viernes, 30 de octubre de 2009

ARROYOS QUE NUNCA SE SECAN


Virginia Brandt


Qué grato es mi recuerdo de niña, cuando los contratiempos surgían
Y la fe valiente de mi madre dejaba en ridículo la mía.
Porque en momentos de gran angustia mucho se debilitaba mi fe,
Mientras que la suya ante las pruebas aún más parecía florecer.
Mis dudas se iban volando tan pronto oía su voz:
"Pues Dios todavía está en el trono, y TODO LO CAMBIA LA ORACION . "

Mas pasados algunos años, el santuario de su regazo dejé,
Cuando me demostraron unos hombres, sabios y eruditos al parecer,
Que una fe tan simple e infantil había quedado anticuada;
Que pertenecía a otra época, y sólo para tontos era apropiada.
"Todo decían es sólo un mito que de la ignorancia resultó,
Que Dios todavía esté en el trono, * y TODO LO CAMBIE LA ORACION . "
Su camino me pareció bueno, pero a la hora de la verdad
No era más que un juego inútil, que no satisfizo la necesidad.
"Agárrate bien decía un burlón , no hay otra cosa en esta vida".
Cuando ése era justo el problema: a donde asirme no tenía.
Porque perdí la fe sencilla, que tanta seguridad me dio,
De que Dios todavía está en el trono, y TODO LO CAMBIA LA ORACION.

Regresé entonces de corazón a la vieja senda de siempre;
Y ahora SE BIEN que existe Dios no me importa qué diga la gente.
Pues no hay prueba como la oración contestada de tal manera
Que nos haga conocer sin dudas que Dios está allí a la espera;
Ni se encuentra mayor felicidad que la que este dicho cierto me aportó:
Que Dios todavía está en el trono y TODO LO CAMBIA LA ORACION.

Nunca olvidaré el día en que me di cuenta del HECHO de que las promesas de la Biblia eran reales y prácticas, y que efectivamente se podían aplicar a mis necesidades diarias. Para mí fue una revelación. Desde muy pequeña me habían enseñado la Biblia, pero nunca me había dado cuenta de que Dios hablaba totalmente en serio en las numerosas promesas que da en su palabra, y que las cumpliría al pie de la letra si extendiésemos nuestra fe y reclamásemos las promesas de forma categórica.
La palabra de Dios dice: "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.(2ª de Pedro 1:4.)
De modo que después de todo es grave eso de pasar por alto o tomarse a la ligera las promesas de Dios, porque por ellas nos hacemos "participantes de la naturaleza divina". Yo jamás habría osado tomar una promesa y caminar conforme a ella esperando que Dios me respondiera, porque según mi limitado conocimiento de la fe, no eran sino cosas del idioma bíblico, muy bonito, que no había que tomar en serio ni considerar que tuvieran aplicación práctica. Me temo que actuaba como la señora a la que le preguntaron: "¿Y por qué piensa usted que Dios hizo todas esas promesas en su palabra? ¿Para qué están ahí?" "Pues de relleno", me imagino.
De todas formas, creo que cuando pensaba en ellas anteriormente, si alguna vez lo hacía, me debía de parecer más a aquella señora escocesa muy ignorante que se había pasado casi toda la vida apartada en las montañas de Escocia, y que era tan pobre que no podía ni pagar su alquiler, por lo que tenía que depender de su iglesia para su mantenimiento. Un día, cuando su pastor, que era muy bondadoso, le trajo la cantidad del alquiler, le dijo: "Sra. McKintrick, perdóneme que le hable con tanta franqueza, pero estoy seguro de que entenderá. Sus amigos que le están ayudando a pagar el alquiler no comprenden por qué no la mantiene su hijo. Tengo entendido que goza de una buena posición en Australia, que es muy bueno y que la quiere mucho. ¿No es así?" "Oh, sí," dijo la madre, "y nunca se olvida de mí. Todas las semanas me escribe y me manda mucho cariño; me gustaría que viera alguna de sus cartas." Al instante el pastor indicó que le gustaría ver algunas cartas, curioso por saber algo más de un hijo como ese que podía amar tanto a su madre y sin embargo no la mantenía. La mujer no tardó en regresar con dos paquetes, y poniendo uno de ellos en las manos del pastor, dijo: "Estas son sus cartas." El pastor estaba desatando la cuerda ya gastada que envolvía el paquete, cuando ella dijo: "En cada carta me envía siempre un dibujo bonito. No son muy grandes, y encajan exactamente en el sobre, pero eso demuestra que se acuerda de mí." El pastor levantó la cabeza interesado. "Un dibujo en cada carta." Tenía más curiosidad que nunca. Dijo: "¿Puedo verlos también?" "Claro que sí,"--respondió ella-- "algunos tienen la cara de un hombre, otros son de un hombre a caballo, y hay unos cuantos que llevan el dibujo del rey. Mire éste del rey de Inglaterra, ¡viva el rey!" "¡Viva su hijo!" - dijo el pastor asombrado-. "Amiga mía, ¿se da usted cuenta de que es rica? Esos son billetes de banco, es dinero. ¡Pero si tiene usted una fortuna! ¡Pensar todo lo que ha sufrido y vivido privada de necesidades cuando aquí en casa tenía dinero y creía que sólo eran dibujos bonitos. "
Y ése era sin duda el problema que tensa yo respecto a las promesas de la palabra de Dios. Me parecían sólo ilustraciones bonitas, un lenguaje hermoso. Por ejemplo el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me faltará . En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará . " Para mí no era sino poesía hermosa, un relato pintoresco. Ni por un momento soñé que tuviera una aplicación literal, que Jesús puede ser para nosotros une pastor y que puede cumplir en nuestra vida todos y cada uno de los versículos de ese salmo, si confiamos en El. Qué lástima que tantas personas lean hoy en día los cientos de promesas de la palabra de Dios de la misma forma que lo hacía yo .
Qué pocos hay que sean como aquella buena mujer que había recibido la visita de un ministro de Dios; mientras ella estaba en la cocina preparando el té, él tomó la Biblia de ella, que estaba muy gastada, y empezó a pasar distraídamente las páginas, y entonces se dio cuenta de que en los márgenes aparecían de vez en cuando estas dos letras: E . C . Cuando regresó ella con el té, él le dijo: "Tía, ¿qué significan estas letras que has escrito en tantos sitios; E.C. ? Y aquí también están, y aquí." "Hermano," --dijo ella iluminándosele la cara de gozo-- "eso quiere decir: 'experimentado y comprobado'. En momentos de gran necesidad he tomado esas promesas y las he reivindicado como si fueran para mí. Esas son las que he experimentado y comprobado que son verdad. "
Realmente son inapreciables. Y esa es exactamente la manera en que el Señor quiere que nos sirvamos de ellas . Desea que pongamos a prueba y nos sirvamos de su Palabra en los momentos de necesidad. "Probadme ahora en esto, dice el Señor", hasta que con fuerza, fe y dulce confianza podamos anotar al margen de muchos versículos: "experimentado y comprobado" .
La palabra de Dios dice: "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas", y hay cientos de ellas.
¡ Cantidad abundante ! ¡ Fuente ilimitada ! "Arroyos que nunca se secan . " "Entremos y poseamos la tierra", o seremos como los testarudos israelitas para quienes Dios había provisto con tanta abundancia y que nunca llegaron a heredar la promesa a causa de su incredulidad. "Esta es la victoria que ha vencido al nardo, nuestra fe."
Pero te preguntarás: ¿Cómo puedo tener esa fe vencedoras ¿Cómo puedo apropiarme yo de esas promesas? ¿Cómo puedo experimentarlas y comprobarlas?
En las páginas siguientes trataremos de darte consejos sobre la forma de obtener cosas de Dios.

¿Cuando no se
debe orar?
Parece extraño que pueda haber momentos en los que no se debería orar. En cierto modo es verdad. Pero por otra parte, llega un momento en que ya no debes seguir pidiendo al Señor el deseo de tu corazón. Para empezar te voy a dar un versículo: Josué 7: 10. "Y el Señor dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?" Este versículo se explica por sí solo. Josué ha estado suplicándole a Dios que le conceda el deseo de su corazón, y conforme vamos leyendo, da la impresión de que continúa suplicando mucho tiempo después de que Dios ya le ha oído y la respuesta está en camino. Así que el Señor le pregunta por qué sigue perdiendo el tiempo, y le indica muy claramente que ya es hora de que se levante y vaya a hacer sus asuntos, porque el Señor le ha oído y no necesita que le pida más. No cabe duda de que llega un momento en el que seguir orando es incredulidad. Algunos han descubierto que pueden orar hasta quedarse sin fe. Examinaremos detenidamente esta cuestión para ver si esta suposición tiene fundamento bíblico.
Hace algunos años, di una vez una conferencia en un pueblecito del oeste, y al final de la reunión la gente estaba bastante interesada en quedarse con un recuerdo que dábamos que tenía nuestra foto. La última noche que asistí a la reunión, sólo me quedaba uno y lo había guardado como muestra para imprimir más. Aquella noche, al entrar en el edificio, se me acercó un joven de carácter muy amable pero un poco retrasado mental y me pidió la foto y estaba tan interesado que prometí darle la que tenía de muestra y escribí su nombre y dirección por detrás diciéndole que era suya y que se la enviaría tan pronto como la hubiera visto el impresor. Aquella noche, al terminar el servicio, el joven se me acercó otra vez insistiendo en que no me marchase del pueblo sin que él tuviese una foto. La saqué del bolso y le enseñé su nombre escrito en ella, mostrándole que ya era suya del todo y que yo sólo la tenía temporalmente. Después de terminar el servicio oí como le pedía una foto de recuerdo a otro integrante del grupo, diciendo que ya llevaba dos noches viniendo a la reunión y que no se la habían dado. Había un tono de irritación en su voz porque otros la habían recibido, y al parecer a él le habían pasado por alto. La iba a imprimir en otra ciudad a la que íbamos a ir en nuestra siguiente campaña-, por lo que a la noche siguiente, que era la última noche que pasábamos en la ciudad donde vivía el joven, todavía tenía el recuerdo conmigo.
Al terminar la última reunión se me acercó alguien y me dijo que había un joven de aquella ciudad que le daba mucha lástima, que era un poco infantil pero que también se merecía tener uno de los recuerdos y estaba muy desilusionado porque no se lo habían dado, y que se sentirían muy agradecidos si yo le diera uno. Estaba claro que el joven se había quejado a ese grupo. Le busqué y apartándole un poco le expliqué claramente que él sí que tenía una foto, que yo había escrito ya su nombre y dirección en ella, y que aunque no la tuviera en sus manos para llevársela a casa, era tan suya como si ya la tuviera.
Volviéndome entonces al grupo, que estaba allí al lado, hice de la circunstancia una lección objetiva explicándoles que ésta es precisamente la forma en que tratamos al Señor cuando le pedimos algo que El nos promete dar con seguridad, y luego, si no lo recibimos al instante, o mejor dicho, si no vemos que lo recibimos, o no lo tenemos en nuestras manos, o reconocemos de alguna manera con alguno de los cinco sentidos que lo hemos recibido, inmediatamente volvemos al Señor otra vez y empezamos a renovar nuestra petición, como si El fuera sordo, mudo y ciego, y como si no nos hubiera oído o se hubiera mostrado completamente indiferente a su propia palabra, por la cual nos ha dado clara autoridad para acercarnos a El y pedirle el deseo de nuestro corazón. No una, sino muchas veces, nos acercamos a El como niños tontos balbuceando vanas repeticiones, y nos comportamos como si Sus promesas no significasen más que las de algún ser humano infiel que irreflexivamente hizo muchas promesas sin la menor intención de cumplirlas, o sin darles demasiada importancia. Verdaderamente es un insulto al corazón infinito del Padre Celestial, cuya Palabra, que es infalible por los siglos de los siglos, ha dicho: "El nunca ha faltado a ninguna de todas Sus promesas"; "las promesas de Dios son sí y Amén para la gloria de Dios"; "el cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán"; "por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas."
No se pueden comparar las promesas de Dios con las promesas del hombre. El hombre es humano y puede faltar a su palabra, pero Dios no puede faltar a la Suya. Su justicia, misericordia, verdad, amor y fidelidad sostienen Su palabra, y no sólo eso, sino que Dios tiene poder para cumplir Sus promesas y no siempre está al alcance del hombre el cumplir las suyas.
Estar a la
expectativa
¿Cuál es la razón por la que tan poca gente RECIBE COSAS DE DIOS? Hay dos clases de cristianos: los que oran y esperan que algo suceda, y los que sólo oran y no esperan que suceda nada. La oración es un medio para alcanzar un fin, un eslabón que enlaza las necesidades humanas con los recursos divinos, el llanto que derrama un niño ante su Padre sabiendo que al gran Corazón Paternal le gusta más dar de lo que a él le gusta recibir. "Porque si un padre terrenal sabe dar buenas dádivas a sus hijos, cuánto más el Padre Celestial dará buenas cosas a los que Le pidan."
Un amigo nuestro dijo un poco en plan de broma que a toda su congregación se le había contagiado el "dame", ya que continuamente estaban pidiéndole cosas al Señor pero sin fe de que lo recibirían. No paraban de decir: "Dame, dame, dame . "
Me recuerda al sacristán de una iglesia rural de las colinas de Virginia, al que un día se encontraron en lo alto de una escalera, arreglando algo en el campanario que estaba justo encima de la sala donde tenían las reuniones de oración. Al final se sentó en la escalera y se dirigió a un grupo de personas que frecuentaban dichas reuniones y que habían llegado antes de la hora. "¿Saben lo que pasa con esa campana que no toca? El campanario está tan lleno de oraciones que nunca llegaron más allá del techo de la iglesia, que la campana no tiene sitio para moverse. Hay montones de oraciones atascadas allí dentro que nunca llegaron más alto porque ustedes no las creyeron cuando as hicieron. ¿No saben que una oración no es ideal a menos que esperen que algo suceda? Ustedes no esperaron que algo sucediera cuando hicieron la mayoría de esas oraciones. Les digo que la verdadera fe espera algo cuando ora, y si no se espera nada,
eso no es fe, es sólo basura." Aquella noche subo una reunión de oración diferente, y todo sería muy distinto si cuando oráramos estuviéramos realmente a la expectativa. Nos limitamos simplemente a orar, o contamos con que algo suceda? ¿Cambian situaciones nuestras oraciones?
La oración no es meramente un "ensueño piadoso" que tiene un efecto subconsciente sobre el individuo que la practica, sino que la Oración es algo inmensamente práctico, y un medio para llegar a un fin tan real, tan instante y cierto como el empleo del teléfono o el telégrafo, sólo que MUCHÍSIMO MAS. El está siempre al otro lado del hilo, y nos dice: "No tenéis porque no pedís."
¿Acaso no es verdaderamente angustioso que nosotros, que somos creyentes, hagamos que nazca la incredulidad en los corazones de los demás y hagamos de nuestro Padre Celestial un objeto de burla a los ojos de los incrédulos por no haber recibido respuestas a nuestras oraciones, y les hagamos pensar que Dios no existe, que está dormido o se ha marchado a hacer un largo viaje?
Igual que Elías cuando se burló de los paganos que clamaban a su dios (1 Reyes 18: 26 ): "Oh Baal, ¡ respóndenos ! Pero no había voz, ni quien respondiese. Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es ¡ quizá está meditando o tiene algún trabajo o va de camino; tal vez duerme y hay que despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí, Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar del SEÑOR que estaba arruinado Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: SEÑOR DIOS de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que Tú eres Dios de Israel, y que yo soy Tu siervo. Respóndeme, Señor, respóndeme, fiara que conozca este pueblo que Tú, oh SEÑOR, eres el Dios, y que Tú vuelves a Ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego del Señor. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: El SEÑOR es el Dios, el SEÑOR, es el Dios. "
Hace algunos años en Big Cabin (Oklahoma, EE.UU. ), se me acercó un señor y me pidió que orara por su hijo, que era muy impío. Todos los días orábamos mucho por él, y cada vez que se hacían peticiones de oración, él volvía a pedir por la salvación del muchacho y por fin una noche éste salió al frente respondiendo a la invitación y entregó
su corazón a Dios. El local estaba atestado y me fue difícil llegar a la parte posterior del edificio de donde algunos obreros me habían llamado para orar por alguien. Después le hacerlo vi a aquel padre que había orado tanto tiempo por su hijo. Extendiendo la mano, le tomé del brazo y le dije: "Hermano, tu hijo está ahí enfrente y ya se ha salvado. " Y ¿qué te crees que dijo? "No puede ser. Debe de haberse equivocado. No será mi lijo. Debe de ser otro chico que se llama igual. En esta comunidad hay otro muchacho que tiene el mismo nombre . " Tardé más de cinco minutos en convencer a aquel hombre le que era su hijo y de que efectivamente se había salvado.
Aquella noche el padre dio este testimonio: 'Llevo veinte años orando por este chico mío, y nunca me he llevado una sorpresa tan grande como la de esta noche al enterarme le que se había salvado. " Imagínate, veinte Años orando sin esperar que Dios hiciera nada. Tenía amor a Dios, y profunda confianza fin que la Biblia era verdaderamente la palabra de Dios, pero de lo que se dice una auténtica actitud de expectativa no tenía ni jota. ¡Qué lástima! ¡Cómo le debe de doler el corazón al Eterno al ver que Sus hijos oran una y Otra vez, continuamente, pero sin esperar lo más mínimo. Porque como ya hemos dicho antes, esperamos que Dios nos dé y reciba también por nosotros. Queremos que El, sin el menor esfuerzo por nuestra parte, venga directamente a nosotros y nos lo ponga en las manos. El lo hará, pero con Sus condiciones, y Sus condiciones son: "Creed que lo recibiréis y os vendrá."

El tiene derecho a establecer Sus propias condiciones, y ¿qué menos podría El pedir que Le honremos creyendo Su palabra? Su palabra no dice que si no se es perfecto es imposible agradar a Dios. Si en tu corazón tienes el deseo de agradar a Dios, no tienes más que honrar Su palabra creyendo algo que te es imposible obtener por ti mismo. Da un paso de fe en dirección a lo imposible donde no tengas otra cosa visible a qué aferrarte que no sean Sus promesas, contando con que El te responderá y te dará lo que deseas. Eso es lo que le agrada.

Hay cristianos ejemplares, en cuyas vidas casi no se podría encontrar una falta, que sin embargo raras veces consiguen cosas de Dios, simplemente porque fallan en esto mismo. Carecen de una actitud expectante. Desconocen por completo este poderoso principio de fe. Mientras que por otro lado he conocido a algunos cristianos muy débiles --quiero decir débiles por sus repetidos tropiezos en momentos de tentación, aunque al parecer se afanan por hacer sólo lo bueno-- que han recibido algunas respuestas extraordinarias a sus oraciones, debido a su fe sencilla e infantil, notándose después de cada oración una genuina actitud expectante.


Receptividad

En la vida de oración, es donde hay más fracasos, por la sencilla razón de que empezamos muchas peticiones y nunca esperamos la respuesta; seguimos enviándolas hacia arriba una tras otra, sin tener la menor esperanza de recibir las respuestas, hasta que los músculos de nuestra alma acaban por ablandarse por no ejercitar nuestras facultades para recibir. Yo prefiero enviar al trono una sola oración que esté respaldada por una fe verdadera y recibir la respuesta, que enviar cientos de peticiones y nunca ver las respuestas. Sería mucho mejor pedirle al Señor menos cosas y recibir las respuestas, que hacer daño a nuestra fe debilitando nuestras facultades para recibir. Cómo se debe de compadecer el corazón del Eterno con lástima por los que oran y oran, que esperan y esperan y luego lloran y lloran porque parece que sus oraciones no son oídas ni contestadas, y finalmente con el corazón quebrantado, se rinden desanimados pensando que Dios no se interesa, cuando en realidad son ellos mismos los que están violando todas las leyes de fe de Dios porque no han descubierto aún el principio mismo de la fe que aparece muy bien descrito en Su Palabra

¿Cuál es el problema? Nos comportamos como si Dios fuera un dictador de corazón duro, cuya terca indisposición nos vemos obligados a vencer mediante muchas súplicas, montones de oraciones y largas peticiones con el corazón quebrantado, cuando la verdad es que El está tratando de vencer NUESTRA incredulidad y anhela concedernos el deseo de nuestro corazón. Pero El no puede dar y recibir por nosotros .

Aceptación

A NOSOTROS NOS CORRESPONDE RECIBIR. A Dios, en cambio, el dar. Sí, claro, es cierto que pedimos, pero no aceptamos. Marcos 11:24 dice: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis." El te lo ha dado, y está esperando que tú lo recibas; y lo puedes recibir porque te ha dado la facultad para hacerlo. Hay un himno que dice: "Yo puedo creer, y quiero creer, y creo. " Yo PUEDO, porque Dios me da la facultad de hacerlo. El nunca le ordenaría a uno de Sus hijos algo que le fuera imposible cumplir, de modo que yo puedo creer si verdaderamente quiero. Por tanto yo QUIERO, porque Dios espera que yo ejercite mi voluntad creyendo Su Palabra; y yo sí CREO, porque ahora es cuando Dios quiere, y porque ahora es cuando estoy orando por ello, y creo que lo recibo ahora, tal como dice la escritura: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. "

Así pues, hay un momento determinado en que debo dejar de orar y empezar a creer, y ese momento es "cuando oro". Si pido ahora, tengo que creer ahora, y no en algún momento futuro. Creer en el futuro es tener esperanza, no fe; y como ha dicho alguien muy sabiamente: "Fe no es lo mismo que esperanza. " La esperanza te hace situar las cosas en el futuro en un momento todavía lejano en que, si a Dios le parece conveniente, puede que te lo
conceda . Con fe, en cambio, lo consideras pasado y lo das por hecho. Está hecho simplemente porque Dios lo dice. Como El ha dicho: "Todo lo que pidiereis ORANDO ( EN EL MOMENTO DE ORAR ), creed que lo recibiréis, y os vendrá. " La esperanza mira sobre la valla, hacia el futuro, mientras que la fe deja el asunto al otro lado de la valla, en el pasado, como si ya estuviera terminado el negocio; y la fe siempre mirará hacia ese lugar diciendo: "Allí fue donde cerré el trato con el Señor. Acepté Su palabra, lo di por hecho, y es un hecho porque El lo dijo." 1 Juan 5:14,15 dice: "Y esta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hayamos hecho. "

No dice "vamos a tener, " sino "tenemos". Lo tenemos ahora. Pero me dirás: "No lo veo ni lo palpo, de modo que en realidad no sé si lo habré recibido. " Pero sí que lo sabemos, porque Dios lo dijo, y Su Palabra nos basta. Creemos que lo tenemos, no porque nos lo diga cualquiera de los sentidos, sino por el testimonio de Dios. "Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso. " Es así, simplemente porque lo dice Dios. "Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. " Pero si esperas a VER antes de creer, eso NO es fe. Lo que importa no es lo que pensemos, sino lo que dice Dios. No es lo que nos parece, es lo que la fe reclama. No es lo que vemos, porque "El justo por su fe vivirá. " Yo recibo las cosas con un acto de fe tajante .

Fe apropiadora

Puede que tengas fe, pero ¿tienes fe apropiadora?

Uno de nuestros evangelizadores más importantes, se esforzaba una tarde por explicar en qué consiste la fe y desesperado le ofreció al mayor de un grupo de chicos que estaban sentados en el primer banco de la iglesia un reloj de marca Ingersoll que tenía en la mano.

"¿Te gustaría tener este reloj?" Dijo el predicador extendiéndoselo.

"Vamos, ¿se cree que soy tonto?", --contestó el muchacho-- "no me va a engañar." Fijándose en el siguiente, el predicador repitió la pregunta, y no tardó en venir la respuesta: "¿Por quién me ha tomado? Hoy no es el Día de los Inocentes . "

Nuevamente volvió a hacer la misma pregunta, y una y otra vez a lo largo del banco le fueron dando respuestas por el estilo. Por último le ofreció el reloj a un chaval de unos cinco años que estaba sentado al filo de su asiento, y le miraba atentamente a la cara con los odas brillantes de entusiasmo. Sus pies no le llegaban al suelo, pero mantenía el equilibrio al filo del asiento, listo para saltar, y el pastor no tuvo tiempo ni de terminar la frase, que empezó así: "Jovencito, ¿te gustaría...?" No necesitó decir más para que la mano regordeta echara mano rápidamente al reloj y se apresurara a metérselo en el bolsillo. Las únicas palabras que sirven para describir la acción afanosa, directa y creyente del chaval son echar mano. Y mientras se arrellanaba en el banco, dijo con un suspiro de alivio que era lo que siempre había deseado.
Al terminar el servicio la muchedumbre de chicos rodeó al predicador en son de protesta, diciendo: "Vaya hombre, ¿cómo íbamos a saber que iba en serio?", y "Ese era justo el reloj que yo quería." "¿Por qué no nos dijo que iba en serio?", y dijo otro: "Si de verdad hablaba en serio, por qué no me lo puso en la mano, o por qué no me lo volvió a decir para que yo lo supiera . "

Todos deseaban que el pastor se lo hubiera puesto en la mano, en vez de extenderla y agarrarlo por sí mismos, menos aquel pequeñín que tenía verdaderamente fe apropiadora y extendió la mano para recoger por sí mismo lo que le ofrecían. El sí que poso su fe en acción .

A mucha gente le falta esta fe apropiadora De alguna manera creen que están salvados, pero aceptan las promesas de Dios de forma impersonal y poco clara. No saben como "apropiarse" de las promesas de Dios. Sencillamente no saben recibir cosas de Dios, y aunque siempre están pidiendo, nunca reciben, por la sencilla razón de que no saben en qué consiste la fe. La cita que hemos explicado tantas veces lo explica de forma muy clara: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá . " Porque si nuestra alma no hace ese acto de apropiación, no podremos heredar los privilegios gloriosos de los hijos de Dios, ni tampoco gozar plenamente de nuestra primogenitura.


Sé preciso

Tenemos que ser claros en nuestro trato con Dios. El ha sido muy claro con nosotros, y nos ha dado unas promesas muy concretas, afirmándolas en unos términos muy categóricos y de una forma tan sencilla que hasta un niño puede comprenderlas. Tú tienes que ser preciso con Dios. En nuestros negocios con los demás somos específicos, sobre todo en los asuntos importantes que implican una transacción monetaria. Tenemos mucho cuidado para que todo quede claro. Decimos que estamos "haciendo un trato", o "cerrando un trato" con una persona. Luego firmamos sobre la línea punteada y cerramos el trato de una manera precisa. Del mismo modo, tiene que haber precisión al cerrar un trato con Dios. Tiene que haber un momento preciso en el que nosotros, por así decirlo, firmamos sobre la línea punteada debajo de Sus promesas, aceptando Su Palabra y cerrando el trato. En ese momento ya está hecho; lo sellamos y damos el caso por cerrado. La oración entonces se convierte en alabanza. El pedir es ahora recibir. La súplica se ha convertido en alabanza. El futuro ya es presente. Ya no estamos pidiendo, estamos apropiándonos. Toda nuestra actitud ha cambiado y la esperanza se ha vuelto fe. Fe: evidencia de lo que no se ve. ¡Qué lástima que aceptemos la palabra del hombre con tanta facilidad, y seamos tan decididos en nuestras relaciones con los demás y sin embargo tan imprecisos y tan tibios en nuestro trato con Dios, como si la oración fuese algo etéreo o incierto que no quiere decir gran cosa al fin y al cabo.

