lunes, 26 de octubre de 2009
¿Te sientes solo?
¡Todo era perfecto para Adán en el Paraíso! Todo menos... Lo que pasaba era que no encontraba exactamente las palabras para describirlo. Desde luego no tenia ninguna queja. Dios en su amor había provisto de todo para Adán en aquel paraíso celestial. Todo era hermoso, maravilloso, pero... en el fondo de su corazón sentía un vacío extraño. El Señor entendía aquella emoción profunda. Y había permitido que Adán la sintiera para mostrarle que nunca sería totalmente feliz con aquellas cosas creadas por El hasta que encontrara un ser como él con quien compatirlas. Por tanto, Dios decretó lo siguiente: «No es bueno que el hombre esté solo; lo haré una compañera. (Génesis 2:18) ¡Y al poco tiempo, Adán tuvo su Eva! Así pues, Dios no quiere que las personas estén ni vivan solas. Su propósito es que vivamos, amemos y compartamos nuestras vidas en unidad con otras personas, formando familias. «Dios hace habitar en familia a los solitarios.» (Salmo 68:6) ¡Por eso, teniendo en cuenta la enorme desintegración que ha experimentado la vida familiar en nuestra sociedad actual, no es de extrañar que la soledad sea un problema más grave que nunca en toda la historia! Como «el amor de muchos se ha enfriado», tal como predijo Jesús que sucedería en los últimos tiempos (Mateo 24:12), cada vez hay más personas que se sienten solas. Y ya no es un problema limitado únicamente a las personas de edad. También es una gran preocupación para los niños y adolescentes. ¡Un estudio realizado recientemente en EE.UU. indicó que el motivo principal de queja de los niños en edad escolar en las ciudades era la soledad! ¡La profesión médica puede dar fe de que cada vez hay más médicos que consideran la soledad un peligro para la salud! Las investigaciones demuestran que las personas que viven solas necesitan tratamiento médico con mucha mayor frecuencia que las casadas. La soledad puede ser causa también de hábitos perjudiciales para la salud, como por ejemplo fumar y beber más, y puede producir una tendencia a hacer cosas arriesgadas, como por ejemplo conducir a gran velocidad. La proporción de suicidios entre las personas que viven solas es cinco veces mayor de «lo normal». ¡Pero el remedio para la soledad no son pastillas, y mucho menos el suicidio, sino otra persona! Los solitarios necesitan compañía, alguien con quien compartir su vida. A nadie le cuesta entender que Adán no pudiera vivir solo en el Paraíso, ¡pero el caso es que en el mundo actual las personas se dicen a sí mismas que son capaces de vivir solas! Este mito de la independencia, que vemos ensalzado todos los días en la publicidad y los medios de difusión, hace que parezca que es señal de debilidad reconocer que nos necesitamos unos a otros. Se nos dice que cada uno debe pensar primero y antes que nadie en sí mismo, y que, por encima de todo, su razón de vivir debe ser «primero yo» y no preocuparse por los demás. Es de extrañar entonces que tantas personas se sientan solas hoy en día? Y más en las ciudades, cuya vida urbana se ha descrito muy apropiadamente diciendo que millones de personas viven juntas en soledad, que un montón de personas vivan alrededor de uno no basta en sí para aliviar la soledad, porque la soledad proviene de estar aislado de los demás, no simplemente separado. Desgraciadamente, la soledad se la busca con frecuencia uno mismo. Las personas construyen murallas a su alrededor y luego se quejan de su soledad. ¡En vez de puentes construyen murallas! ¿Cómo se puede «remediar» la soledad? El siguiente proverbio resume sencillamente la solución: «Amar al prójimo nos da felicidad; amarnos a nosotros mismos nos da soledad.» Meditemos en la siguiente anécdota: Había una vez una mujer que estaba muy sola y siempre estaba a la busca de nuevos amantes, nuevos amores, pero nunca encontraba uno que la satisficiera, que durara o que aliviara su soledad. ¿Por qué? ¡Porque