sábado, 31 de octubre de 2009

La Palabra de Dios no está limitada


En 1986 viajamos por varias ciudades de China. En aquella época la política oficial hacia los extranjeros y su influencia era menos tolerante que en la actualidad, de modo que teníamos que proceder con mucho cuidado al hablarle a la gente de Jesús. Una noche nos topamos con una señora y sus cinco niños, que realizaban actuaciones acrobáticas callejeras. Aquello era inusitado en China, dada la severidad de las sanciones que impone el gobierno a quienes contravengan la política de un solo hijo por familia. Total que enviamos a nuestra hija con un donativo bastante generoso. Unos días más tarde la policía nos detuvo por hacer proselitismo. Nos hicieron una revisión minuciosa y nos incautaron todas nuestras publicaciones, a excepción de un Evangelio de Juan en cantonés que no encontraron. Nos advirtieron que permaneceríamos bajo vigilancia. Queríamos testificar a aquella familia de jóvenes acróbatas, pero el solo hecho de conversar con ellos los pondría en peligro. Oramos para saber qué hacer y decidimos escribir una carta de una carilla en cantonés. En la misma les decíamos que pronto nos iríamos, pero que nos gustaría volver a verlos en el Cielo. Les explicamos que si querían ir al Cielo no tenían más que rezar la plegaria de salvación, la cual les escribimos. Aquella noche, bajo la atenta mirada del policía que nos había sido asignado, compramos una bolsa de manzanas frescas, metimos la nota en la misma y se la entregamos junto con nuestro donativo habitual. Al día siguiente salimos a caminar y de golpe nos topamos con la madre, quien estrechó la mano de Daniel. Oculta en la mano tenía una nota cuidadosamente doblada que le pasó sin que nuestros guardias lo advirtieran. Nos conmovimos hasta las lágrimas al leer aquella nota, en la que decía que toda su familia había rezado la oración. Dos días antes de partir de China, logramos eludir a nuestros vigilantes y fuimos a visitar a aquella familia en su apartamento de un solo ambiente y les dimos el evangelio de Juan que las fuerzas de seguridad no encontraron la noche que nos detuvieron. Nos dijeron: «Hemos visto el amor de Dios reflejado en el interés que nos han demostrado»
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