Nos acostumbramos a pedir, pedir y pedir sin recibir, y después nos inventamos excusas para disculpar al Señor, como si nosotros Le hubiéramos obligado a hacer algo que no podía y tuviéramos que dar explicaciones por El, diciendo: "Me imagino que yo no era digno", o "No oré el tiempo suficiente", o "No conseguí que orasen suficientes personas", 0 "El Señor tendrá alguna razón desconocida para no habérmelo dado", cuando la pura verdad es que en la mayoría de los casos no tuvimos fe apropiadora. No fuimos decididos con El. Desconocemos el principio fundamental de la fe, que consiste en creer que recibimos. Este es el principio de fe en el que la "ciencia", las "sociedades filosóficas" y los "filósofos modernos" han basado enseñanzas que no están de acuerdo con las escrituras, presentándolas al mundo como algo nuevo. Son religiones sin espíritu que toman una parte de las maravillosas escrituras y la distorsionan hasta tal punto que no se las puede reconocer. Miles y miles de personas han dejado sus iglesias para buscar consuelo espiritual y físico en sectas modernas, sólo porque tratan más a fondo este pequeño grano de verdad, este principio de fe y los cabecillas de estas religiones se lo han explicado por primera vez, y se agarran a un clavo ardiendo y ven esperanza donde no la hay, y no se dan cuenta de que con ese grano de verdad hay mezclada mucha falsedad, y que al aceptarla están negando algunas verdades fundamentales del Evangelio. Muchos lo han hecho para obtener liberación física. Pobres corazones engañados; no se dan cuenta de que muchas veces, el enemigo emplea la verdad de la palabra de Dios y la mezcla con lo falso para tratar que la falsificación religiosa parezca real. Y mucha gente acepta la falsificación porque contiene escrituras. Y mientras, nosotros los cristianos hemos descuidado este importante principio de fe, y como resultado ni siquiera una persona entre mil entiende de fe apropiadora, es decir, de cómo recibir cosas de Dios.


Acción

El hombre que obtiene cosas de Dios pone SU FE EN ACCION. Santiago 2:17-26 dice: "Como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así la fe sin obras está muerta." ¿Qué es una fe muerta? Es una fe que no FUNCIONA. No es una fe EFICAZ. La fe verdadera no es algo pasivo, si la tienes actúas en consecuencia con lo que crees. Es algo práctico. No esperas que Dios haga lo que sólo puedes hacer tú. Una persona creyente pone su fe en acción. Cuando ha pedido algo a Dios, procede como si ya lo poseyese. Cuando le toma la Palabra a Dios en alguna de Sus promesas, la palabra se convierte en obras para esa persona, y entonces actúa como si ya tuviese lo que quería (lo cual, efectivamente, posee ya mediante la fe), aunque nuestros sentidos nos nieguen a cada paso del camino aquélla que ha reclamado la fe. Esto es lo que muchas veces se llama "afirmarse en la fe."

El pasaje de la escritura en el que Jesús envía los leprosos a presentarse ante el sacerdote para quedar limpios, ilustra muy bien esta idea. Dice la escritura: "MIENTRAS IBAN FUERON LIMPIADOS". Eso quiere decir que en cuanto pusieron su fe en acción, Dios hizo Su parte. Si nosotros hacemos el esfuerzo de creer, Dios hace honor a nuestra fe y hace Su parte. En el caso del hambre de la mano seca, Jesús dijo: "Extiende la mano." Realmente, al hombre le era imposible extender la mano, pero cuando Cristo se lo ordenó, él hizo el esfuerzo y se le curó la mano del todo. La fe se apoya en la voluntad, y he podido comprobar que Dios espera que pongamos nuestra fe en acción. Alguien ha dicho: "Cuando la fe va al mercado se lleva una cesta." En una ocasión una anciana se dirigía a una reunión de oración en que iban a hacer rogativas por la lluvia, pues tenían una sequía, hacía mucho calor y todo estaba muy seco. Y resulta que se sintió avergonzada de su poca fe cuando camino de la misma reunión se encontró con una niña de ocho años que tenía puestos un impermeable y botas de lluvia, y además llevaba un paraguas. La siguiente anécdota es un ejemplo de lo que quiere decir "poner la fe en acción" y "actuar como si ya se hubiera recibido. "

Cuando yo era pastora de una iglesia de Wagoner (Oklahoma, EE.UU. ), había una chica cristiana muy dedicada que se llamaba Etta, que deseaba ardientemente estudiar para hacerse misionera. Durante dos años estuvo orando y esperando recibir el dinero que necesitaba. De hecho, el último año que se pasó en casa orando y buscando el dinero que necesitaba para sus estudios, se quedó llena de deudas, y parecía que le sería totalmente imposible realizar sus estudios. Vino a mí llorando y muy desanimada. Le pregunté si sabía que era la voluntad de Dios que fuese, y me contestó que estaba completamente segura. Entonces le di je: "Yo desde luego no esperaría más. Llevas dos años pidiéndole el dinero al Señor, pero nunca lo has exigido de forma tajante ni has demostrado con ninguna de tus acciones que verdaderamente estás esperando que El te lo dé. Si verdaderamente creyeses que El va a contestar tu oración y te va a dar el dinero para el tren, para la matrícula y todo lo demás, ¿qué harías?" "Haría el equipa je, escribiría al seminario diciéndoles que voy y haría todos los preparativos para marcharme", contestó ella. Y le respondí: "Bueno, pues eso es exactamente lo que yo haría si verdaderamente creyese que Dios ha escuchado mi oración y que es Su voluntad que vaya. Me afirmaría sin duda en Su promesa y me pondría a arreglarlo todo, tal como harías si tuvieras el dinero, porque con fe de verdad se obra como si ya se tuviese el dinero. Si alguien te enviara un telegrama diciéndote que te va a mandar el dinero, tú creerías lo que dice esa hojita de papel, pero sin embargo, cuando Dios mismo te ha enviado un telegrama por medio de Su preciosa palabra y ha prometido de forma tajante darte el deseo de tu corazón, tú no Le crees, sino que actúas como si dijeras: "Bah, no es más que la palabra de Dios; no quiere decir nada. Ojalá algún hombre o mujer me enviara una palabra de ayuda." "No, Sra. B.," me respondió, "Yo no pienso así de la palabra de Dios. Le voy a demostrar que Le creo y que confío en Sus promesas hasta el límite. Ahora mismo me voy a casa a hacer las maletas y prepararme. El curso empieza dentro de poco y tendré que darme prisa. " Y reivindicó una promesa de Dios y no dudó jamás desde ese momento, sino que siguió adelante con sus preparativos exactamente como si ya tuviera el dinero, pues estaba segura de que Dios no le fallaría, y de que "el banco del cielo abriría sus ventanas" (ver Malaquías 3:10) justo en el momento propicio. Si ella algún día lee esta historia, sonreirá conmigo al recordar el incidente que tuvo lugar mientras se preparaba. Justo el día antes de marcharse me llamó por teléfono diciendo que ya tenía preparadas sus ropas y todo lo demás, y lo tenía todo bien ordenado en su cuarto, pero le hacía falta un baúl. Y por teléfono reclamamos la promesa de la escritura que dice: "Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria", y seguí trabajando y no me volví a acordar más del asunto. Y cosa de una hora más tarde, una amiga mía, la Sra. Martin, me llamó por teléfono y me dijo que estaba limpiando la casa y que entre otras cosas tenía un baúl que no le servía y le estorbaba en el armario, y pensaba que a lo mejor a mí me servía. Me eché a reír y le dije que estaba sirviendo un pedido del cielo, sólo que se había equivocado de dirección, y que el Señor quería que enviaran el baúl a casa de Etta. A la noche siguiente fuimos unos cuantos a la estación para despedirnos de esta buena amiga que se marchaba a estudiar. Una vez en la estación me dijo al oído: "Hermana B., el dinero no ha llegado todavía, pero estoy completamente tranquila, porque sé que el Señor ha escuchado mi oración y sé que tengo la petición que Le he hecho" (1 Juan 5:14-15). He de admitir que yo estaba un poco preocupada y pensaba que tenía que haber algún error por parte de alguien, porque el consejo de la iglesia me había dicho que había hecho una pequeña colecta para ella, Mientras lo pensaba, escuché el silbido del tren en la distancia y a lo lejos vi la luz del faro. Noté que Etta me estaba mirando a la cara muy fijamente. No tenía nada que decir. No podía dejar de maravillarme, pero estaba segura de que Dios no se atrevería a. decepcionar una fe como la de ella. Y de pronto un amigo nuestro, que se llamaba Trollinger, y era un cristiano muy activo, y por aquel entonces era presidente del consejo, entró corriendo en la estación, se acercó a nosotros y nos dijo estas palabras: "Estaba trabajando en mi oficina, que está a un par de calles de aquí, cuando de pronto escuché el silbido del tren y me acordé del dinero que me habían dado para Etta, y además traigo algo más, obsequio de mi esposa y yo. " "Y aquí hay otro poco," dijo otra voz. Era un amigo del Sr. Trollinger que se había encontrado con él camino de la estación. ";Viajeros al tren!", gritó el revisor, " j viajeros al tren!" "Viajeros al tren de las promesas de Dios, " le di je a Etta. "Da resultado, ¿verdad?" "Es maravilloso", --contestó ella-- "es increíble lo que puede lograr la fe. "