siempre buscaba que le dieran amor, ser objeto del amor de alguien, ser amada! Pero cuando le aconsejaron que tal vez tenía que aprender a dar amor y a amar desinteresadamente por el bien y la felicidad de otros, al cabo de años de búsqueda, lo descubrió como una idea que nunca se le había ocurrido! No tardó en descubrir lo que siempre había estado buscando: ¡amor de verdad! ¡Y lo encontró al buscar a otras personas a las que ella pudiera hacer felices dándoles amor! ¡Esa es la clave, la solución sencilla para la soledad! Y ha sido la misma desde la creación del hombre: ¡quien da amor, recibe amor! Si te preocupas sinceramente por los demás y les muestras amor a ellos, éstos se preocuparán por ti y te mostrarán amor a ti! ¡Claro que si somos cristianos podemos compartir con ellos el mejor Amor de todos, del mejor Amante de todos, Jesús mismo! ¡Y por ser cristianos, ésa es la manera en que debemos amar y extender la mano para ayudar a los demás: hablándoles de Jesús, el único que puede satisfacer ese anhelo tan profundo que tiene todo corazón humano de amor y comprensión totales! Pues sabemos que sólo en Jesús se puede hallar satisfacción completa y definitiva, ya que El es el único que puede remediar verdaderamente la sensación de vacío y soledad que todos sentimos a veces, por muchos amigos o familiares que nos rodeen. El Señor ha creado un lugar especial en nuestros corazones que sólo El puede ocupar. Porque aunque el cuerpo es de este mundo y lo satisfacen las cosas terrenales, el espíritu humano, esa personalidad intangible del verdadero ser que mora en el cuerpo, nunca estará totalmente satisfecho sin la unión total con el gran Espíritu amoroso que lo creó. ¡Naturalmente, Jesús quiere que nos amemos y tengamos unidad unos con otros, pero el lugar predominante en nuestro corazón debe estar reservado para El! Como dice ese himno: ¡Sólo Cristo, sólo Cristo, sólo El satisfará!» Y aunque tengamos a una persona querida físicamente a nuestro lado, siempre tendremos ese anhelo profundo en nuestro interior que únicamente podremos saciar entregándole a Jesús todo nuestro corazón y acercándonos a El! ¡Lo cierto es que éste es otro aspecto de la soledad! Hay ocasiones en que puede que hasta nos convenga sentirnos un poco solos! ¡Hay veces en que el Señor permite que nosotros, sus hijos, nos sintamos solos para que enriquezcamos y profundicemos nuestra relación con El! Me recuerda a la anécdota sobre George Matheson, el famoso autor de himnos cristianos. ¡Estaba profundamente enamorado y a punto de contraer matrimonio, cuando el médico le dijo que estaba perdiendo la visión y en seis meses se quedaría ciego! Como es natural, esto le produjo gran pesar, pero no le parecía justo no decírselo a su novia ni presentarle la alternativa de si todavía quería casarse con él. Pensaba que si realmente lo quería todavía querría casarse con él y cuidarlo. Aquella noche fue a casa de ella y estuvieron sentados en el sofá tomados de las manos y conversando sobre esto y lo otro, hasta que finalmente se armó de valor para decirle: «Tengo una noticia muy mala que darte, mi amor. ¡El médico me ha dicho que cuando llegue el día de nuestra boda estaré totalmente ciego!» De repente, sintió que la mano de ella temblaba y se soltaba de la suya. Luego, fría y gélidamente, ella la apartó mientras se alejaba, y prorrumpiendo en lágrimas, dijo: «Oh, lo siento mucho, George... ¡pero no podría estar casada con un ciego!» Destrozado y apesadumbrado, el mundo se le vino abajo. Regresó desanimado a su casa y, sentándose solo en su escritorio, pensó que en ese momento, no le quedaba nadie en este mundo más que Jesús. Y tomando un papel y su pluma, de las antiguas de ave, escribió el célebre himno que desde entonces ha consolado a millones de personas: «Amor que no me desasiste.» ¡Jesús! «Amor que no me desasiste, descanso mi fatiga en Ti; devuelvo la vida que me diste para que en tu mar su