viernes, 30 de octubre de 2009

Disfruta de tu bebé

Derek y Michelle Brookes

colección Soluciones para padres


¿Tienes —o vas a tener pronto— un bebé?
¿Te gustaría prepararte un poco mejor para criarlo bien? ¿Buscas consejos prácticos para desarrollar su inteligencia y hacerlo feliz?
¿Te interesa establecer un profundo y perdurable vínculo afectivo con tu hijo? Disfruta de tu bebé te introduce en el asombroso y misterioso mundo de esa personita que Dios te ha enviado. Descubrirás cosas increíbles de tu pequeñito y verás todo lo que puede llegar a ser si lo tratas con amor y sabes comprenderlo y orientarlo.


Disfruta de tu bebé

Derek y Michelle Brookes

Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él
(Proverbios 22:6).

Colección Soluciones para padres

FUENTES
Cuando no se indica el autor de una cita es porque no ha sido posible determinarlo.
Los pasajes atribuidos a D.B.B. están tomados de las obras de David Brandt Berg (1919-1994), con permiso.
Salvo que se señale otra cosa, todos los versículos de las Escrituras que se reproducen están tomados de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1960.
Los que tienen las iniciales NVI están tomados de la Nueva Versión Internacional, © Sociedad Bíblica Internacional, 1999.
También se citan versículos de la Biblia Latinoamericana (BL), © Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, Sociedad Bíblica Católica Internacional, 1972, y de la versión Dios Habla Hoy (DHH), © Sociedades Bíblicas Unidas, 1987.

Título original: Keys to Baby.
ISBN de la edición original: 3-905332-38-8
ISBN de la versión en castellano: 3-03730-109-0

Derek y Michelle Brookes
Traducción: Felipe Howard Mathews

© 2004 Aurora Production AG, Suiza.
Derechos reservados.

Impreso en Tailandia por Than Printing

URL:
http://es.auroraproduction.com

ÍNDICE
Los bebitos son algo del otro mundo 1
Preparativos para recibir al bebé 9
El divertido aprendizaje del bebé 21
Actividades que propician el desarrollo del bebé 35
Seguir instrucciones 55
Frases escogidas sobre los bebitos 57
Versículos sobre los bebés 59
Versículos y lemas para chiquitines 63
¡Una nueva vida! 65

LOS BEBITOS SON ALGO DEL OTRO MUNDO
Destellos celestiales…
Los bebitos no empiezan de cero. Su origen está en algún punto misterioso de la dimensión espiritual. Su espíritu luego toma contacto con el mundo físico dentro de la madre. El tener conciencia de ello enriquece más aún la maravillosa experiencia de dar a luz y criar a un hijo. Recibe a tu bebé como si fuera un enviado de Dios, un ángel que será tu amigo por la eternidad. Eso te infundirá una medida adicional de respeto y consideración por esa personita que contribuyes a traer a la vida.
Un bebé es un alma viviente, formada a partir de la unión de un espíritu creado por Dios con los elementos físicos del organismo de los padres. Para él, encontrarse dentro de un cuerpo debe de ser una experiencia bastante novedosa. La literatura y la historia dejan constancia de que un recién nacido tiene mucho más de ser espiritual que de físico. William Wordsworth lo describió con increíble belleza:

Un sueño y un olvido sólo es el nacimiento:
El alma nuestra, la estrella de la vida,
en otra esfera ha sido constituida
y procede de un lejano firmamento.
No viene el alma en completo olvido
ni de todas las cosas despojada,
pues al salir de Dios, que fue nuestra morada,
una estela celestial trae consigo.

La ciencia tiene su explicación de cómo se forma un niño; pero la primera vez que alzamos a nuestro bebé y lo miramos a los ojitos, sabemos que estamos en presencia de un milagro. Nos hallamos ante uno de los grandes misterios del universo, una vislumbre del Cielo y del poder creador de Dios. En nuestros brazos se encuentra la prueba tangible del amor que nos prodiga el Altísimo, pues nos ha escogido por padres de una nueva alma.

Siendo mundana y sofisticada,
busqué a Dios, pero no lo encontré;
hasta que un día, alzando a mi bebé,
se me apareció en su mirada.
Mary Afton Thacker

Aunque un bebé pueda parecer producto del azar, en ningún caso es así
Dios se vale de la maternidad para crear almas inmortales. Es todo obra Suya, pero se sirve de ti. Tú eres el instrumento con el que crea algo que perdurará para siempre. Se trata del mayor prodigio desde la creación del mundo: Cada vez que una mujer concibe, se crea un alma inmortal que vivirá para siempre. ¡Vaya si es un milagro!
Es muy misteriosa la forma en que el Señor ordena Su creación, la planifica y decide quién engendrará hijos y quién no. Pero sabemos que con los bebés no comete errores. Si Dios te ha dado un bebé, es porque ha dispuesto que lo traigas al mundo. Él es el creador de las almas humanas. Es Él quien dispone los embarazos. Nosotros no somos sino los instrumentos humanos de los que Él se vale.

Considero que no puede crearse un solo ser humano, un solo espíritu humano, sin intervención divina, sin que actúe la mano de Dios. Estoy convencido de que cuando Él dispone que exista un alma más en el universo, lo hace a conciencia. Crea esa alma y la dota de espíritu; se trata de una creación inequívoca de Dios, ordenada por el Espíritu de Dios.
D.B.B.

La Palabra de Dios enseña que la concepción es designio Suyo, aunque no haya sido intención nuestra.

Tú [Dios] me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son Tus obras. [...] No fue encubierto de Ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado. [...] Mi embrión vieron Tus ojos, y en Tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas1.

Después que nace un niño, durante una temporada Dios, Sus ángeles y los santos del Cielo se comunican activamente con su espíritu. El reflexionar sobre maravillas como esa nos inspira a reverenciar la vida y a tratar a nuestros hijos con sano respeto. No son solamente nuestros. También le pertenecen a Dios. Jesús incluso advirtió a Sus discípulos:

Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los Cielos ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los Cielos2.

Cada uno de nosotros tiene un valor especial para Dios y un propósito específico en la vida. Este mundo es una escuela por la que todos debemos pasar en nuestro tránsito hacia el Cielo. Tu bebé también tiene un objetivo que cumplir. Si la vida terrena no fuera importante, ¿por qué una criatura tan pequeña e inocente habría de abandonar el Cielo y embarcarse en una aventura tan peligrosa? Como padres, nuestra labor consiste en ayudar a esos recién llegados a establecerse en este mundo y velar por que su travesía por la vida se inicie bien.

Fe en los hijos: «Al que cree, todo le es posible»1
Una de las principales virtudes que deben tener los padres es fe. Primeramente, fe en que Dios los ha escogido para esa labor; y en segundo término, fe en que su hijo viene a la Tierra con una misión, que ha nacido por una razón de peso, aunque no sepan todavía cuál es. Así es como debemos ver a cada niño, y especialmente a nuestros propios hijos.
Todo niño necesita que alguien crea en él. Esa es, pues, una de las funciones más importantes de los padres. No subestimemos la influencia que puede tener en un niño la fe de sus papás. En muchos casos ha sido la confianza y esperanza depositada por los padres en sus hijos la que los ha incentivado y los ha llevado a realizar grandes obras por Dios y por la humanidad. La fe en el futuro de un hijo, la fe en que ha sido llamado a alguna causa noble y sublime, despierta en éste esperanzas y le confiere una seguridad interior que lo ayuda a salvar más de una dificultad. La fe de los padres estimula a los hijos a salir de su pequeño mundo para descubrir lo que han de llegar a ser.
Con eso no pretendemos que los padres adopten un estilo dominante. No se trata de que hagan excesivo hincapié en que los hijos alcancen ciertas metas, ni de que los fuercen a triunfar, sino más que nada de que cultiven una fe profunda y constante en que, con abundante amor y la guía adecuada, sus hijos llegarán a ser todo aquello que Dios quiere que sean.

El Padre supremo vela por Sus hijos
La mayoría de los padres reciben a su hijo con gran alegría. No obstante, cuando uno se siente poco preparado o incluso incapaz, o si el hijo viene al mundo con ciertas desventajas físicas o mentales, es posible que su llegada suponga una dura prueba de fe. Quizá te resulte difícil verlo como un regalo de Dios, o te parezca que Él ha escogido un mal momento. Puede que te halles en circunstancias difíciles o que no cuentes con mucho apoyo por parte de tus seres queridos. Con todo, si te esfuerzas por enfocar las cosas desde una perspectiva más amplia sin pensar tanto en los obstáculos inmediatos, es posible que te des cuenta de que Dios parece obrar Sus mayores portentos en situaciones que a nosotros se nos hacen imposibles. Considera a la madre de Moisés, que desacató el decreto del faraón según el cual se debía dar muerte a todos los varones hebreos recién nacidos, y luego hizo las veces de esclava nodriza mientras la hija del rey criaba a Moisés como si fuera su propio hijo. O piensa en Jesús, que nació en un establo. Encima, sus padres tuvieron que huir del país para escapar de un rey cuyos celos demenciales lo habían convencido de que debía encontrar y matar a ese bebito.
Tu bebé es creación de Dios, y Él te ayudará a cuidarlo con amor y a velar por él cualesquiera que sean las circunstancias en que te encuentres.

Cuando la cuestión es si tener o no el niño
La mayoría de los niños resultan ser, en uno u otro momento, una gran prueba de fe para sus padres. A veces dicha prueba se presenta antes del nacimiento. La Palabra de Dios nos insta a optar por la vida. A fin de cuentas, no estamos solos: para criar a los niños contamos con la colaboración divina. Los niños son un regalo de Dios, el Padre de la vida, y no son ni un mal obsequio ni un castigo. Más bien son una prueba del gran amor que Él tiene por nosotros, y de Su confianza en que, con Su ayuda, podemos desempeñar bien el papel de padres. De modo que si estás en un dilema, debes rechazar la mentira de que esa nueva criatura no es importante.
Tu bebé no es un error ni una desgracia. Aunque tú sepas que cometiste un error, Dios no se equivoca. Él sabe lo que hace. La creación de un niño es obra Suya, y para Él cada personita es importante y preciada.
Debes creer que Dios vela por nosotros. Él se interesa por ti y por tu bebé, y quiere ayudarte y proveer para ambos; por otra parte, tú tienes que aprender a confiar y a apoyarte en Él. Cuanto más difícil se presente la situación, mayor motivo para creer que Dios tiene reservado para los dos algo fuera de lo corriente, siempre y cuando te aferres a Él y no pierdas la esperanza.
Nuestra vida pasa por etapas tempestuosas que ponen a prueba nuestra fe como padres, como mantenedores de nuestra familia y como comunicadores de amor a nuestros pequeños. Necesitarás gran fortaleza para hacer frente a las exigencias que te aguardan. Muchos padres sienten, en algún momento, que se enfrentan a una labor imposible o muy pesada. Y sucede a menudo que, cuando nos da la impresión de que nosotros mismos necesitamos mucha ayuda, nos cuesta tenderle la mano a otro. Sin embargo, es precisamente al dar que recibimos, y la fe en que Dios tiene una solución nos lleva a encontrarla.
Aunque inicialmente no sientas un gran amor por el bebé que esperas, aunque tengas hasta ganas de rechazar ese regalo de Dios, si le pides a Él que te conceda un corazón amoroso y receptivo y que te infunda la fe que necesitas para desempeñar bien tu labor, Él lo hará. Con amor y con la ayuda de Dios, cualquier situación puede cambiar radicalmente. El amor de Dios, en combinación con el tuyo, puede obrar milagros. «Pedid, y se os dará»1. Tómalo por fe; créelo simplemente porque Dios lo dijo. Él te ayudará a cuidar de la criatura que te ha dado. Si te ha conducido en cierta dirección, Él mismo se encargará de lo que haga falta. Él proveerá lo que necesites, siempre y cuando tú no dejes de clamar a Él en tu hora de necesidad. Por complicadas que parezcan las cosas, si te decides a luchar por tu hijo, Dios luchará por ti, y algún día te darás cuenta de que en realidad se trataba de una bendición disimulada.

Si tu hijo sufre un impedimento físico o un retraso mental
Para el Señor, cada niñito que viene al mundo es de gran valor. Aunque Él los ama a todos, también requieren nuestro amor, nuestro aliento y nuestras oraciones. Tu hijo necesita que tengas fe en él, que creas que Dios te lo envió porque sabe que le hace falta el abundante amor que tú puedes darle.
Aunque por momentos sea difícil y se te desgarre el corazón al ver las dificultades que afronta tu pequeño, recuerda que no hay ninguna carencia que los padres no puedan cubrir a base de amor, fe y apoyo moral. Cree en ese pequeño. Ten fe en que Dios lo tiene en la palma de Su mano. Puede que la senda que le toque recorrer sea distinta de la que tú soñaste o planeaste para él; pero los designios divinos son mayores que los tuyos. El embellecimiento de tu niño mediante el amor y el Espíritu de Dios, y la profundidad espiritual que adquirirás tú al acudir a la Divinidad en busca de comprensión y fuerzas, tienen mucho más valor que un cuerpo o una mente perfectos. Ese pequeño inocente es muy preciado a los ojos de Dios. Él nunca lo dejará ni lo abandonará. Ese niño, con su sencillez y a través del sufrimiento que experimente, llegará a conocer a Dios y a confiar en Él de un modo único, y así alcanzará mayor paz y felicidad. Fija los ojos en Dios y no dejes de confiar en Él, y verás que Él no se apartará de ti: te guiará, te consolará y te animará.

