domingo, 25 de octubre de 2009

La oración cotidiana


Así como un recién nacido que está sano llora cuando necesita el calor de su madre, clamar al Señor en oración debiera ser la reacción espontánea de todo el que ha aceptado a Jesús y establecido una relación personal con Él. La oración no es un simple rito o tradición; es una comunicación viva y personal entre Dios y tú. Es el teléfono rojo que nos mantiene en comunicación con el Cielo. Jesús quiere ser tu Amigo más íntimo. Él siempre te escucha cuando le pides ayuda. Dice: «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te mostraré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jeremías 33:3). Responderá tus oraciones brindándote asistencia, instrucciones y consuelo, y cubriendo tus necesidades espirituales y materiales (Filipenses 4:19). Haz, pues, una lista de personas y situaciones por las que te gustaría rezar, y tómate unos minutos cada día para pedirle a Jesús que intervenga y aporte soluciones. No tiene por qué ser a una hora fija. Puedes orar mientras te movilizas hacia tu trabajo o mientras preparas una comida. Hasta puedes emitir rápidamente una oración cuando vas caminando por la calle. No dejes de hacerlo; pronto verás los resultados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario