domingo, 25 de octubre de 2009

¿Cómo puedo superar la timidez?


Muchos sufrimos de timidez, la cual puede ser muy difícil de superar. En muchos casos, se trata de una combinación de aprensión e inhibiciones. Nos ponemos tímidos porque nos preocupa lo que puedan pensar o decir de nosotros los demás. ¿Cómo hacemos entonces para superar la vergüenza y la timidez? Abundan los libros de autoayuda que abordan el tema. La mayoría ofrecen consejos esencialmente válidos: Sé tú mismo. Deja de esforzarte tanto por impresionar a la gente o aparentar ser algo que no eres. Ten claro cuál es tu postura. Si te conduces y hablas correcta y consideradamente, no tienes de qué avergonzarte. Inicia la comunicación y entabla un diálogo con alguien, aun a riesgo de que te rechacen. Quien no se arriesga, no gana nada. El ejercicio hace maestro al novicio. En vez de cerrarte o huir de la próxima situación que podría resultar embarazosa, asúmela como una oportunidad de madurar socialmente. Interésate en ayudar a los demás y hacerlos felices. Verás que te olvidas de ti mismo. Si bien es cierto que estas soluciones son sencillas, del dicho al hecho hay mucho trecho. Sobre todo en vista de que la mayoría de los libros llegan sólo hasta ahí. El pobre lector se las tiene que arreglar por su cuenta para armarse del valor, la determinación y todo lo demás que le hará falta. Esta es una situación típica en la que un cristiano cuenta con una ventaja singular, pues en vez de la ayuda que podemos proporcionarnos a nosotros mismos, tenemos a disposición la ayuda divina. En lugar de superar nuestra deficiencia a pulso, podemos pedir a Dios que obre en nosotros el cambio deseado. Y lo hará. ¿Cómo? Por medio del Espíritu Santo y la lectura de las Sagradas Escrituras. Si la timidez es una combinación de aprensión e inhibiciones —derivadas del orgullo—, el antídoto entonces se halla en la fe y la humildad. El Espíritu Santo nos otorga desenvolvimiento y nos ayuda a superar nuestras inhibiciones y susceptibilidad. La Palabra de Dios nos da fe que disipa nuestra aprensión. La Biblia dice que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (V. Romanos 10:17); de modo que cuanto más absorbemos la Palabra, más fe en Dios tenemos, más llenos estamos del amor de Dios, y por consiguiente más amor adquirimos por los demás. En consecuencia, nos interesamos más por otras personas y sus necesidades y vivimos menos preocupados por nosotros mismos y lo que piensen los demás de nuestra persona. Naturalmente que si mostramos un interés sincero en los demás, la mayoría de la gente se hará un concepto estupendo de nosotros. El remedio para la timidez está enteramente a nuestro alcance: basta con una plegaria. Una vez que obtenemos la ayuda divina, aquellos encuentros que solíamos ver con aprensión se convierten en puentes que nos conducen a nuevas amistades y hacia la felicidad y el éxito.Additional Reading: For more Activated magazine content, as well as many extras and never-published material, please check out the Reading Area.
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1 comentario:

  1. Muchas gracias por el aporte estoy de acuerdo con lo que dices.
    http://bit.ly/1bCOJaQ

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