Criaturas eternas, pedacitos de Cielo
Cada bebito es singular, un ser como ningún otro que se incorpora a tu vida, que tiene una misión importante que cumplir, que por la fe traspasará el umbral de la eternidad y estará siempre contigo. Tener un hijo es el comienzo de una relación y de una bendición que trasciende los límites de nuestra vida actual.
Aunque ahora tengas altibajos, si amas a Dios, al final vivirás en paz y armonía con todos Sus hijos fieles en el divino y eterno reino de amor que ha de venir. Los niños son una muestra de ese reino celestial, de su belleza, su inocencia, su amor sencillo. Si vuelves su corazón hacia Dios, se convertirán en una gran bendición Suya. En cambio, si los alejas de Él, te ocasionarán grandes pesares.

PREPARATIVOS PARA RECIBIR AL BEBÉ
Preparativos interiores
Todos los padres necesitan mucha ayuda de Dios para realizar su difícil labor. Puede que sientas cierta inseguridad ante la perspectiva de tener un niño; pero es importante que hagas todo lo posible por aceptar de buen grado su venida, aunque de entrada la idea no te agrade.
Uno de los pasos más importantes que puedes dar para recibir a tu hijo es prepararte interiormente pidiéndole a Dios que te ayude a afrontar y dilucidar las cuestiones que más te inquietan. En muchos casos los padres tienen que regirse más por lo que les dicta la fe que por los sentimientos. De todos modos, Dios siempre está presente para ayudarnos a superar nuestras inseguridades, preocupaciones, problemas personales y frustraciones. Dice la Biblia:

El que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá1.

Antes que clamen, responderé Yo; mientras aún hablan, Yo habré oído2.

Me invocará, y Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré Mi salvación3.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro4.

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones1.

Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros2.

Se puede aprender a mirar hacia arriba, más allá de las circunstancias, y a hallar paz en medio de la tempestad, un estado de serenidad y sosiego. Acércate a Dios por medio de Su Hijo Jesús, tal como te relacionarías con un buen amigo que te está ayudando a resolver un problema, que te toma de la mano, te habla, te consuela y te levanta la moral. Jesús te acompañará hasta el día del parto, y más allá.
Entre las muchas cosas que puedes hacer para prepararte para la llegada del bebé, nada te será más útil que averiguar el enfoque que tiene Dios de la situación. Al final de este librito encontrarás una selección temática de versículos de la Biblia. Verás que te animarán y te ayudarán a prepararte, pues acrecenterán tu fe en relación con tu hijo, con tu nuevo rol y con el maravilloso futuro que los aguarda a medida que van acercándose juntos a Dios.
Criar hijos requiere mucha fe. Ésta se fortalece y se incrementa leyendo la Palabra de Dios y reflexionando sobre ella. (En los dos tomos de Claves para descubrir la verdad, también de Aurora Production, encontrarás una selección mucho más amplia de versículos sobre una diversidad de materias relacionadas con nuestra vida cotidiana).

Preparativos físicos de la madre
Son varios los preparativos físicos que tiene que hacer una futura mamá: alimentarse debidamente, hacer ejercicio y descansar. La madre es la fuente de suministros del feto, el cual extrae de ella y de lo que ella come todo lo que necesita físicamente. Es, pues, imperativo que la madre se cuide bien y que no abuse de su organismo ni haga nada que pueda perturbar la delicada formación de las células del niño. Puede que eso requiera algunos sacrificios por parte de ella, sobre todo si tiene malos hábitos que pueden perjudicar el desarrollo del bebé. Conviene que pida a sus amigos que la ayuden y que se aferre a Jesús, el mejor Asistente de todos. Ser una buena mamá exige oración, fe y mucho sentido común.
Si la madre es una persona muy activa, puede que tenga que aprender a aminorar la marcha. Si tiene costumbres sedentarias, tal vez tenga que hacer más ejercicio. Es preciso que reduzca la cantidad de cafeína que ingiere y que se abstenga de beber alcohol, de fumar y de tomar cualquier droga potencialmente dañina. Si ha estado siguiendo una medicación que le han prescrito, debe consultar nuevamente con su doctor antes de seguir haciéndolo; y desde luego no tomar ningún remedio que se expenda sin receta sin haber leído cuidadosamente las advertencias sobre el mismo. Entregarle a otra persona el don de la vida implica darle lo mejor que se tiene. El resultado final —un niño fuerte y saludable— compensa con creces cualquier sacrificio que se haga.
El embarazo es el comienzo de un curso en el que la madre aprende a darse a otra persona. Para venir a este mundo, el niño necesita que alguien haga ciertos sacrificios por él; pero de tales sacrificios se agrada Dios. Cuando entregamos nuestra vida y nuestro amor por otro, nos volvemos más como Dios. Él nos entrega mucho de Sí mismo a fin de que nosotros vivamos, maduremos, seamos felices y gocemos de salud. Aprender a amar al niño y darle lo que necesita bien puede constituir una de las enseñanzas más valiosas de la vida.

La mujer embarazada nunca está sola
Cuando una mujer lleva un hijo en el vientre, a la vez que ella se va volviendo consciente de él, él va tomando conciencia de ella. Entre la madre y el bebé se forja un vínculo bien especial, no sólo físico, sino también emocional y espiritual. Al poco tiempo el bebé hasta percibe cómo se siente su madre. Sabiendo que el niño que se forma en su interior está pendiente de ella las veinticuatro horas del día debería instarla a esmerarse al máximo. Esa personita, ese pequeño espíritu que tiene dentro, cuenta con ella y confía en ella para incorporarse a la dimensión física. Contrariamente a lo que afirman muchas tendencias y teorías, la criatura no se está convirtiendo en alguien, sino que ya es alguien: un ser espiritual único, formado por Dios, el Padre de los espíritus1. En un sentido muy real, ya existe en la dimensión espiritual aun antes de que su cuerpo físico esté completo. El espíritu de un bebé ya tiene los rasgos de lo que será su carácter, la marca de una personalidad única creada en el mundo espiritual por la mano de Dios.
La madre puede impartirle al niño, aun antes que nazca, un espíritu de fe y tranquilidad teniendo ella misma una actitud de serenidad y confianza. Es bueno que se acostumbre a tomarse cada día unos momentos de distensión, de reposo, en un ambiente calmado; que le ponga al bebé música tranquilizadora mientras ella disfruta de paz alzando la vista hacia su Padre celestial. El bebé, mientras está en el vientre, oye no solo los deleitosos latidos del corazón de su madre y otros sonidos del organismo de ella que le dan una sensación de seguridad, sino que a medida que se va desarrollando en la matriz también alcanza a oír y distinguir sonidos externos: música, la voz de su madre, otras voces.
El bebé percibe si su madre está tensa o relajada. La futura mamá debe tratar de acordarse de hacer una pausa de vez en cuando para alejarse del ajetreo y de la confusión cotidiana. Cuando ella esté descansando y distendida, es bueno que se tome unos momentos para confortar al bebé; que le hable, lo acaricie y haga que se sienta a gusto y amado. A fin de cuentas, va a ser su hijo de por vida. Ese fuerte vínculo de amor entre ambos puede comenzar mucho antes que nazca el bebé. Mientras el niño aún está formándose, hay que procurar comunicarse con él. Hay que creer simplemente que eso va a tener un efecto en él, ya que es posible que no se obtenga ninguna respuesta o reacción salvo los movimientos que suele hacer cuando está despierto y activo.
Desde que el bebé está en el vientre, conviene aprender a no hablar desdeñosamente ni pensar mal de él. No se debe mencionar ni pensar nada que no se le diría a un niño mayor cara a cara, pues aunque él no oiga ni entienda las palabras que se dicen, es muy posible que en el espíritu capte la intención.

La ayuda de otra persona
Es conveniente que durante los meses de gestación la futura madre tenga un amigo o una amiga que la acompañe, que la ayude, que le inspire confianza y con quien se pueda desahogar. Puede ser el esposo, un colega, una compañera, una amiga íntima, otra mujer que tenga hijos o incluso alguien a quien conoció recientemente. Habrá veces en que quizá tenga que explicarle cosas que para ella caen por su propio peso, pero que para esa otra persona quizá no sean tan obvias. Por mucho que alguien quiera ayudarnos, le puede resultar difícil hacerlo bien si no entiende cómo nos sentimos. Hay que comunicarse, dedicarse tiempo el uno al otro, reservar espacios que sean propicios para llegar a conocerse y comprenderse.
Si la futura mamá no tiene ningún compañero ni ninguna amiga que la puedan acompañar, no debe olvidar que Dios siempre está presto a escucharnos.

Invocarás, y te oirá el Señor; clamarás, y dirá Él: «Heme aquí»1.

Amoldarse al embarazo
El embarazo es un período difícil. Las hormonas alteran la composición del organismo y ocasionan una desestabilización de las emociones. Los preparativos para el parto son muchos, pero es preciso recordar que se llega a ese momento paso a paso, avanzando día a día. No hay que tratar de abarcar más de la cuenta. Se hace lo que se puede, pero sin excederse. Hay cientos de actividades que la mujer puede realizar, muchas cosas que lógicamente quiere hacer o cree que debe hacer; pero durante el embarazo hay que concentrarse en lo que se tiene que hacer como preparación para recibir al bebé.
Durante la gestación, la mujer deja de ser dueña de sí misma, pues se debe a alguien cuya vida depende de ella. También tiene que aprender muchas cosas nuevas. Tiene que evitar subirse a sillas o banquitos, no correr riesgos, no excederse en el trabajo, ni ponerse impulsivamente, por ejemplo, a desplazar muebles pesados por su cuenta. Tiene que aprender a controlar sus movimientos, cuidarse y dejar que otros la ayuden.
A las mujeres independientes eso puede resultarles un tanto incómodo. Les cuesta pedir ayuda. A otras les duele desatender ciertas cosas. Es posible que no puedan lavar, doblar y guardar la ropa con la rapidez con que lo hacían antes, o que rindan menos en cualesquiera que hayan sido los quehaceres domésticos o las actividades laborales que estaban acostumbradas a desempeñar. Su ritmo de vida necesariamente tiene que cambiar a fin de amoldarse a su estado de gravidez. El principal objetivo diario de una mujer encinta debe ser cuidar de su futuro bebé. Y todas las precauciones que tome por el bien del bebé, todo pequeño sacrificio que haga, Dios lo ve y lo recompensa.

La mujer debe ayudar al esposo a entenderla
A medida que avanza el embarazo, las necesidades de la mujer van cambiando, y eso es algo que tiene que comunicar a su esposo o compañero. La mujer interviene de primera mano en el milagro creativo por el cual se forma una persona en su interior. Puede sentir parte de lo que ocurre, aunque la mayor parte no se hace muy patente. Pero durante ese período debe tener paciencia con su marido o compañero y con las demás personas, que no participan en el proceso de un modo tan directo y que por ende no siempre entienden lo que le sucede.
A veces a la mujer le parece que su esposo simplemente no está en sintonía con la realidad. Es posible que él se comporte como si ni siquiera se diera cuenta de que, a raíz del embarazo, la vida de ella está cambiando mucho, e incluso se está volviendo difícil. Ella se está convirtiendo en una madre, y es natural que suponga que algún proceso similar lo está preparando a él para ser padre. Pero a estas alturas la realidad de él y la de ella son diferentes. Ella está embarazada; él no. Es posible que él esté ilusionado; pero sus sentimientos en muchos casos son más fríos o simplemente distintos.
Cuando la mujer atraviesa momentos tormentosos, es muy fácil que se encierre en su pequeño mundo. Si la insensibilidad de él la altera y la exaspera, en lugar de confundirlo con un arrebato de sentimientos encontrados, es preferible que le hable y le explique lo más sencillamente posible cómo se siente, qué le está pasando y cuáles son sus necesidades y frustraciones. Y si le parece que no logra hacérselo entender, lo mejor es orar y pedirle al Señor que los ayude a ambos.
Es probable que durante este período él también necesite saberse querido y anhele que ella le manifieste su afecto y su amor y lo tranquilice con su presencia. Las palabras de cariño y las caricias significarán mucho para él. Es muy posible que él se sienta igualmente un poco nervioso y que no sepa muy bien qué hacer para ayudarle o facilitarle las cosas, sobre todo si se trata del primer hijo. La perspectiva de convertirse en papá también requiere fe. Puede que sienta su responsabilidad de una forma diferente, que esté preocupado por los recursos económicos o por las cargas adicionales que tendrá que llevar. Tal vez se sienta un poco perdido o inseguro de cuál será su papel frente a la relación que tendrá ella con el bebé, pues se da cuenta de que por el bien de éste se verá privado de algunos de los preciados momentos que antes pasaba con ella.
Durante el embarazo, los papás suelen mostrarse más protectores. A muchos, de hecho, les gusta asumir ese rol. La mujer no debe tener reparos en apelar al instinto paternal de su esposo para que él la ayude y la mime un poco. A fin de cuentas, ella necesita su colaboración. A la vez que disfruta de esa temporada de sobreprotección y atenciones especiales, ella también debe cuidar de él. Por lo general no hay impedimentos para que sigan gozando juntos de estupendos ratos de amor e intimidad sexual.