Y esta es la historia de alguien que se atrevió a poner la fe en acción y a actuar como si ya lo hubiera conseguido. Alguien que contó con la fidelidad de Dios.


Firmes en la fe

Hay un momento que recuerdo muy bien en mi vida en que había estado orando sin parar, o al menos así me lo pareció, y había hecho casi todo lo que sabía hacer, y sin embargo parecía como si los cielos estuviesen vacíos y el Señor fuera sordo; mis oraciones no encontraban respuesta. Había llegado a un extremo en que ya no podía hacer más. ¿Por qué no contestaba Dios? Saqué la Biblia, y mientras la hojeaba oraba fervientemente, hasta que de pronto mis ojos se fijaron en estas palabras: "Y habiendo acabado todo, estar firmes" (Efesios 6:13). Enseguida me di cuenta de la verdad; Le había estado pidiendo y pidiendo al Señor pero no había estado haciendo nada por recibir, y me dije: "Vaya, le he estado echando casi toda la culpa al Señor por no responder a mis oraciones cuando era yo quien no había estado haciendo mi parte, aunque yo pensaba que ya no tenía más que hacer. Voy a hacer lo que dice este versículo, es decir, 'habiendo acabado todo, ESTAR FIRME'." Y justo después de tomar esta decisión, se formaron en mi mente estas palabras. Aunque nunca se me habían ocurrido antes, parecía que iban saliendo del corazón, frase tras frase, hasta que cada estrofa hubo tomado forma:

"Yo lo creo, para mí hecho está,
A través de Su Hijo, Dios me lo da.
Aunque todo el infierno me atacara
Su preciosa Palabra no fallará.
Pase lo que pase, la promesa mía,
la mantendré hasta el último día.

Yo lo creo, para mí hecho está,
A través de Su Hijo Dios me lo da.
Gloria a Su Nombre, El jamás falló
Porque Jesucristo nunca cambió.
Ya me hunda o flote, viva o muera,
En El espero yo en mis pruebas.

Yo estaba convencida de que el Señor me había escuchado, de que Su palabra no podía fallar y de que lo que yo Le pedía entraba dentro de los límites de Su voluntad. De modo que empecé a alabarle y a darle gracias porque la respuesta estaba en camino. "Habiendo acabado todo" ME PLANTE FIRME esperando con ilusión que pronto me respondiera. A1 cabo de 6 horas la oración tuvo por fin su respuesta, pero no Le podía alabar más de lo que ya lo había hecho cuando tomé la decisión de "estar firme en la fe" apoyándome en Su palabra, porque estaba firmemente convencida y esperando muy entusiasmada, porque sabía que por fe ya lo había recibido, por "la convicción de lo que no se ve " Sé que está muy arraigado el deseo natural de tener alguna evidencia que nos demuestre que se nos va a conceder lo que hemos pedido, pero si tienes alguna otra prueba que no sea la palabra de Dios, eso no es fe, Si Dios lo dice, es más que suficiente. Quien anda por fe no necesita más pruebas. Veremos porque hemos creído, y NO: creeremos cuando hayamos visto. David dice en el salmo 27:13: "Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. " Como puedes ver, todavía no había visto la respuesta, pero "creyó que iba a ver "

En ese momento en que estamos "creyendo que vamos a ver" (estando firmes en la fe, pero sin ver todavía que lo hayamos recibido), es cuando viene el período de prueba. Recuerda que Daniel pasó una temporada de prueba, y que el Señor le dijo: "Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras"; sin embargo la palabra de Dios nos indica que hubo un retraso de 3 semanas antes de que Daniel recibiera la respuesta, aunque la escritura dice que fue oído desde el primer día. Esta anécdota es un consuelo para nosotros, porque en este momento podemos decirnos en nuestro corazón: "Desde el primer día que oraste, El te oyó. "

La respuesta viene,
no temas jamás.
La respuesta viene,
pronto la verás.
Cree y obedece
y sigue confiando
porque la respuesta
se está acercando.
( Phil Kerr )

En este punto me gustaría añadir un versículo más de la Biblia. Es uno de los versículos más tranquilizadores de la palabra de Dios: "Los que hemos creído entramos en el reposo. "

Tendría gracia si no fuera algo tan serio, el ver lo que le cuesta a la gente entender el sencillo principio de la fe que les puede asegurar tantas bendiciones y respuestas seguras a sus oraciones. Esta dificultad estriba quizás en su sencillez.

