domingo, 29 de noviembre de 2009

¿BUSCAS PAZ?


«¡Gloria a Dios en las alturas —proclamaron los ángeles la noche en que nació Jesús— y en la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2:14). Aunque la humanidad lleva miles de años aspirando a la paz, y esta nunca se anhela tanto como en Navidad, todavía se nos escapa de las manos. Actualmente en casi todos los continentes siguen produciéndose cruentas contiendas. Como decía una conocida canción de Pete Seeger de los años sesenta: «¿Qué pasó con las flores? [...] ¿Cuándo aprenderán? ¿Cuándo aprenderán?» La paz auténtica en todas las esferas —tanto en el terreno internacional como en el personal— es hoy más difícil de alcanzar que nunca. En la Biblia la palabra paz es mucho más que un antónimo de hostilidad. Lleva aparejado el sentido de salud y bienestar. Dos términos hebreos expresan el concepto de paz en el Antiguo Testamento: shalom (paz) y shalem (salud o plenitud). La palabra paz incluía los conceptos de paz interior (espiritual y emocional), salud, abundancia y armonía con la vida en todo aspecto, incluso en situaciones borrascosas en que los sobresaltos y contrariedades atentan contra todo género de paz. En el Nuevo Testamento se emplea más de cien veces la palabra griega eirene para describir la paz, tanto en sentido figurado como literal. Por ejemplo, la expresión «ve en paz» significa «abrígate y come bien» (Santiago 2:16). La noche antes de Su crucifixión, Jesús dijo a Sus discípulos: «La paz os dejo, Mi paz os doy. [...] No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo» (Juan 14:27). Al igual que en el Antiguo Testamento, la paz es mucho más que una simple ausencia de conflicto en la sociedad. Es una sensación muy viva de bienestar interior que procede de Dios y que, como un bien preciado, se nos concede a los que aceptamos a Jesús, el Príncipe de Paz, sin el cual no es posible la paz verdadera. Tú también puedes disfrutar de esa paz, tanto en lo personal como en tus relaciones con los demás. La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, es algo sumamente concreto y práctico. ¡Puedes acceder a ella hoy mismo! No hace falta que esperes a que se establezca la frágil y efímera paz humana. Por más que en el mundo reinen el desorden y la confusión, puedes gozar de paz interior gracias al Príncipe de Paz. Aunque a tu alrededor haya guerra, agitación y caos, puedes permanecer inmune a todo eso interiormente. ¡Jesús nunca duerme! Está siempre en vela, junto con Sus ángeles. Conoce cada cabello tuyo. Todo está en Sus manos. Dice un himno clásico: «Me esconde Jesús en el firme peñón que sombra a la tierra le da y me hace vivir amparado en Su amor, seguro y a salvo del mal». Él es tu paz. Tu ayuda proviene de Él. En Él está tu confianza. Debes depositar tu confianza en Jesús, la base más sólida que puede haber. Esta Navidad Jesús ofrece a cada persona de la Tierra auténtica paz y consuelo, vida y amor eternos. Todo ello viene incluido en el regalo de salvación que nos hace, cuyo valor es incalculable.

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