Preparativos para el parto
Algunas parejas desean vivir juntas la experiencia del parto; otras no. Conviene decidirse antes que llegue el momento. Oren, analicen los detalles, conversen sobre el tema, y de ser posible comuníquense con anticipación con el médico que les asistirá en el parto. Procuren entablar una relación de confianza con él y háganle saber qué expectativas y deseos tienen. Apréstense lo mejor que puedan, pero estén preparados para cambios de último momento.
Lo más importante es que le encomienden el parto al Señor, para que Él les dé la paz y la confianza de que está todo en Sus manos. Si se aferran a algunas de las promesas que Dios nos ha hecho en la Biblia, tendrán algo firme y seguro en que basar su fe. Estos son dos versículos que pueden infundirles aliento:

Él da vigor al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas1.

No desmayes, porque Yo [...] te esfuerzo2.

En la sección Versículos sobre los bebés, al final del libro, se encuentran otros pasajes afines.
El momento del parto es la culminación de un maravilloso proceso que se ha venido desarrollando en el organismo de la madre. Durante nueve meses, el bebé ha ido ocupando cada vez más espacio en su cuerpo y en su vida; ya es hora de que se independice. Las molestias, las incomodidades, las náuseas, los cambios que ha experimentado la madre en su interior y en su figura, todo ese tiempo en que se ha visto impedida de darse la vuelta cómodamente y acostarte boca abajo, en que se ha sentido habitada, todo eso está por llegar a su fin. Los múltiples interrogantes en torno a la salud, el sexo y el aspecto del bebé van a quedar respondidos.

El parto
Generalmente lo mejor, tanto para la mamá como para el bebé, es un parto natural en un ambiente cálido, acogedor y seguro, ya sea en casa, en presencia de un médico o una matrona, o en una clínica privada. En algunos hospitales también hay un ambiente tranquilo y distendido y permiten a un familiar estar presente en el parto. Los bebés nacidos en hospitales en los que se siguen procedimientos más impersonales y menos naturales están expuestos a una toma de contacto con el mundo más traumática. Hay quienes piensan que al niño le viene bien un nacimiento rápido, brusco, cortando por lo sano, a fin de introducirlo a la cruel realidad de la vida. Es innegable que nuestra existencia no está exenta de dificultades, altibajos y crueles realidades; pero hay mucho que se puede hacer para que eso sea la excepción y no la norma.
Nada más nacer, el bebé tiene que adaptarse a un sinfín de cosas. Pasa del entorno tranquilo, oscuro y suavemente acolchado del vientre materno a un mundo exterior de multitud de ruidos y luces en el que se lo toma en brazos y recibe estímulos constantes. Se puede propiciar que ese cambio sea menos drástico tratándolo con ternura y comprensión aun en el más pequeño de los detalles.
Si se puede realizar el parto en casa, conviene recordar que una luz natural o tenue es mejor para los sensibles ojos del bebé que una luz artificial fuerte, a menos que ésta sea necesaria por algún motivo. Y que en los primeros momentos es preferible tomarlo con suavidad, así como después a la hora de limpiarlo y vestirlo.

Vinculación afectiva con el bebé
Justo después de nacer, el bebé necesita sentir el calor de su madre y su consoladora presencia. Esa primera impresión le infunde seguridad y es muy importante, tanto para la mamá como para el bebé. En muchos casos la madre pone al recién nacido al pecho ni bien acaba de dar a luz. Así se da inicio al proceso de vinculación afectiva. Desde el nacimiento, las caricias, las sonrisas y las palabras cariñosas contribuyen a tejer un vínculo emocional con el bebé, el cual constituye la base de la comunicación y es vital para el desarrollo del niño.

Aceptación de la paternidad
Una vez que una mujer ha dado a luz a un niño, se ha convertido en madre, y la tarea de alimentarlo, vestirlo y cuidarlo recae primordialmente sobre ella. Con el paso del tiempo, va tomando conciencia del peso de dicha responsabilidad, aunque por suerte Dios promete que «pastoreará suavemente a las recién paridas»1.
Sin embargo, la vinculación del padre con el bebé sigue un curso ligeramente diferente, dependiendo de las circunstancias. Él por lo general participa menos que la madre en el cuidado físico del niño. En ocasiones hasta puede que se sienta más como un espectador que como un protagonista. (El que un papá quiera y acepte a su bebé puede verse incluso como fruto de una decisión personal más que la consecuencia automática de una realidad física.) Por tanto, es posible que haya que esforzarse un poquito más para que se produzca esa vinculación afectiva. Siempre que sea posible, conviene que procure trabajar menos horas o que deje ciertas actividades a fin de pasar más tiempo en casa y consolidar su relación con la mamá y el bebé.
Al igual que nosotros dependemos de nuestro Padre celestial y necesitamos tener la seguridad de que Él nos ama y está siempre a nuestro alcance, el niño se beneficia de contar con la presencia de un padre que lo ame y lo cuide, que se responsabilice de él, que esté dispuesto a sacrificarse para ayudarlo y guiarlo. Dios ofrece Su ayuda a todos los padres que acudan a Él en busca de orientación y tomen las medidas necesarias para proporcionarles a sus hijos un cariñoso hogar, un lugar donde se sientan aceptados, bien cuidados y seguros. Mediante sus palabras y sus actos, el padre puede darle al niño una muestra del amor y la paciencia que Dios nos manifiesta, del estímulo que Él nos da.
Naturalmente, Dios es en definitiva el verdadero Padre eterno del niño, y nunca lo defraudará. Y en las situaciones en que el padre físico no está presente —por estar temporalmente de viaje o porque la mamá sea soltera—, Dios igual cuida de los Suyos, acompaña a la madre y al niño y sostiene a ambos en Sus brazos.
EL DIVERTIDO APRENDIZAJE DEL BEBÉ
El ambiente que rodee al recién nacido no tiene por qué ser perfecto ni sobreprotector. Puede adaptarse fácilmente a las actividades normales de la casa siempre y cuando se le inicie en ellas de a poco. Por ejemplo, inmediatamente después del parto y durante los primeros días es mejor minimizar los ruidos, los cambios bruscos y las visitas. Luego, poco a poco se puede ir introduciendo más actividad.

Establecer contacto
Uno de los primeros deberes de los padres es ayudar al bebé a tomar conciencia de sus sentidos. Hay que hacerle entender que sus órganos sensoriales le permiten obtener información. El contacto físico es la primera sensación que llega a reconocer, antes que las imágenes y los sonidos. El tacto le comunica sus primeras impresiones de la vida. Sin contacto físico, un bebé no se desarrolla bien. Es pues extremadamente importante que tenga contacto con su madre cuando toma su lechita, que sienta el reconfortante calor de su cuerpo, o que su padre lo estreche entre sus brazos.
Después de eso, lo que más le llama la atención son los sonidos. A los bebés les gustan los sonidos. Desde que están en el vientre materno aprenden a reconocerlos; así que es bueno que no vivan en silencio. A tu hijito le encantará escuchar tu voz hablándole en tono suave. Tu voz lo conforta, ya que estuvo varios meses escuchándola antes de nacer y le resulta conocida. Un bebé necesita que se le hable. Necesita sentir tu presencia. Está aprendiendo a emplear sus sentidos. Está dando sus primeros pasos en materia de comunicación, y el primero de todos es el descubrimiento de lo que ocurre cuando llora. El llanto es su primera tentativa de expresarse y comunicarse. Es como si dijera: «¡Auxilio! ¡Ayúdame! Te necesito. Este lugar es muy extraño. Esta es una experiencia nueva para mí. De hecho, ¡todo es nuevo! Ayúdame a entenderlo». Ya sea que tenga hambre, que esté mojado o que se sienta solo, el llanto sirve para comunicarlo todo.

No dejes de pasearlo, hablarle y mecerlo
Es posible que hayas oído eso de que la mano que mece la cuna rige los destinos del mundo. Viendo el estado del mundo hoy en día, uno no puede menos que pensar que tal vez esa mano no siempre estuvo presente cuando hacía falta. Alguien faltó a su obligación de mecer la cuna, hablar con el bebé, enseñarle, orar por él y vigilarlo. Si bien es cierto que las personas que más admiramos tal vez no tuvieron unos padres estupendos ni una niñez fantástica, podemos tener la certeza de que quienes han llegado a ser una bendición para su prójimo tuvieron la dicha de que les manifestaran el amor divino en algún momento de su vida. Alguien, en algún momento, quizá cuando más lo necesitaban, les dio un abrazo, les dirigió cariñosas palabras de aliento, les sonrió bondadosamente, les hizo un pequeño obsequio o les ofreció una explicación que los ayudó a ver la vida con otros ojos. Tú puedes ser esa persona para tu bebé. Lo único que tienes que hacer es estar presente cuando te necesite; eso supondrá una diferencia enorme en su vida.

Alimento para el alma del bebé
Los bebés gozan del alimento espiritual tanto como del físico. Les encanta el alimento espiritual que es para ellos verte feliz, rebosando de alabanzas, dedicándole a Dios alegres melodías o simplemente orando en voz alta. Háblale de Jesús al bebé con frecuencia. Dile cuánto amas a Jesús, cuánto te ama Él a ti y cuánto ama a los niños. Hazle saber de múltiples formas cuán importante es Jesús para ti. El bebé no necesita de una gran disertación o sermón, sino de una simple muestra de tu devoción mientras mama o mientras le cambias el pañal. Cántale cancioncitas que hablen de Dios y Su amor, recítale versículos sencillos o dile frases inspiradoras como: «Jesús te ama», «Jesús es nuestro buen pastor», «Dios ama a todos los bebitos del mundo». Cuelga un cuadro o poster inspirador de Jesús donde lo vaya a ver con frecuencia, tal vez junto a su cuna, y háblale de nuestro Señor mientras le muestras la imagen. Enséñale a amar al Maestro y a creer en Él por medio de tu ejemplo cotidiano de amor y devoción.

Se le puede explicar a un niño quién es Dios desde el momento en que entiende el concepto de papá y de mamá, dos personas que lo aman, que velan por él y que lo trajeron a este mundo. Luego se le puede contar que hay un gran Padre que, aunque es invisible, está en todos lados. Es el Espíritu del amor, la esencia del amor. De hecho, aun antes de que un niño sepa hablar podemos acercarlo al Señor continuamente por medio de nuestro ejemplo y nuestro amor, hablándole de Jesús.
D.B.B.

El desarrollo de la capacidad mental del bebé
El bebé enseguida empieza a reunir grandes cantidades de datos sobre este nuevo mundo al que ha entrado. Los científicos enseñan que las células del cerebro, principalmente en el caso de niños muy pequeños, se transforman y establecen interconexiones y complejos patrones neuronales como consecuencia directa de la estimulación sensorial y el movimiento corporal. Al proporcionarle a un bebé o a un niño pequeño una diversidad de experiencias sensoriales y motoras no solo se estimula su desarrollo mental, sino que también se echan los cimientos para que llegue a ser un niño más despierto y más feliz, para que alcance su plenitud. Los bebés a los que se priva de oportunidades de explorar, sentir, tocar y aprender en un ambiente seguro y acogedor no progresan con la misma rapidez. Así como su cuerpo necesita comida, líquidos, ejercicio, descanso, abrigo e higiene, su mente en desarrollo procura alimentarse por medio de los cinco sentidos: el tacto, el gusto, el olfato, la vista y el oído.
Los padres pueden ayudar al bebé a comenzar a descubrir cosas enseguida. Pueden nombrar los objetos que se ven y las experiencias que ocurren en el entorno del niño: «Esto está caliente, esto está frío. Esto es suave, esto es áspero. ¡Qué perro más ruidoso! ¡Escucha cómo ladra!» Hay que dejar que toque, vea, paladee, oiga, y huela una gran variedad de cosas. Hay que ponerle música y dejarle oír sonidos variados, mostrarle objetos de diferentes colores y formas y dejarle palpar distintos materiales. Álzalo para que vea, por ejemplo, unos peces nadando en una pecera. Explícale el mundo. Cuando el papá lleve un par de días sin afeitarse, puede tomarle la mano al niño, pasarla por su mentón y decirle: «Está áspero». Hay que hacer todo lo posible por poner sus sentidos en contacto con el mundo físico, a fin de que empiece a entenderlo. ¡Para él se trata de un mundo completamente nuevo!
Gran parte de la capacidad intelectual de un niño la determinan las vivencias que tenga en los primeros cinco o seis años. Así que no hay tiempo que perder; bríndale todas las experiencias posibles. Hasta se le puede enseñar a muy temprana edad a leer y otras cosas consideradas difíciles. Que el vocabulario que escuche sea lo más rico posible. No vaciles en emplear o en enseñarle el nombre específico de las cosas, aunque se trate de palabras que tú no aprendiste sino cuando eras mucho mayor. Los bebés no entienden que algo sea difícil. Tienen un don especial para aprender. Puede que no lo capten todo, pero para ellos cada experiencia tiene valor didáctico. A los niños les resulta más fácil aprender idiomas antes de los ocho años; después se vuelve cada vez más difícil.
Para los bebés aprender es un pasatiempo natural. Y aprenden mayormente jugando. Hay que tratarlos con amor y estimularlos, sin presiones ni exigencias negativas. Refuerza su buena conducta manifestándoles cariño e interés. Se les enseña con lo que se hace, con lo que no se hace, y más que nada por la forma en que uno reacciona ante lo que hacen ellos.

Consejos prácticos para estimular el desarrollo mental
• Hay mucho que se puede hacer para ayudar a un chiquitín a tomar conciencia de su cuerpo. Puedes masajearlo suavemente, mover sus extremidades, hacer que toque con los pies diferentes partes de su cuerpo. Observa la expresión de asombro y placer que pone cuando le llevas los dedos de los pies a la boca o a las manos. Descubrir que los dedos de los pies forman parte de su cuerpo debe de constituir toda una experiencia para él, y si se los lleva a la boca tiene dos sensaciones simultáneas. La perplejidad y el desconcierto que siente deben de ser similares a los de un cachorro cuando se persigue la cola. Es un gran descubrimiento: «Vaya, estoy tocando algo que parece ser parte de mí. Estoy tocando algo y al mismo tiempo siento que me tocan».

• Procura estimular todos sus sentidos. Muéstrale diferentes cosas que pueda ver, oler, oír y tocar. Preséntale contrastes: un objeto suave y otro áspero, uno seco y otro húmedo, uno caliente y otro frío. Pega en unas tarjetas recortes de diversas formas y colores para que él los observe. Siempre que sea posible, procura estimular más de un sentido a la vez. Por ejemplo, deja que toque una manzana al tiempo que la mira, y que intente probarla mientras le describes su forma, color y aroma.
Numerosos enfoques didácticos se centran en el aprendizaje por medio de los sentidos. Palpar objetos y experimentar con ellos, descubrir su peso, su tamaño, su color, su textura y su olor, nos permite captar conceptos e ideas abstractas. La música es, naturalmente, muy estimulante, y el sentido musical se puede cultivar desde muy temprana edad. Escoge música buena con notas y voces bien nítidas.

• Dale todas las oportunidades posibles de observar lo que sucede a su alrededor. Recuéstalo en una esquina de la habitación para que lo pueda abarcar todo con la mirada. El bebé aprende siendo un espectador, estando rodeado de personas, viendo y haciendo cosas, teniendo que reaccionar e interactuar con su entorno. Cuando esté despierto, procura no dejarlo mucho en la cuna. Un portabebés te permite llevarlo contigo mientras haces tareas sencillas, cuando vas de compras, trabajas en el jardín o sales de paseo. El balanceo de tu cuerpo, tus conversaciones con los demás y los lugares que recorres, cada uno con sus sonidos y olores, contribuyen a estimular mentalmente al bebé.

• Enséñale mientras lo llevas en brazos. Muéstrale, por ejemplo, a encender y apagar la luz al entrar o salir de una habitación. Al principio tómale la mano y ayúdale a presionar el interruptor mientras le explicas lo que hace y le ayudas a entender que con ese gesto controla la luz. Naturalmente, una vez que empiece a querer agarrar cosas mientras lo tienes en brazos, debes tener cuidado de que no vaya a tocar algo peligroso o botar algo al suelo.
Mientras esté en brazos, deja que examine todos los objetos que despierten su interés, siempre y cuando no presenten peligro; por ejemplo, cuadros, armarios, cajones y estantes que no haya podido ver ni tocar desde el suelo. El hecho de palpar un objeto que hasta el momento solo ha visto le confiere a éste toda una nueva dimensión en la mente del bebé.
Mirar por una ventana abierta siempre es entretenido; pero como en toda nueva experiencia, hay que tener en cuenta la seguridad del bebé. Sujétalo firmemente, ya que un movimiento brusco puede ocasionar que se suelte y caiga hacia adelante. Algunas veces, si algo se le cae de las manos cuando lo tienes en brazos, en lugar de recogerlo tú, bájalo y anímalo a recogerlo él mismo.

• Déjalo explorar. Para los bebés y niños pequeños, movimiento es sinónimo de aprendizaje. Algunas de las experiencias didácticas más provechosas tienen lugar cuando se les deja palpar, chupar y experimentar las cosas por sí mismos. No esperes que se siente quietecito todo el tiempo. Estar sentado sin hacer nada no es lo mejor para su desarrollo mental, ni propicia su desarrollo en el aspecto físico o en el plano social. Por cautivantes que sean la televisión y los videos, la mente y el cuerpo del niño ansían también experiencias físicas y sensoriales que le permitan absorber información y le resulten interesantes. Los períodos de aprendizaje pasivo deben compensarse con otros de mayor actividad.

• Los ejercicios oculares son buenos para el bebé. De la buena vista que tenga el bebé dependerán muchos otros aspectos de su desarrollo. Juega a acercar y alejar objetos de colores dentro de su campo visual. Las pelotas en movimiento, el balanceo de un péndulo y los móviles atractivos contribuyen a estimular la vista del niño.

• Estimúlalo a reaccionar de algún modo. Cuando estés con él, conviene que le hables. Anímalo a responder de algún modo, ya sea con un movimiento de la mano, una risotada, un arrullo o un balbuceo. No te limites a hablarle en media lengua, como hace mucha gente. Dile palabras interesantes acerca del día, acerca de él, acerca de ti, recítale una rima sencilla o preséntale fonemas. A los bebitos les fascinan toda clase de cosas, y están constantemente aprendiendo, aun cuando tú no te das cuenta. A veces golpean la mesa con la mano para sentir la sensación en la palma, oír el ruido que hacen y observar tu reacción. Esas nuevas experiencias cotidianas se convierten en un universo de descubrimientos.

• Hazlo participar en actividades variadas que no revistan peligro. Hallar la forma de hacerlo participar en actividades interactivas requiere paciencia y creatividad de tu parte; pero vale la pena. Aunque toda una generación de teleadictos afirme que se aprende mucho mediante la observación pasiva, la ciencia y el sentido común nos dicen que la participación activa conduce a un aprendizaje de mayor calidad.

• Promueve el desarrollo del lenguaje. Los niños reconocen y entienden palabras y frases antes de ser capaces de hablar, por lo que conviene no habituarse a dirigirse a ellos en lengua de trapo. Si tienes otros hijos, anímalos a hablar al pequeño con claridad, como si él entendiera el lenguaje normal. Como a los pocos meses ya comienza a entender lo que se dice, es muy importante tener cuidado con lo que se comenta acerca de él en su presencia. Por increíble que parezca, los bebitos escuchan cada palabra, y con mucha frecuencia su autoestima y la imagen que tienen de sí mismos se ven profundamente afectadas por lo que uno dice y por la forma en que se lo dice. No te engañes pensando que el niño no entiende lo que dices porque no habla, ni creas que deja de escuchar cuando te das la vuelta para dirigirte a otra persona. Suele ser un secreto infantil muy bien guardado, pero lo cierto es que todo lo que escuchan queda registrado en su mente e influye en ellos.

• La hora del baño es una experiencia excepcional porque envuelve la totalidad de su cuerpo en sensaciones: el agua, los salpicones, los sonidos, la sensación de estar mojado, la experiencia de que lo laven. ¡Lo puede pasar en grande! Dale una botella de plástico limpia, sin fondo, para que vea correr el agua de un extremo a otro. Un barquito o algún otro juguetito flotante de colores puede proporcionarle mucha diversión. Advertencia: ¡Nunca se debe dejar a un niño pequeño solo en el agua, ni por unos segundos! Un bebito puede ahogarse en apenas tres o cuatro centímetros de agua.

• Los bebitos necesitan ejercitar todas sus extremidades. Los movimientos sencillos desempeñan un importante papel en el desarrollo de la coordinación. Aprovecha todas las oportunidades que se presenten para ejercitar, masajear y mover sus brazos y piernas.

Cómo eliminar peligros en el hogar
Es divertido tener un bebé en casa y estar presente cada vez que aprende algo nuevo. Echa un vistazo a tu casa y trata de verla a través de los ojos de tu pequeño. Toma nota de los objetos que pueden resultar peligrosos en caso de que tire de ellos, los empuje o se los lleve a la boca. Estudia la siguiente lista de consejos para prevenir que sufra accidentes en la casa, sobre todo una vez que comience a desplazarse por su cuenta:

• Guarda o acolcha los muebles que tengan bordes filosos o esquinas puntiagudas.
• Retira cualquier objeto rompible o muy pesado de las superficies que se encuentren a menos de un metro del piso.
• Asegúrate de que no haya cables eléctricos que crucen el suelo, y de que no quede ningún cordón a su alcance, como los de las persianas.
• Retira los manteles de los que el bebé pueda tirar, con lo que se le caerían encima de la cabecita los objetos que estén en la mesa.
• Cubre los tomacorrientes que estén a su alcance.
• Asegúrate de que los barrotes de las barandas de las escaleras y los balcones no permitan que el bebé pase la cabeza entre ellos.
• Comprueba que todos los armarios en los que haya artículos peligrosos tengan las puertas firmemente cerradas y que las manillas estén fuera de su alcance; en caso contrario, ciérralos con llave o con cinta adhesiva.
• Los artículos de limpieza peligrosos y otros productos químicos deben estar fuera de su alcance.
• Instala puertas firmes al principio de las escaleras que conducen a la planta alta y al sótano. Obstaculiza también la entrada de la cocina.
• Mantente en todo momento al tanto de lo que hace, aunque hayas revisado el recinto en que se encuentra.

Si tienes un animalito doméstico, debes evaluar si puede representar un peligro para el bebé. Al nacer éste, es posible que el animal necesite que se le preste un poco más de atención para tranquilizarlo, dado que en ocasiones se ponen celosos y agresivos, aunque no den señales de ello en presencia del amo. Es probable que la mascota no esté tan contenta como tú con la llegada del bebé, sobre todo si está acostumbrada a ser el centro de la atención. Las mujeres embarazadas y los bebitos deben evitar la proximidad de los gatos, pues es sabido que éstos son transmisores de un parásito (toxoplasma) capaz de ocasionar graves anomalías en el feto y también en los recién nacidos.

El cuidado del bebé es tarea de toda la familia
Si tienes otros hijos, también ellos necesitarán ayuda para entender, apreciar y acoger de buen grado al recién nacido. La educación del pequeñín puede ser un trabajo en equipo. Si tienes varios hijos, te resultará más difícil centrar tu atención en el más chico; pero los mayores también pueden hacer de maestros. Conseguir que todos los componentes de la familia estén contentos con la llegada del bebé puede significar bastante trabajo para los padres. Toma tiempo entender y dar explicaciones a los otros niños, pero eso es lo que tienen que hacer el papá y la mamá. El hecho de interesarse el uno por el otro, cuidar del bebé y cuidar a la vez de los otros niños es lo que hace de una pareja una familia, y de dos personas un papá y una mamá.
Los padres son los primeros maestros del niño, y éste a su vez les enseña mucho a ellos. Con sus padres el niño adquiere las destrezas fundamentales para la vida: aprende a caminar, a hablar y a relacionarse armoniosamente con los demás. Los padres tienen la gran alegría de escuchar la primera carcajada de su pequeño, de ver cómo reacciona a las cosquillas, de observar sus primeras sonrisas, de oír sus primeras palabras, de aplaudir cuando hace sus pininos. La labor de los padres es rica en bendiciones y recompensas cotidianas.