En innumerables ocasiones he orado con otras personas y hemos reclamado algunas promesas preciosas de Su palabra, sabiendo que todo estaba en orden y entraba dentro de los límites de Su voluntad, y que podíamos alabarle por la respuesta; pero al levantarme después de estar arrodillada, descubría asombrada que la persona con quien había estado orando no creía en absoluto, sino que sólo esperaba que de una forma u otra el Señor hubiera oído. Y una y otra vez les he dicho: "Tu deber es creer que recibes, no tienes más que creer. " Y lo repetían, pero por la expresión de sus caras yo sabía que en ese momento no creían, sino que más bien esperaban de forma bastante vaga alguna prueba futura de que Dios había oído esa oración. Y a veces meses, incluso años después, han venido a mí emocionados como niños con la cara radiante de alegría y muy animados como si hubieran descubierto algo completamente nuevo, de lo que nunca nadie les hubiera hablado. "¿Sabes? Hermana, el Señor me ha revelado algo estupendo, que no tengo más que creer que lo he recibido, como dice Marcos 11:24, 'todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá.' Ay, es maravilloso descubrir que lo único que tengo que hacer es creer. " Y un poco harta le tenía que responder: "Eso es lo que llevo dos años tratando de decirte"; y entonces me han mirado sorprendidos y me han dicho: "Ah, ¿con que eso era?"

Así que al final el espíritu de Dios tiene que iluminar los corazones para que comprendan este gran principio de fe. Pídele y El "hará todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos." (Efesios 3:20).

Eso de ESTAR FIRMES EN LA FE viene descrito en Efesios 6:13, que dice: "Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. " Y luego viene explicado con mucha precisión lo que debemos hacer cuando queremos algo del Señor, o sea, cuando queremos "obtener cosas de Dios. "

Tomemos esta armadura pieza por pieza y pongámonosla para estar preparados para salir y hacer frente al enemigo, que como es natural luchará contra nosotros a cada momento para evitar que recibamos cosas de Dios. Es un enemigo tan poderoso que no hay ninguna fuerza natural con que se puedan combatir sus ataques. Efesios 6:12 dice: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. "

Pero con esta armadura que nos da el Señor estamos perfectamente equipados para resistir los ataques más feroces.

En primer lugar vemos que dice:
"TOMAD TODA LA ARMADURA DE DIOS. " Efesios 6:13. No es necesario FABRICAR esta armadura; Dios ya lo ha hecho. Sólo tenemos que TOMARLA. La escritura dice que tenemos que tomarla para resistir "en el día malo"; es decir los días en que más nos ataque Satanás, lo cual puede suceder en cualquier momento, ya que la guerra es continua. Y luego "habiendo acabado todo, ESTAR FIRMES". Estar firmes quiere decir mantenernos en nuestro terreno, sin rendirnos ni huir. Todo esto ya lo hemos explicado más detalladamente.

"CEÑIDOS VUESTROS LOMOS CON LA VERDAD", es decir, con sinceridad. La verdad es el cinturón que ciñe y ata las vestiduras sueltas para que no le estorben al soldado cristiano cuando tiene que luchar. La sinceridad es absolutamente necesaria para estar firme en la fe, porque estamos tratando personalmente con el Señor mismo, y cualquier falsificación o subterfugio es inmediatamente desenmascarado por el espíritu de Dios.

"Y VESTIDOS CON LA CORAZA DE JUSTICIA." Está claro que el corazón debe estar limpio para recibir cosas de Dios; cualquier pecado sin confesar supondrá un obstáculo para la fe. Cualquier cosa que no hayas sometido a Dios surgirá ante ti y te acusará en un momento de prueba. No dejes que esto te desanime, porque Dios no pide perfección. El sólo pide que pongamos nuestra voluntad de Su parte y que nos esforcemos de todo corazón lo mejor que podamos. Aquí es donde muchos tropiezan ¡ dicen: "Ah, yo no soy lo suficientemente bueno. Puede que otros sean dignos, pero yo no. " Y sin embargo en sus corazones tienen un profundo deseo de obrar el bien y un gran anhelo de agradar al Señor. Lo único que El pide es una sumisión perfecta, una entrega total, y que hayas entregado todo en Su altar; entonces El hará todo lo demás.

"Y CALZADOS LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ" . Esto se refiere al calzado que empleaban los soldados de aquella época, y es un símbolo de estar preparado y dispuesto para la marcha. El soldado cristiano debe estar preparado en todo momento para hacer y sufrir todo lo que Dios quiera.

"SOBRE TODO, TOMAD EL ESCUDO DE LA FE, CON QUE PODAIS APAGAR TODOS LOS DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO." La palabra de Dios dice: "Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve. " Hebreos 11:1. La fe es una actitud del corazón con la que llamas a las cosas que no son como si fuesen, tal como dice la Palabra de Dios en Romanos 4:17: "Dios, el cual da vida a los muertos, y llama a las cosas que no son, como si fuesen. " Si le pedimos a Dios que nos deje ver antes de creer, eso no es fe, sino incredulidad. Puede que esto te suene extraño, pero sabemos que no hay un solo negocio en el mundo que no se base en este mismo principio de fe. Pero la actitud del hombre natural hacia Dios es que, aunque acepta la palabra del hombre, se niega a creer en Dios de la misma manera . "Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual", "el hombre natural está enemistado con Dios. " ¿Por qué será que si un hombre nos hace una promesa, le damos las gracias en el momento en que nos la hace, cuando todavía no tenemos la menor evidencia de que la va a cumplir, y sin embargo no estamos dispuestos a darle gracias a Dios por Su promesa antes de ver la respuesta. A esto se le ha llamado la estima de la fe. Es navegar a ciegas guiados por la palabra de Dios. Una gran autoridad bíblica lo describe de maravilla con la ilustración del marinero que se orienta de día cuando hace sol y todo va bien. Luego, cuando viene una tormenta por la noche y ya no puede guiarse por la vista, no puede volver a tomar su posición, navega lo que se llama "por estima", basándose únicamente en la estima que hizo cuando había sol. Cuando uno quiere recibir algo de Dios está en el mismo caso: toma una promesa de Su palabra, se apoya en ella y a partir de ese momento se guía por ella exclusivamente, sin importar lo que pueda suceder después de que ha reivindicado esa promesa, y aunque quizás no vea más allá de sus narices, sigue navegando a ciegas y dice: "Ahí atrás reclamé esa promesa del Señor y sigo aferrado a ella, aunque navegue en la más completa oscuridad. " Entonces, como dice Romanos 4:21, estaremos "plenamente convencidos de que es también poderoso para hacer todo lo que ha prometido." Entonces no miramos las olas, la niebla ni la tempestad --las circunstancias que nos rodean--, sino que simplemente mantenemos los ojos en la promesa de las escrituras, como alguien ha dicho y con razón: "Por cada mirada a tus problemas hecha cien miradas a las promesas de Dios " A veces esto parecerá ridículo, tanto para ti como para los demás, pero te puedes permitir hacer el ridículo al defender la palabra de Dios, porque sólo Le honramos cuando creemos Su palabra por encima de todas las sensaciones, circunstancias y condiciones que nos rodean,

La fe no es algo grandioso, un sentimiento glorioso o una sensación maravillosa como muchos piensan, sino que es simplemente TOMAR AL PIE DE LA LETRA LA PALABRA DE DIOS. La fe dice amén a todo lo que Dios dice. La fe es depender por completo de la veracidad de otro. Si le dices a un hambre que no tienes fe en él, entonces no puedes hacer negocios con él. Del mismo modo la palabra de Dios dice: "Sin fe es imposible agradar a Dios." Los momentos difíciles se producen por la pérdida de confianza por parte de los hombres, por eso hay "momentos difíciles" en la vida de fe, cuando se pierde la más mínima confianza en la palabra de Dios. La escritura dice en Hebreos 11:1: "Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve. " Del mismo modo que tu mano física se extiende para tomar las cosas, la fe es la mano espiritual que se extiende y agarra las promesas de Dios y se apropia de ellas.