fluir mas rico, rico, rico sea, sí.» ¡Eso es lo maravilloso de ser cristiano! ¡Que nunca se está totalmente solo, porque siempre se tiene a Jesús! ¡Aunque todo lo demás se acabe, todavía tendrás a Jesús! ¡Cuando todos los demás te abandonen, todavía tendrás a Jesús! Cuando los amores de este mundo, tus amigos y amantes te abandonen, porque no están dispuestos a convertirse en cristianos aún tendrás a Jesús. El ha prometido: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo!» (Mateo 28:20) ¡Cuando al mundo no le quede nada, todavía tendrás a Jesús! ¡Y lo único que necesitas es a Jesús! Así pues, hay dos razones principales por las que el Señor permite que los cristianos se sientan solos: En primer lugar, para que recurramos a Jesús en busca de la satisfacción y compañía más profundas. ¡Y en segundo lugar, para que hagamos llegar a los corazones solitarios de otras personas el Amor y consuelo que brinda Jesús! ¡Hay muchas otras personas a tu alrededor que se sienten igual de solas y anhelan tanto amor como tú anhelabas, y sólo esperan a que des el primer paso! Lánzate por fe y háblale hoy mismo a alguien de Jesús y el Amor de Dios, y ayúdale a esa persona a encontrar satisfacción y felicidad totales para siempre, no con simple amor y compañía humanos, porque Dios es Amor y solamente El puede satisfacer por siempre tu necesidad y la de esa persona! (1a de Juan 4:8) ¡Ama a alguien hoy mismo! ¡Descubre las maravillas que puede obrar el amor! ¡Encontrarás todo un mundo de amor que no conocías más que por sueños! ¡Hay milagros de amor que tú mismo puedes disfrutar con otros corazones solitarios si tan sólo lo intentas! Pero no olvides que el objeto de mostrar el amor de Dios a los demás no es simplemente ganarlos a ellos a ti mismo para que satisfagan simplemente tu necesidad personal de compañía, sino ganarlos al Señor, que es el único que puede realmente satisfacer los anhelos más profundos de sus corazones! Diles claramente que lo que hace que muestres tanto amor y preocupación por ellos es el Amor del Señor en ti; si no, puede que sientan la tentación de atribuírselo todo a su relación contigo sin pensar para nada en el Señor. El resultado sería que todavía estarían solos cuando no estuvieras tú, y no encontrarían verdadera satisfacción. ¡Y si no estás bien arraigado en el Señor y su Palabra y permites que lo hagan, al final podría hacer que tú dejaras de poner al Señor primero en tu vida! ¡De modo que pon siempre al Señor sin falta primero en tu vida, y entonces esas personas también lo harán! Si no, tu relación podría terminar siendo otro caso más de dos personas que viven solas procurando satisfacer sus deseos y necesidades egoístas el uno en el otro, y eso sólo los decepcionará. Segunda a los Corintios 6:14 nos advierte: «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.» O sea, que no debes permitirte entablar una relación con una persona que sólo te ama físicamente pero no quiere saber nada del Señor. ¡Dile claramente que el Señor y su Palabra ocupan el primer lugar en tu vida y no te puede apartar de El! Si quieres que todo se mantenga dentro de la perspectiva debida, la clave es aficionar a las personas al Señor y su Palabra tanto como tú. La verdadera felicidad —la tuya y también la de esas personas— se encuentra al compartir la Palabra y el Señor con los demás. Así que si de veras quieres ayudar a alguien, no dejes de cimentar la vida de esa persona en la base debida. ¿Amén? ¡Esperamos que estas palabras de amor te ayuden a encontrar el amor que tú necesitas para que tú seas feliz y ya no estés solo, y para que los demás también encuentren felicidad gracias a tu amor! ¡Que Dios te bendiga y te guarde, y haga de ti una bendición con su Amor! Recuerda que: ¡Las mejores cosas de la vida se comparten todas! ¡El Amor no se te dio para guardarlo, para que sea Amor a otros hay que darlo!
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