Juguetes
Nada estimula tanto el desarrollo mental como las experiencias activas.
Un buen juguete es aquel que resulta atractivo para los sentidos de la vista y el tacto (manejable, con una forma y una textura interesantes) y que estimula al niño a emplear las manos para realizar alguna actividad con él. De ser posible, debe poner en juego su ingenio o presentarle un problema cuya resolución requiera, por lo general, cierta coordinación motora. Los juguetes que no hacen más que entretener sin requerir ninguna acción por parte del niño son de escaso valor didáctico, aunque hablen o tengan luces centelleantes. El juguete debe fijarle al pequeño una meta y estimularlo a tomar determinada decisión o hacer cierto movimiento. No conviene que conste de demasiados componentes: es mejor que le permita al niño concentrarse en unas pocas cosas a la vez. Algunos presentan elementos que contrastan; también son deseables los que cuentan con una gradación de tamaños, colores, sonidos, velocidades, texturas o lo que sea. Los bancos de carpintero con un mazo y varias clavijas, los cubos o barrilitos que encajan uno dentro de otro, los bloques apilables y las cajitas con huecos de diferentes formas por los que hay que introducir objetos con esas mismas formas son ejemplos de juguetes que responden a esas características. Un buen juguete debe tener un tamaño adecuado para la talla del niño y debe ser firme, seguro y fácil de higienizar.
La boca del bebé es una de las partes más sensibles de su cuerpo. Todo lo que encuentra se lo lleva a la boca para probar su sabor y su textura. Asegúrate de que todo lo que se ponga en la boca esté limpio y no entrañe peligro. Examina cuidadosamente los juguetes para ver si tienen algo que pudiera hacerle daño, como partecitas que puedan romperse y quedársele atragantadas. Mantén fuera de su alcance todos los juguetes que sean muy pequeños o que tengan piececitas que pueda tragarse. Evita los objetos que puedan estar recubiertos de pintura que contenga plomo u otros elementos tóxicos. Los chupadores y otros juguetes rellenos de líquido deben ser de buena calidad, para evitar el riesgo de que se escape agua con bacterias o toxinas. Evita también los juguetes que hagan ruidos agudos o muy fuertes, pues pueden dañar su audición.
No le des cuerdas ni alambres con los que podría enredarse y estrangularse. Evita las muñecas y los animales que tienen botones por ojos o por nariz, ya que podría arrancarlos y tragárselos; los bloques y las cajas de madera sin pulir, que puedan astillarse; los objetos filosos; los juguetes y la ropa inflamables, etc. Juguetes que quizá son seguros para un niño mayor pueden resultar muy peligrosos para un bebito o un niño pequeño, de modo que hay que enseñar a los hijos mayores a no dejarlos al alcance de su hermanito. Una buena norma general a la hora de escoger objetos con los que dejarle jugar es no darle nada que sea más pequeño que su puño.
Advertencia: Es peligroso dejarle jugar con objetos que pudieran causarle asfixia, como pelotas de playa desinfladas, trozos de globos, bolsas de plástico, envoltorios de juguetes, celofán, etc.
En lugar de gastar dinero en juguetes que no estimulan mucho ni tienen gran valor didáctico, invierte en móviles colgantes (uno mismo también se los puede hacer), una caja de música, un cojín de gimnasia, un saltador colgante, afiches y libros realistas y cosas así. Estos no sólo estimularán al bebé, sino que puedan regalarse a otras personas una vez que él haya aprendido todo lo que pueda con ellos. Los bebés suelen disfrutar mucho de los juguetes sencillos de madera y de los que tienen piezas que se pueden colocar una sobre otra. Procura satisfacer su deseo de manipular objetos nuevos y diferentes dejándole jugar con artículos domésticos que no supongan ningún peligro para él, como un batidor, vasos, tazones y jarras de plástico, cucharas de palo, etc.
Se puede fabricar fácilmente un baúl para los juguetes con una caja de cartón resistente, quizá forrada con una tela de un color alegre o con plástico adhesivo.
ACTIVIDADES QUE PROPICIAN
EL DESARROLLO DEL BEBÉ
En la siguiente sección se describen formas de interactuar y comunicarte con tu bebé que estimularán su desarrollo. Muchas de estas actividades las hace uno espontáneamente, como mecerlo y cantarle. Prueba otras que tal vez no se te hayan ocurrido, como cambiarlo de posición para estimular el uso de otros músculos, imitar su balbuceo durante las conversaciones que tengan, o moverle los brazos para ir representando lo que dice una canción, un poema o un versículo.
Al relacionarte con él, los sentimientos que expresas son más importantes que las palabras que emplees. El niño interpreta tu tono de voz, la expresión de tu rostro, la forma en que lo tocas. El mensaje más importante que puedes transmitirle es que lo quieres y disfrutas estando con él.
Recuerda que no hay ningún bebé exactamente como el tuyo, ni ningún padre, ninguna madre, ninguna niñera igual a ti. Cada bebé progresa a su ritmo y a su modo. No hay dos bebés que avancen justo al mismo paso, de modo que es posible que algunas de estas actividades sean muy fáciles para el tuyo, y otras muy difíciles. Adapta las siguientes sugerencias a sus características personales. Deja que él te muestre de qué actividades disfruta y para cuáles está listo, y ambos se lo pasarán en grande.

LAS SEIS PRIMERAS SEMANAS
Un recién nacido se pasa la mayor parte del tiempo acostado, de modo que conviene que su entorno sea lo más interesante y atractivo posible. Cuelga en la pared láminas llamativas, afiches o collages de vivos colores, o colócalos a lo largo del interior de la cuna (bien fijados para que no se le caigan encima). Pon a menudo música ambiental mediante un disco compacto, un casete, un juguete musical a cuerda o un carillón.
Cántale mientras está en tus brazos. Comunícate con él mirándolo a los ojos y hablándole en tono cariñoso. Si vas a leer algo que no es inapropiado para él, lee en voz alta mientras le das el pecho o lo tienes en brazos. Crea un clima alegre poniendo cintas de animadas canciones infantiles1 a lo largo del día.
Se pueden hacer móviles sencillos y cambiarlos cada pocos días. Para ello usa pajitas, formas de vivos colores recortadas en papel, tela o fieltro, escobillas para limpiar pipas, moldes para hacer galletas que tintineen al chocar entre sí, papel de aluminio, peluches y juguetes pequeños, etc. Cerciórate de que las piezas queden bien sujetas, no sea que se caigan en la cuna.
A los bebitos les suelen atraer las luces brillantes. No te extrañe, pues, encontrarte a tu pequeño mirando fijamente las bombillas eléctricas que no tengan pantalla. Ten cuidado de que las luces no sean muy fuertes, pues pueden lastimarle la vista. Mantén las lámparas y los cables bien lejos de su alcance.
A los bebitos les gusta ver lo que sucede a su alrededor. Desde muy pequeñines agradecen que los recuesten sobre unos cojines o en una silla para bebés de forma que puedan observarlo todo y participar de lo que ocurre. Una silla oscilante le proporciona al pequeño un buen panorama del cuarto, y el suave cabeceo lo entretiene. Asegúrate de que esté bien atado a la silla, y si lo ubicas sobre una mesa, una cama o un sofá, ponlo en el medio y bien apoyado. No lo desatiendas.
Dale ocasión de agitar libremente los brazos y las piernas, de estirarse y mover el cuerpo.
No lo dejes solo en una habitación con niños pequeños o con animales domésticos, ya que pueden hacerle daño sin querer. A los gatos, por ejemplo, les atrae el calor, y es posible que se acurruquen al lado del bebé cuando está dormido, demasiado cerca de su cara.
Si el bebé duerme en el cuarto contiguo, conviene ir a verlo con frecuencia para asegurarse de que esté bien arropado, de que todo esté en orden, de que la habitación esté bien ventilada y de que no haya nada muy cerca de la cara del pequeño —una sábana, una manta, una almohada, un peluche, unos pañuelos de papel, un plástico o alguna otra cosa (como un colchón demasiado blando)— que pudiera dificultarle la respiración o provocar una acumulación de dióxido de carbono alrededor de su rostro mientras duerme. No debe haber ningún plástico delgado (por ejemplo, bolsas de plástico) en la cuna del bebé ni a su alcance.
Aunque se desconocen las causas de la muerte súbita del lactante, se sospecha que en algunos casos podría ser un shock a consecuencia de ciertas vacunas. Es muy importante vigilar de cerca a los niños muy pequeños cuando duermen, sobre todo si están muy congestionados y tienen dificultades para respirar o hace poco que han sido vacunados. Algunas personas sostienen que es mejor poner a los bebés a dormir de lado en vez de boca arriba o boca abajo.

ENTRE LAS SEIS SEMANAS Y LOS TRES MESES
Para cuando ha cumplido seis semanas, el niño ya es mucho más consciente de su entorno y quiere estar en todo. Es muy beneficioso llevarlo contigo de una habitación a otra. Procura que esté cerca de ti en un portabebés o canguro cuando él esté despierto y tú trabajando. Así podrán tocarse, hablarse e intercambiar sonrisas. Haz que se sienta amado prodigándole abracitos y besitos.
Dale ocasión de estirarse, moverse y ejercitar sus músculos. El cambio de pañales es un buen momento para masajearlo y comenzar a hacer gimnasia con él, moviendo suavemente sus extremidades.
Cántale canciones acerca de Jesús. Háblale de Él. Pon un cuadro de Jesús cerca de la cuna o del cambiador. Mientras le cambias los pañales, háblale de lo que se ve en la imagen, cuéntale historias sencillas o recítale poemas. Hasta puedes empezar a enseñarle frases de la Biblia y dichos que puedan ayudarle, cantándoselos y repitiéndoselos a lo largo del día. Al final del libro encontrarás una lista de versículos y lemas para chiquitines. Esas mismas frases se han ilustrado a todo color para la colección de afiches Láminas y lemas, de Aurora Production. Decora con esas láminas —o con otras que tú prepares— la habitación del pequeño, o cuélgalas en la cocina, donde sea que el bebito pase bastante tiempo. A partir de los tres meses se le puede enseñar cada semana una frase. Simplemente la repites alegremente día tras día, y en cuanto empiece a hablar, él también querrá participar. No subestimes la cantidad de información que un bebito es capaz de asimilar. Pasará un tiempo antes que veas resultados concretos, pero no te quepa duda de que te escucha, lo absorbe y aprende.
Ponle dibujos realistas en colores para que los mire. Cuelga un espejo grande en la pared (bien sujeto, o fuera de su alcance). Es probable que a esta edad todavía le atraigan los móviles, pero también querrá manipular cosas. Puedes instalar un gimnasio en su cuna colgando juguetes y objetos de varias formas de un elástico tendido de un lado a otro de la cuna, para que los observe y los golpee con las manos y los pies cuando esté de espaldas. Una vez más, asegúrate de que no pueda enredarse en el elástico ni arrancar piececitas que representen un peligro para él.
A medida que crezca, controlará mejor sus movimientos de cabeza, brazos y piernas.

Juegos con el sonajero
Cuando el bebé esté acostado de espaldas sobre una superficie plana y segura, como su cuna o una manta, ubícate detrás de él de forma que no te vea. Sostén el sonajero sobre su cabeza y agítalo suavemente hasta que lo mire. Una vez que tengas la certeza de que lo ha visto, desplázalo de un lado a otro siguiendo cierta pauta, bastante despacio para que pueda seguirlo con la mirada. Al cabo de unos momentos, cambia la dirección, siempre con lentitud y suavidad.
También puedes desplazar el sonajero lentamente hasta que quede fuera de su campo visual. Cuando veas que intenta seguir el sonido con la vista, recompensa sus esfuerzos volviendo a ponerlo en su campo visual. Anímalo diciéndole: «¡Aquí está el sonajero! ¡Muy bien!»
Cuando esté boca abajo, estimúlalo a alzar la vista. Agita el sonajero delante de su cara y ve elevándolo lentamente. Eso le hará levantar la cabeza para seguirlo. Puedes enseñarle a apoyarse en los brazos para levantar la cabeza y los hombros. Cada vez que lo haga, prémialo con elogios.
Algunas veces, anímalo a tender la mano para tomar el sonajero, a fin de reforzar la experiencia visual con una táctil. Sostén el sonajero fuera de su alcance y agítalo hasta que fije la atención en él. Luego acércaselo lentamente para que pueda extender la mano y asirlo. Cuando lo tome, elógialo profusa y entusiastamente. Deja que lo disfrute unos momentos y repite el ejercicio.
A esta edad es capaz de enfocar bastante bien y de reconocer diversos sonidos. Poco a poco se vuelve más consciente de sus límites físicos, de dónde termina él y empieza el mundo.
DE LOS TRES A LOS SEIS MESES
Una vez que haya logrado suficiente coordinación para agarrar los objetos que ve, se amplía la gama de actividades que puede realizar. Ya está listo para disfrutar de experiencias más refinadas y complejas.

Las escondidas
Prueba un juego sencillo de escondidas: Siéntalo en tu falda y coloca en la mesa su juguete favorito. Cúbrelo parcialmente con una tela y enséñale a encontrar el juguete retirando la tela. Haz que la actividad sea divertida y alentadora.

Exploración
Procura encontrar formas nuevas y creativas de estimularlo a explorar y manipular los objetos de su entorno. Explora con él todas las maravillas de las cosas que hay dentro y fuera de la casa, de los objetos que ruedan, de los que hacen ruido, de los que son suaves y peludos, de los líquidos, de los sólidos, de lo que está caliente y de lo que está frío. Lo mejor es explicárselo y describírselo todo con claridad, como lo harías con un niño mayor.

