es el arma más eficaz que poseen para combatir la depresión. De modo que si te asaltan sentimientos de depresión, melancolía o desesperación, si llegas a pensar que Dios no te ama o si estás triste por la razón que sea, no trates de superarlo por tu cuenta. Reconoce que la depresión es un ataque espiritual inducido por el Enemigo y plántale cara firmemente en espíritu. A menudo conviene solicitar oración y aliento a personas que te conocen, te aman y comprenden la batalla espiritual que estás librando. Pero aún en el caso de no tener a quién acudir, clama a Dios e invoca Su ayuda. Él estará a tu lado listo a socorrerte. Tú no eres más fuerte que el Diablo, pero Dios sí. Pídele que acuda en tu defensa, ¡y lo hará! Él te ama y está más que dispuesto a luchar por ti.

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