Sacar y acercar juguetes
Dos juegos sencillos que puedes probar: 1) Pon algunos de sus juguetes favoritos en un recipiente y dile que los saque. No dejes de elogiarlo cada vez que lo logre. 2) Ata a un juguetito una hebra de lana de algún color vivo. Ponlo en la mesa y muéstrale lo que sucede cuando tiras de la hebra. Anímalo a acercar el juguete tirando de la hebra. Luego deja que juegue con él.
No lo hagas rabiar ni lo exasperes. Haz esos juegos sólo cuando demuestre interés en ellos. No dejes juguetes con cordones atados a ellos dentro de la cuna o corralito ni cerca de ellos, ni le permitas jugar con algo así si no lo estás vigilando.

Imitación
En esta etapa, a la mayoría de los bebés les encanta imitar a los demás. Si tú meneas la cabeza, él hará lo mismo; si hablas o emites sonidos, remedará los movimientos de tu boca e incluso algunos de los sonidos que escuche. También querrá copiarte si haces gestos para acompañar lo que dice una poesía sencilla o una cancioncilla.

Canciones y relatos
Sigue acercándolo a Dios por medio de canciones, representando para él versículos y relatos y mostrándole dibujos de Jesús. Cuéntale episodios del Nuevo Testamento empleando libros ilustrados, franelógrafos1, canciones, rimas y movimientos.

Vocabulario y lectura por el método global
Háblale mucho. Emplea palabras nuevas todos los días, por ejemplo para describir cosas que están fuera de la casa, como árbol, pasto, calle, perro. Paséalo y déjale tocar algunas de las cosas de las que le hablas. Puedes empezar a enseñarle palabras escritas en minúsculas de imprenta, en tamaño grande y de color rojo, para que empiece a aprender a leer por el método global (reconociendo palabras enteras en vez de letras). Por ejemplo: mamá, papá, su nombre, Jesús, biberón, etc. (Que sean palabras que conoce y oye a lo largo del día).

Música y videos
Los niños disfrutan escuchando cintas de alegres canciones infantiles y viendo de vez en cuando videos musicales infantiles que sean edificantes, como los de la colección Chiquivideo1. Sin embargo, conviene limitar el tiempo que pase delante del televisor, pues aprenderá mucho más y hará muchos más progresos con actividades que entrañen movimiento físico, jugando con objetos que pueda palpar y manipular.

Acción
A esa edad ya puede disfrutar con ejercicios que lo hagan moverse más, como dar brincos en un saltador colgante (un arnés preparado para suspender al bebé, mediante un resorte largo o una gruesa cuerda elástica, de un gancho colocado en el techo o de una pinza que se sujeta a la parte superior del marco de una puerta).
Puede que también le guste un columpio en el que pueda mecerse mientras te observa. A menudo se quedará dormido en él. Cuando eso suceda, no dejes de sacarlo y ponerlo en la cuna. Algunos columpios mal diseñados pueden afectar la circulación en las piernas.

Peligros
Pese a que los andadores estimulan el desarrollo de las piernas, en muchos lugares se han prohibido a causa de los gravísimos accidentes sufridos por bebés que entraron caminando en sitios peligrosos, volcaron el andador o se cayeron con él por las escaleras. Si vas a usar uno, verifica que sea estable y que esté bien hecho, y que el bebé se encuentre en un sitio seguro, constantemente supervisado mientras esté en el andador.
Muchos bebés se caen de los cambiadores al darse la vuelta cuando sus padres menos se lo esperan. En muchos casos ese tipo de accidente ocurre antes que los padres se den cuenta de que el niño ha aprendido a darse la vuelta. Cuando un bebito empieza a moverse con facilidad, esa es una de las primeras cosas que aprende. ¡Conviene estar preparado y tenerlo todo a la mano para no dejar al bebé suelto en el cambiador ni por un segundo! Algunos cambiadores vienen con correas para atar al bebé e impedir que se caiga. Si el tuyo no tiene, puedes usar un cinto o una correa de tela para maletas.

DE LOS SEIS A LOS SIETE MESES
En esta etapa, el bebé estará despierto por períodos más prolongados y se quedará contento jugando solo algunos ratitos, aunque querrá que su mamá o alguien esté a la vista mientras juega. Esos son buenos momentos para ponerle música apropiada. (A los padres y a las niñeras se les aconseja no ponerse audífonos mientras cuidan de un bebé, pues tienen que poder oírlo y estar pendientes de él mientras trabajan). Dale objetos variados para entretenerlo: artículos de uso doméstico que no presenten peligro para él, juguetes blandos y de apretar, etc. A esa edad también les gustan los juguetes que hacen ruidos interesantes, como las tapas de ollas, los vasos metálicos, etc. (Naturalmente, no hay que darle nada que tenga bordes filosos, que pueda desmontarse o que no conviene que chupe.)
Como querrá ver todo lo que ocurre a su alrededor, puede que disfrute jugando en la silla alta. Empezará a dejar caer cosas para ver qué pasa. A fin de ahorrarte la molestia de agacharte para recogerlas, átalas a la silla alta con un cordelito o un cordón de zapatos. (El cordón tiene que ser bastante corto para que no haya peligro de que se lo enrede en el cuello cuando tú no estés mirando). Eso de botar los juguetes y luego tirar de la cuerda para recuperarlos le fascinará. Cuando salgas a pasear con él también te resultará práctico atar los juguetes al cochecito o a la sillita. Sin embargo, ten en cuenta que el permitirle arrojar objetos desde la silla alta puede llevarlo a tirar también al suelo la comida y los cubiertos. Es un poco pequeño para entender que lo primero está permitido y lo segundo no; a su modo de ver, es todo lo mismo.

Canciones y oraciones
Conviene no dejar de cantarle canciones que hablen de Dios. A esta edad también se le puede enseñar a juntar las manos para orar. Si antes de cada tipo de actividad se hace siempre la misma oración de una o dos frases, se la irá aprendiendo. Por ejemplo: «Señor, bendícenos y guárdanos de todo mal», o: «Gracias, Jesús, por esta comida».

Figuras de personajes, animales y sitios de la Biblia
Se puede familiarizar al bebé con figuras de franelógrafo como la del Niño Jesús, María, José, un pastor, una oveja, un ángel, un burro, un pesebre, Jesús ya adulto, etc. Tales figuras también son ideales para confeccionar móviles y para enseñarle a leer palabras por el método global. (Primero deja que trabe conocimiento con el personaje, el animal o la cosa representada por la figura, y luego muéstrale la tarjeta con la palabra correspondiente, escrita tal como explicamos más arriba.)

«Por favor» y «gracias»
Esta es una buena edad para enseñarle a pedir las cosas por favor juntando sus manitas, y a dar las gracias inclinando la cabeza o de palabra (aunque probablemente lo que diga sonará a «ta ta»). Aunque no va a aprender de un día para otro a hacerlo solito, conviene ir enseñándole el concepto. Por ejemplo, puedes tomarle las manitas y juntárselas mientras dices: «¡Por favor!», y luego responder: «¡Muy bien! Toma el juguete».

El juego del cuerpo
Dedica algunos ratos al juego del cuerpo. Comienza moviéndole un brazo juguetonamente mientras le dices: «Este es el brazo de [su nombre]». Continúa con otras partes del cuerpo, nombrándolas todas como si fuera un juego. Eso le ayuda a tomar conciencia de su cuerpo.

Las escondidas en versión avanzada
Ésta es una versión más estimulante de las escondidas: Coloca un juguete donde él lo vea y luego ocúltalo interponiendo un cartón. Cuando intente asir el juguete, probablemente echará abajo el cartón, lo cual está bien. Enséñale que también puede alzarlo. Cada vez pregúntale: «¿Dónde se fue el juguete?», o: «¿Dónde está el juguete?», y luego exclama: «¡Ahí está! ¡Lo encontraste! ¡Muy bien! ¡Juguemos otra vez!» Después que lo encuentre, déjale jugar con él un poquito.

Juegos con juguetes y cuerdas
Ésta es una variante del juego del juguete y la cuerda: Toma tres hebras de lana de distintos colores y ata un juguete a una de ellas nada más. Colócalas frente al bebé y pídele que tire de la que tiene atado el juguete. Requerirá bastante práctica, pues tendrá que aprender que solo una de las hebras sirve para acercar el juguete. Cuando tire de la hebra a la que está atado el juguete, elógialo y déjale jugar con él. Advertencia: No hay que dejar nunca esas cuerdas dentro del corralito o de la cuna, ni en ningún lugar donde pueda agarrarlas y enredarse en ellas o ponérselas alrededor del cuello.

Para que aprenda a gatear
Hay muchas formas de estimular y enseñar a los bebés a gatear. Puedes ponerlo boca abajo sobre un cojín tubular bien firme o una pelota de playa y mecerlo suavemente hacia adelante y hacia atrás sujetándolo con las manos. Eso le enseña a reaccionar cuando se cae hacia delante y desarrolla su sentido del equilibrio. Si le quitas los pañales y la ropa, que restringen sus movimientos, y lo acuestas sobre una sábana limpia, se sentirá más libre para moverse. Para empezar, ponlo boca abajo, ubica un objeto delante de él, apenas fuera de su alcance, y anímalo para que trate de llegar hasta él. Si colocas las manos tiesas contra las plantas de sus pies, reaccionará impulsándose hacia adelante con pataditas. También se le puede enseñar a gatear sosteniendo la mayor parte del peso de su cuerpo (pásale una toalla por debajo del torso y levántalo un poco) mientras él practica los movimientos de brazos y piernas.

Libros
Puedes empezar a leerle libros ilustrados a muy temprana edad, en cuanto sea capaz de sentarse erguido. Escoge momentos en que no esté enfrascado en algún juego. Procura que sean ratos en que se sienta muy a gusto, acurrucado en la falda de papá, mamá o algún amigo. Emplea un lenguaje sencillo y frases cortas, y preséntale libros muy variados. Puede que ya diga algunas palabras. Elogia sus esfuerzos por repetir sonidos y palabras.

DE LOS SIETE A LOS DIEZ MESES
A esta edad, si el niño ha aprendido a gatear, querrá desplazarse por la casa. También jugará a ratos por su cuenta. Dale ocasión de mejorar el control de sus brazos y piernas proporcionándole un entorno seguro y limpio donde gatear y jugar libremente.
Para facilitar las cosas a la hora de acostarse, tanto para él como para ti, establece una secuencia fija de actividades tranquilas preparatorias. Cántale o repasa con él algunos libros ilustrados, para que vaya relajándose. Es posible que a esa edad no tenga reparos en acostarse; pero a medida que crezca y se vuelva más independiente, no te extrañe que manifieste sus propias ideas sobre cuándo y cómo hacerlo. Así pues, el tener una secuencia fija de pasos —ponerse el pijama, comer o beber alguna cosita, leer un cuento en la cama de mamá, meterse en su cama, hacer una oración, escuchar una cinta de música infantil suave una vez que esté acostado— le ayudará a aceptar más fácilmente que es hora de acostarse.

Franelógrafos de la Biblia
Es probable que no puedas enseñar a tu pequeño con franelógrafos y otros medios similares hasta que tenga como un año y medio. Por lo general, no se le puede pedir a un niño más pequeño que se siente quietecito y observe. De todos modos, sí puedes familiarizarlo con los personajes y las figuras de los franelógrafos de la Biblia y presentarle relatos de una forma muy sencilla, pero emocionante. Para captar su interés, tendrás que imitar las voces de los diferentes personajes y gesticular mucho. Aun así, verás que generalmente no podrás prolongarlo mucho más de unos minutos, pues su capacidad de concentración es limitada.

Precauciones en la cocina
En estos meses, el niño empieza a gatear y a desplazarse más. Ojo con las partes de la casa donde le dejas explorar; asegúrate de que no haya peligro. Es muy arriesgado dejar que un niño pequeño juegue en la cocina, pues cuando uno prepara la comida necesita concentación, y además a veces es necesario manipular recipientes pesados o calientes que pueden caerse o volcarse. Evita las situaciones que puedan provocar accidentes; dejar a una criatura en el piso de la cocina es crear una situación en la que fácilmente puede producirse uno. A esta edad también es peligroso ponerlo en una silla para bebés sobre una mesa. Si es inevitable que lo tengas contigo en la cocina, siéntalo en la silla alta en una parte donde no se le pueda caer ni derramar nada encima y donde no alcance objetos peligrosos, y sujétalo con un arnés infantil para que no se pueda levantar y caer. Dale algunos utensilios de cocina que no le vayan a hacer daño, como una cuchara de plástico o de palo, una espátula, una taza de plástico, un embudo u otras cosas por el estilo.

Bloquecitos
A esta edad es capaz de manipular objetos más pequeños. Para desarrollar esa destreza, siéntate con él en el piso y colócale delante dos bloquecitos. Muéstrale que puede poner uno encima de otro. Deja que lo haga. Luego añade un tercer bloquecito para que construya una torre sencilla de tres elementos. Al principio no conseguirá colocar los bloquecitos perfectamente uno sobre el otro, pero con la práctica lo logrará.
Una variante de este juego consiste en enseñarle a colocar dos o tres bloquecitos en fila en el suelo y moverlos como si fueran un trencito. (Si empuja el tercero en dirección a los otros dos, éstos se moverán también.) Es posible que le resulte divertido verlo, y poco a poco aprenderá a colocar los bloques y mantenerlos en línea mientras los empuja. A medida que vaya dominando estos juegos, ve añadiendo bloques.

Ir a buscar la pelota
Cuando aprenda a gatear, le encantará ir de un lado a otro recogiendo objetos que le llamen la atención. Echa a rodar una pelota de tenis y pídele que la vaya a buscar y te la traiga. A muchos bebitos les fascina este juego. ¡Es probable que tú te aburras mucho antes que él!

Libros
Cuando el bebé no esté muy activo, quizá justo antes de la siesta o de acostarse por la noche, siéntalo a tu lado o en tu falda y léele o enséñale un libro. A esta edad los mejores son los libros en colores con imágenes realistas y un lenguaje sencillo. También puedes contarle la historia con tus propias palabras. Verás que ya empieza a asociar a las personas y las cosas con sus nombres. Háblale mucho y anímalo a repetir los sonidos que escucha.

Las escaleras
Las escaleras son peligrosas para los niños pequeños. Hay que instalar puertas de seguridad arriba y abajo. Por otro lado, son una realidad cotidiana, y hay que enseñar a los niños a subir y bajar con precaución. Treparlas a gatas, con estrecha supervisión, es toda una hazaña y un buen ejercicio a esa edad.
Esto es algo que probó un papá: «Cuando nuestra hija logró subir las escaleras por primera vez, estaba que no cabía en sí de alegría; pero entonces le hice ver que también tenía que aprender a bajarlas. Lloró un poco y quería que la alzara, pero yo lo que hice fue enseñarle movimiento por movimiento lo que tenía que hacer. Siempre que ella trepaba a cualquier cosa, yo volvía a hacer lo mismo».
Procura no poner reparos a que aprenda cosas nuevas siempre y cuando lo vigiles muy de cerca para que no se haga daño. Si le enseñas a hacer cuidadosa y correctamente, bajo tu supervisión, cosas que entrañen cierto riesgo, aprenderá mejor a reconocer los peligros y a evitar accidentes que si nunca dejas que se acerque a nada peligroso.

DE LOS DIEZ A LOS DOCE MESES
A esta edad es posible que ya comience a erguirse e incluso a caminar. Estará muy activo, y necesitará bastante variedad de juguetes y otros objetos para sentirse feliz, estimulado y satisfecho. Es probable que sea capaz de seguir instrucciones sencillas, de saludar con la mano, de traerte cosas (algo que les encanta) y de participar más en los juegos que hagas con él.
Los padres bien pueden aplicar el versículo: «Es necesario que él [el niño] crezca, pero que yo [el papá o la mamá] mengüe»1. Procura no privarle de hacer cosas que es capaz de hacer por su cuenta, solo porque tienes apuro. Muchas veces los niños mayores van corriendo y abren el regalo del bebé porque en su opinión él va muy despacio. Pero conviene enseñarles que es mejor dejar que el bebito aprenda a hacer las cosas solo, sin intervenir. Si el pequeño se siente contrariado porque no logra hacer algo, muéstrale cómo se hace y deja que vuelva a intentarlo si quiere. Anímalo a hacerlo por su cuenta lo más posible. La paciencia y la persistencia son cualidades que pueden cultivarse con solo enseñarle al niño a superar los obstáculos que se le presentan.
Cuando un niño empieza a caminar, muchas veces pierde peso, come más y necesita dormir más. Para él caminar supone un gran esfuerzo, aunque todavía se agarre a los muebles o a tu mano. Por eso, déjalo dormir todo lo que quiera, y no lo despiertes, para evitar que se agote, se debilite y esté más propenso a contraer alguna enfermedad.

Inventa un cuento
Puedes contribuir al desarrollo de su capacidad de concentración contándole cuentos cortos y sencillos acerca de objetos que tengas a la mano, como puede ser uno de los juguetes que más le guste.

Casita de cartón
Las cajas grandotas de cartón del supermercado o de una tienda de electrodomésticos pueden resultar muy entretenidas. Corta los extremos de dos o tres cajas, ponlas boca abajo, en fila, y ya le has hecho un túnel. Colocando una manta sobre una mesita se puede hacer una casita de juguete, una carpa o un lugar para jugar a las escondidas. A los niños les encanta tener su propia casita, y les gusta llevarse allí sus juguetes y quedarse un rato jugando.

Enséñale a leer
A esta edad puedes dar inicio a un programa sistemático de enseñanza de la lectura por el método global, sobre todo si en los meses anteriores has estado hablándole mucho y enseñándole un montón de vocabulario. En distintos momentos del día se le pueden mostrar tarjetas de palabras claramente escritas con letra de imprenta y marcador muy grueso. Coloca la tarjeta que dice «mamá» junto a una foto de mamá; la que dice «pelota» junto a una pelota; la que dice «camión» sobre uno de sus camiones de juguete. Dile una palabra y señala el objeto correspondiente; luego pídele que señale él la palabra que tú dices. Puede que todavía no sea capaz de pronunciar las palabras, pero así comenzará a asociar palabras escritas con objetos. Al cabo de un par de días, coloca una palabra nueva sobre otro objeto y léesela. Te sorprenderá lo rápido que logra reconocer las diferentes palabras cuando le pidas que te muestre la que tú le dices. Procura que esta actividad resulte siempre entretenida, y cambia las palabras con frecuencia para que no se aburra. (El error más común de los padres es ir demasiado despacio). También puedes poner las palabras que se sepa en un cuaderno que tenga dibujos o fotos recortadas de los objetos correspondientes. Así podrás sentarte con él a leer su cuaderno de lectura.

Juego de meter en la lata
Busca un recipiente pequeño, por ejemplo una lata de café (cerciórate de que el borde de la lata no corte). Debe tener una tapa de plástico transparente que el propio niño sea capaz de levantar fácilmente para acceder al contenido del recipiente. Probablemente no sirva una tapa a rosca. Haz una incisión grande en la tapa, de forma rectangular. La tapa debe ser tal Escoge unos cuantos objetos de diversas formas, o hazte unas cuantas figuras de cartón. Deja que te observe cuando los dejes caer en la lata a través de la incisión. Deja que te ayude a quitar la tapa y vaciar la lata. Luego dile: «Ahora llénala tú. A ver si puedes meter estas cosas». Puede que al comienzo necesite ayuda, hasta que aprenda a llenar y vaciar la caja solito.

Cubos apilables y encajables
Si está dentro de tus posibilidades, consíguete unos cubos de plástico de esos que tanto se pueden apilar para armar torres como encajar unos dentro de otros. Comienza con sólo tres de tamaños muy diferentes y construye una pirámide. Siéntate en el suelo junto al pequeño y apila los tres objetos mientras le explicas lo que haces. Anímalo a intentarlo: «Ahora hazlo tú». No insistas en que los coloque en orden, es decir, con el mayor abajo. Deja que lo intente como quiera. En otra oportunidad puedes invertir el juego y decirle que encaje los cubos uno dentro de otro. Cuando los objetos no encajen, no hace falta que se lo digas; él mismo se dará cuenta. Este tipo de juego es autocorrectivo: cuando pone el cubo más pequeño dentro del mayor, se encuentra con que no puede meter el mediano. Ayúdalo a entender lo que ocurre: «Uy, no entra. Algo se lo impide. Vuelve a intentarlo».

Otros juegos y juguetes
Esconde en una caja de zapatos un objeto con el que pueda jugar sin peligro, como una tacita o una cucharita de plástico; cuando levante la tapa, le sorprenderá encontrarlo. Los banquitos de carpintero con un mazo y varias clavijas son buenos para los niños de esta edad. Si el bebé ya ha comenzado a caminar, probablemente le gustará tener juguetes que pueda arrastrar. Es muy posible que se sienta satisfecho con cualquier cosa que le ates a una cuerda: un carretel vacío de hilo o de cordel, una piña de conífera, una cajita, etc. Para preparar un trencito del que pueda tirar, une varias cajitas y ata una cuerda a la primera. Para hacer una oruga, usa carreteles de hilos de diferentes colores. También se puede hacer una lombriz con unos cuantos ruleros para el cabello puestos uno a continuación de otro.

Al aire libre
En el jardín o en el parque, a tu pequeño le encantará jugar contigo. Gatear en la hierba será una experiencia nueva. Además, si está aprendiendo a caminar, no se hará daño si se cae. Para un bebito, todos los juegos son didácticos. Muéstrale una mariposa o una abeja que esté trabajando, enséñale cómo vuelan los pájaros o cómo juntan alimento las ardillas. Es muy beneficioso que aprenda a seguir un objeto en movimiento con la mirada.
SEGUIR INSTRUCCIONES
A un niño hay que enseñarle a seguir instrucciones sencillas. Por ejemplo, si es capaz de sacar algo de un estante, también es capaz de aprender a guardarlo, o al menos de intentarlo. Cuando arme algún desastre, procura no intervenir abruptamente y deshacer de un plumazo todo lo que haya hecho. Siempre que el tiempo lo permita, enséñale a limpiar lo que haya ensuciado y a corregir sus propios errores. Puede que desenrollar el papel higiénico le resulte divertido a él, pero no tanto a ti. Conviene que permitas que participe en la reparación de lo que ha estropeado. Naturalmente, no se le puede pedir a un niño pequeño que vuelva a enrollar todo el papel higiénico en el carretel; pero sí puede ayudarte a recogerlo y a ponerlo en una caja.

Cuando tu no debe ser rotundo
A veces tendrás que ponerte firme y no permitir que haga determinada cosa. Los niños tienen que aprender que no pueden actuar impulsivamente. Están rodeados de peligros. Los puede atropellar un auto si salen a la calzada. No deben asomarse a la ventana, ni meter objetos en los tomacorrientes, ni acercarse a una piscina o a un arroyo sin supervisión. Enséñales qué cosas nunca deben beber ni ponerse en la boca. Hay que poner mucho empeño en evitar que ocurran accidentes en la casa, vigilando en todo momento a los pequeños. Tienes que ir poniéndolos al tanto de todo, y eso comienza apenas son capaces de desplazarse solos.
Muéstrale al chiquitín exactamente qué cosas son peligrosas y explícale —con una demostración si es necesario— lo que podría ocurrirle. Por ejemplo, hazle entender el peligro de extender la mano para asir la manija de una olla que esté al fuego; o mejor aún, enséñale que no se le permite entrar en la cocina ni acercarse al fuego. Puedes establecer una zona segura dentro de la cocina, donde pueda estar él cuando tengas que supervisarlo mientras preparas la comida. Delimítala con sillas o con la mesa de la cocina, o pon en el piso una línea de cinta aislante de color y enséñale que no debe traspasarla. Dale una buena variedad de juguetes seguros, para no que no tengas la preocupación de que se vaya a meter en algo peligroso. A los niños mayores se les puede pedir que hagan de vigilantes, para que el bebé y cualquier otro niño que esté de visita no se metan en las zonas peligrosas de la casa.
Si pasas por alto algo que el bebé hace que está mal o es peligroso, o si no reaccionas con firmeza, él se imaginará que está bien. Y si le dices que pare, pero permites que siga en lo mismo, le estás enseñando que lo que dices no tiene mucha importancia, o que las primeras veces que le llamas la atención en realidad no cuentan. Como es natural, su curiosidad lo impulsará a llegar cada vez más lejos hasta descubrir qué es lo que de verdad tiene valor para ti. Procurará averiguar en qué casos hablas en serio y en cuáles puede suponer, sin riesgo a equivocarse, que en realidad no es tan importante que obedezca y puede hacer caso omiso de tus advertencias. Eso puede tener consecuencias nefastas y hasta poner en peligro su vida si cuando tú no estás mirando intenta hacer algo que pueda ocasionarle grave daño.
FRASES ESCOGIDAS sobre los bebitos
Un bebé en el hogar es una fuente de dicha, un mensajero de paz y amor, la morada terrena de la inocencia, un vínculo entre los ángeles y los hombres.
Martin Tupper


Los interrogantes, el porvenir y las sensacionales posibilidades que acompañan a cada recién nacido nos recuerdan lo divino de nuestra naturaleza: lo divino de nuestra razón, de nuestra percepción y de nuestros ideales. Ese cuerpecito delicado encierra magia y misterio. En su cabecita alberga genialidad. Puede crecer y aprender. La belleza de este mundo está dibujada en su rostro; duerme con la inocencia de la nieve; su valiente puño, que ahora parece una florcita, un día agarrará el arado, timoneará naves, sanará a los enfermos, arrastrará a las masas y quizás hasta indique el camino que conduce a un mundo nuevo y feliz.
Anónimo


Mientras la joven madre estaba ocupada en otra parte de la casa, el papá —que acababa de pintar uno de los cuartos— se hizo cargo de dar de comer a Paulita en su silla alta. Los resultados del engorroso procedimiento eran previsibles. Por fin, después de varias tentativas, vacilaciones y desastres, le gritó a su esposa:
—Paulita se terminó la papilla de ciruelas, pero parece que quiere más. ¿Le doy otra mano?


La presencia de un bebé en un hogar es una muestra perfecta del gobierno de una minoría.


Un niño no sólo es un regalo de Dios, sino también una tarea que te encomienda. Tienes el deber de velar por el paso de ese niño por este mundo en tránsito hacia el venidero y de formarlo en los caminos del Señor, para lo cual cuentas con toda Su ayuda.Al cuidar de él, estás moldeando su futuro y contribuyendo a que venga el reino de Dios a la Tierra así como es en el Cielo.
¿Qué es lo que hace que una madre sea maravillosa? Ese espíritu abnegado que la motiva a sacrificar su tiempo, sus fuerzas y en algunas ocasiones hasta su salud por el bien de su hijo. ¿Qué es lo que hace que un padre sea admirable? Su disposición para sacrificarse por cuidar de la madre y el niño.
D.B.B.

VERSÍCULOS SOBRE LOS BEBÉS
Los hijos son una bendición divina
Génesis 49:25 Dios [...] te bendecirá con bendiciones [...] del vientre.
Salmo 127:3 Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa (NVI).
Salmo 113:9 Él hace habitar en familia a la estéril, que se goza en ser madre de hijos.
Salmo 127:4,5 Los hijos que nos nacen en la juventud son como flechas en manos de un guerrero. ¡Feliz el hombre que tiene muchas flechas como ésas! (DHH).
Salmo 128:1,3 Bienaventurado todo aquel que teme al Señor. Tu mujer será como vid que lleva fruto.
Proverbios 17:6 Corona de los viejos son los nietos.

Aunque los padres hacen su parte, la concepción y la creación de una nueva vida son obra de Dios
Génesis 4:1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «Por voluntad del Señor he adquirido varón».
Génesis 25:21 Oró Isaac al Señor por su mujer, que era estéril; y lo aceptó el Señor, y concibió Rebeca su mujer.
Génesis 30:22,23 Se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo.
1 Samuel 1:19,20,27 Elcana se llegó a Ana su mujer, y el Señor se acordó de ella. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: «Por cuanto lo pedí al Señor. [...] Por este niño oraba, y el Señor me dio lo que le pedí».
Lucas 1:13 El ángel le dijo: «Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo».

Dios conoce, ama y cuida a los niños
desde que están en el vientre de su madre
Job 33:4 El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Salmo 22:10 Desde el vientre de mi madre, Tú eres mi Dios.
Salmo 71:6 En Ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre Tú fuiste el que me sacó.
Salmo 139:13,14,16 Tú me hiciste en el vientre de mi madre. [...] Formidables, maravillosas son Tus obras. [...] En Tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.
Jeremías 1:5 [Habla Dios:] Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué.
Isaías 40:11 Pastoreará suavemente a las recién paridas.
Isaías 44:24a Así dice el Señor, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo el Señor, [...] lo hago todo.
Isaías 49:1 El Señor me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.
Hechos 17:25b Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.

Dios promete velar por los hijos de quienes lo aman
Salmo 37:25 Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.
Proverbios 11:21b La descendencia de los justos será librada.
Isaías 65:23b Son linaje de los benditos del Señor, y sus descendientes con ellos.
Salmo 25:12,13 ¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la Tierra.
Salmo 102:28 Los hijos de Tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de Ti.
Proverbios 14:26 En el temor del Señor hay gran seguridad, Sus hijos hallan su refugio en él (BL).

Promesas para invocar durante el parto
Isaías 40:29,31 Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas (NVI).
Isaías 41:10 No tengas miedo [...]. Yo te doy fuerzas (DHH).
Isaías 65:23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos del Señor.
Salmo 71:6 De las entrañas de mi madre Tú fuiste el que me sacó.
Juan 16:21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
Hebreos 11:11 Por la fe [...] Sara [...] dio a luz [...], porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
1 Timoteo 2:15 Se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe [y] amor.
Dios vela por tu bebé y te ayudará
Mateo 18:10 [Habla Jesús:] Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que Sus ángeles en los Cielos ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los Cielos.
Salmo 22:9b Tú eres [...] el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.
Hebreos 2:13 Yo confiaré en Él [...], yo y los hijos que Dios me dio.

Ama a tu bebé e instrúyelo en los caminos de Dios
Salmo 78:6,7 Cuenten [los mandamientos de Dios] a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza.
Proverbios 22:6 Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
Efesios 6:4b Críenlos en la disciplina e instrucción del Señor (NVI).
Marcos 10:14 Jesús [...] les dijo: Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

VERSÍCULOS Y lemas PARA chiquitineS
La mayoría de estas frases son adaptaciones de versículos o tienen alguna base en la Biblia. Su uso se describe en la página 38.

A Jesús le encanta la alabanza.
Alabando a Dios te sentirás mejor.
Amémonos unos a otros.
Ayuda con alegría.
Con suavidad es mejor.
Confía y obedece.
Cuidemos bien las cosas.
Da buen ejemplo.
Di «por favor» y «gracias».
Dios ama al dador alegre.
Dios es amor.
Dios tiene buen humor.
El amor nunca falla.
El Señor es mi pastor.
Eres mi alegría.
Es bueno obedecer.
Es bueno tener paciencia.
Gracias, Jesús, por todo.
Hagámoslo juntos.
Jesús ama a los niños.
Jesús me ama.
Jesús me cuida.
Jesús me cura.
Jesús me habla.
Jesús responde las oraciones.
Jesús siempre me acompaña.
Jesús vive en mi corazón.
Jesús, bendice a papá y a mamá.
Jesús, entra en mi corazón.
Jesús, eres genial.
La comida sana nos pone fuertes.
La oración es poderosa.
La Palabra de Dios es verdad.
Las pequeñas tareas son importantes.
Lo mejor es decir la verdad.
Los ángeles me guardan.
Más vale prevenir que curar.
No te rindas.
Ora siempre.
Pase lo que pase, alaba a Dios.
Pide y recibirás.
Saluda a los demás.
Sé amable.
Seamos agradecidos.
Seamos limpios y ordenados.
Seamos responsables.
Todas las cosas las hizo Dios.
Todo el mundo necesita amor.
Todos podemos ser amigos.
Tomemos precauciones.
Tratemos bien a los animales.
Vive feliz.

¡UNA NUEVA VIDA!
No hay nada tan sublime como traer una criatura al mundo. El nacimiento de un bebé nos llena de una alegría y una esperanza muy particulares, ya que supone el inicio de toda una vida.
En cierta ocasión, un señor mayor fue donde Jesús secretamente, de noche, para que no lo vieran. Se trataba de un dirigente religioso, pero toda su sapiencia no le había proporcionado la alegría y felicidad que anhelaba. Quería hacerle una pregunta a Jesús. Deseaba averiguar cómo alcanzar la vida eterna. Jesús le respondió simplemente que para entrar al reino de los Cielos tenía que volver a nacer. Esa contestación dejó intrigado al hombre. «¿Cómo puedo volver a ser un bebé en el vientre de mi madre y nacer de nuevo? ¡Si soy un anciano!» Jesús le explicó que Él se refería a un nacimiento de índole espiritual, un renacimiento del alma al llenarse ésta del Espíritu de Dios (Juan 3:1-8).
Así como debemos nacer para entrar a esta vida, cada uno de nosotros debe volver a nacer para entrar al reino de Dios, ese mundo espiritual de felicidad eterna que nos aguarda en el más allá.
La celebración de un nacimiento es un buen momento para reflexionar sobre nuestro renacimiento y crecimiento espiritual. Para volver a nacer y entrar al magnífico y maravilloso reino de Dios tienes que hacerte como un niño y aceptar a Jesús como tu Salvador, pidiéndole con fe que viva en tu corazón. Deja que Su Espíritu te transforme y te transporte a Su glorioso reino, con lo que te convertirás para siempre en Su hijo o Su hija. Lo único que tienes que hacer es una sencilla oración como ésta:
Jesús, creo en Ti como Hijo de Dios y creo que moriste por mí. Necesito que Tu amor me limpie de mis errores y mis malas acciones. Te abro la puerta de mi corazón y te ruego que entres en mi vida y me des Tu don de la vida eterna. Amén.

La flor más bonita
El alma de un niño es la flor más bonita
de todo el jardín del Señor.
Partiendo de un burdo terrón de arcilla
adquiere viveza y vigor.

Con cuidados alcanza belleza y dulzura.
Olvidada se echa a perder.
Es excepcionalmente delicada y pura,
preciosa a más no poder.

Sé tierno, jardinero, y dale su parte
de luz, de calor y de agua.
Que esmeradas atenciones nunca le falten.
Protégela bien de las plagas.

Llegará un día a su plena floración,
como si un ángel, con cariño,
infundiera hermosura y perfección
al alma sensible de un niño.
Anónimo

1 En muchas librerías religiosas venden franelógrafos de la Biblia. Consisten en figuras de personajes y de objetos con fieltro en el dorso, y se colocan sobre una tela suave de franela a la cual se adhieren. Sirven para contar múltiples relatos a los bebés y niños pequeños de una forma entretenida.

MATERIAL DIDÁCTICO RECOMENDADO
de Aurora Production AG
Láminas y lemas: Dos colecciones de 25 afiches de vivos colores para chiquitines, con sencillas frases que enseñan principios éticos y cristianos.
Crecer con cuentos: Colección de cuentos salpicados de coloridos y llamativos dibujos, para niños de 2 a 10 años. Presentan sanas enseñanzas de forma entretenida.
Jesús y yo: Un libro de breves y atractivos mensajes de parte de Jesús, para darlo a conocer a los chiquillos y llevarlos a descubrir Su amor y el interés que tiene por cada uno de nosotros.
T alabo: Tres libros de modernas expresiones de gratitud a Dios, con espléndidas ilustraciones. Para niños de diversas edades.
Apacienta Mis corderos: Seis libritos con 90 versículos de la Biblia simplificados e ilustrados, para que los niños se los aprendan.
Grandes aventuras: Dos discos compactos de sesenta minutos cada uno, con los relatos de la Biblia más conocidos. Narrativas cautivantes y animadas canciones.
Chiquivideo: Cinco programas de media hora, estilo videoclip, que contribuyen a mejorar la conducta de los niños de los 6 meses en adelante.
El Desván del Tío Iván®: Colección de videos para entretener y educar a un público de más de 2 años de edad. ¡Dinámicos temas musicales y relatos que hacen ameno el aprendizaje!
Ven a jugar al Desván y Exploradores de la Biblia: Dos CD-ROM multimedia con todo un surtido de juegos estimulantes, basados en la colección de videos El Desván del Tío Iván®. Para niños a partir de los 2 años.
URL: http://es.auroraproduction.com

Colección Soluciones para padres
Criar bien a los hijos en la sociedad actual no es nada fácil; ¡pero tampoco es imposible! La colección Soluciones para padres revela secretos para cuidarlos y formarlos satisfactoriamente desde el momento en que nacen hasta que terminan la adolescencia. Estos libritos presentan montones de actividades entretenidas y enriquecedoras que favorecen el desenvolvimiento de diversas destrezas en los niños. ¡Ofrecen asimismo abundantes consejos de índole práctica y espiritual para aprender a alentar, inspirar, orientar y corregir a los hijos, disfrutar con ellos y ayudarlos a desarrollar todo su potencial!
¡La colección entera constituye una magnífica adquisición personal, o un estupendo regalo para unos amigos!
¿De dónde sacar fuerzas?: Principios que ayudan a los padres a criar a los hijos con amor y a hacerlos partícipes de una fe que sea su áncora y que permita a unos y otros sortear las tempestades de la vida.
Disfruta de tu bebé está repleto de consejitos de todo tipo para que la mamá, el bebé y toda la familia inicien su nueva vida en común con alegría.
Preescolares enseña a encauzar la tremenda energía que tienen los niños de esa edad, a fin de aprovechar al máximo los primeros años, en que aprenden y se desarrollan con gran rapidez.
La formación de los niños: La labor de los padres tiene sus dificultades; pero si se hace con acierto, reporta recompensas tanto inmediatas como eternas. Cuando uno ayuda a su hijo a descubrir la senda del bien, ve iluminado su propio camino.
¡Urgente! Tengo un adolescente: La típica súplica: «¡Que el Cielo nos asista!» es hoy en día un deseo cumplido. En este librito se presentan mensajes recibidos directamente del Señor en respuesta a preguntas sobre la comunicación con los hijos adolescentes.
La colección Soluciones para padres desvela misterios y allana el terreno para entender a los chicos de cualquier edad. Todo el que tenga algo con ver con niños o jóvenes se alegrará de leerla.

LOS AUTORES
Derek y Michelle Brookes son escritores y pedagogos de amplia trayectoria. Tienen 28 años de casados y llevan ese mismo tiempo trabajando juntos en el ámbito profesional. Luego de varios años de ejercer la docencia, en las dos últimas décadas se han desempeñado como asesores y educadores cristianos. Su mayor ambición ha sido proporcionar a niños de todas las latitudes una educación de primerísima calidad. Esa vocación los ha llevado a recorrer casi todos los continentes ofreciendo asistencia práctica y estímulos a quienes tienen en sus manos el sano desarrollo de los niños.

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