Dios nos ha dado cinco sentidos: tacto, visión, oído, gusto y olfato. Cuando probamos algo dulce tenemos la seguridad de que es dulce porque el gusto nos lo ha demostrado. Digan lo que digan los demás, nosotros SABEMOS que es dulce porque hemos hecho la prueba. Esto mismo lo podemos aplicar a los otros sentidos. En la vida espiritual Dios nos da fe como prueba de las cosas espirituales, del mismo modo que los cinco sentidos nos manifiestan las cosas materiales. Si aceptamos lo que nos dicen nuestros cinco sentidos, ¿por qué no aceptamos la fe como evidencia? Ella hará que se cumpla y se haga realidad para nosotros todo lo que aceptamos por fe. Mateo 8:13 dice: "Como creíste, te sea hecho. " Del mismo modo que el gusto nos demostró que lo que probamos era dulce, también la fe nos demuestra que tenemos lo que hemos pedido. La fe no es algo incierto, sino que es un principio válido en el mundo espiritual y tan seguro como la fuerza invisible que opera en el mundo material. En el mundo social, es decir, en el ámbito humano, la fe es un principio que une las familias y cimenta las amistades. Entre los hombres, es la piedra angular de las transacciones comerciales y la confianza en los negocios. ¿Por qué habría de resultar extraño aplicar este principio al dominio espiritual? Porque del mismo modo que una fuerza de atracción invisible mantiene unido al mundo material, y del mismo modo que se mantiene unido el mundo social y financiero, así también hay una ley invisible de la fe que sostiene y mantiene unido el mundo espiritual. Es la fuerza más poderosa del mundo espiritual, la fuerza activa y creadora que produce efectos y hace que sucedan cosas. A pesar de que la fe en las promesas de Dios no entra dentro del dominio de lo natural, no por ello deja de ser una verdadera fuerza activa del universo.

La fe es práctica. La ley de la fe es tan real como cualquier otra ley de Dios. Y por eso Dios dice: "El justo por su fe andará"; "sin fe es imposible agradar a Dios"; "esta es la victoria que ha vencido mundo, vuestra fe" . Y luego da una definición muy clara y sencilla de lo que es la fe: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. " Pero ahora, sigamos poniéndonos el resto de la armadura.

"Y TOMAD EL YELMO DE LA SALVACIÓN. " La cabeza era una de las partes que el soldado más tenía que proteger, ya que en ella podía recibir heridas mortales, y además es la que dirige el resto del cuerpo. La mente reside en la cabeza, y cuando se aferra a la garantía de vida eterna que nos da el evangelio, no aceptará doctrinas erróneas, ni cederá cuando Satanás nos tiente para desesperarnos. El yelmo está unido por debajo al escudo de la fe, que es su acompañante inseparable.

"Y LA ESPADA DEL ESPIRITU, QUE ES LA PALABRA DE DIOS. " Es completamente imprescindible, que cuando le pedimos algo a Dios, nos basemos en la autoridad de Su palabra. Debemos aferrarnos a Sus promesas, no sólo memorizándolas, sino metiéndolas en lo más profundo de nuestro corazón, hasta que lleguen a formar parte de nuestro ser. Primero tenemos que descubrir la autoridad de la palabra de Dios, y entonces la fe vendrá por sí sola. La palabra de Dios dice: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. " Nunca podrás tener fe para nada si no estás seguro de que Dios te ha concedido autoridad para pedirlo. Si realmente crees que la escritura quiere decir "todo lo que pidiereis", entonces tendrás fe para "todo". Por mucho que se intente nunca se podrá recalcar lo bastante lo importante que es memorizar algunas de las promesas más notables. A continuación te vamos a dar algunas que han sido el recurso de muchos guerreros de la fe durante años: Marcos 11:24: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá"; Marcos 9:23: "Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible"; 1 Juan 5:14: "Y esta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, El nos oye"; 1 Juan 5: 15: "y si sabemos que El nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hayamos hecho"; Jeremías 33:3: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. "

Quizás no puedas memorizar muchas promesas, pero incluso una o dos fortalecerán tanto tu fe en la hora de la necesidad, que te preguntarás cómo te las podías arreglar antes sin ellas.

Ocho consejos prácticos

Creo que te será de utilidad que lo resumamos todo brevemente en los siguientes pasos:

1°. UNA ENTREGA al Señor completa y sin condiciones; pon en el altar toda tu vida, tu pasado y tu futuro; tu corazón y tu mente; tu voluntad y tus sentimientos; tus esperanzas y deseos; tus planes y ambiciones, es decir, TODO.

2°. ESTUDIA la Palabra de Dios para edificar tu fe, leyendo promesa tras promesa hasta que formen parte de tu corazón.

3°. MEMORIZA por lo menos una promesa y conócela a fondo ( si es posible tres o cuatro) .

4°. REIVINDICA la promesa del Señor. Muéstrasela y dile: "Esta es Tu palabra, en la que Tú me has hecho esperar".

5°. CIERRA el trato con Dios. Haz que la operación sea definitiva, y firma con tu nombre en la línea de puntos. Porque la verdad es que debes darlo por hecho.

6º. CUENTA con ello; acabas de cerrar el trato. Ya no tienes que volver atrás, como no sea para señalar el momento en el que hiciste la transacción, diciendo: "Fue en ese momento cuando me arriesgué y di el paso de fe." Ahora, "habiendo acabado todo, estoy firme. "

7°. AFÍRMATE ahora en la promesa que has escogido. AFÍRMATE en la Palabra de Dios.
RESISTE, a pesar de todos los ataques del enemigo. RESISTE EN TU TERRENO aunque las dudas y temores traten de hacerte retroceder. RESISTE, diciendo: "Creo en la Palabra de Dios por encima de todo lo demás; yo creo, aunque cada uno de mis sentidos diga lo contrario."

"Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, para que seas justificado en Tus palabras." Romanos 3:4.

8°. ALÁBALE. Dale gracias ahora por la respuesta y alábale por Su fidelidad. El paquete todavía no ha llegado a tu puerta, pero tú ya le has hecho el pedido a través del teléfono real, y tu corazón está tranquilo y confiado en Su promesa mientras esperas que suene el timbre. Empezamos con oración y terminamos con alabanza. "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." 1 Corintios 10:13.


Aventuras de fe

Para terminar esta pequeña charla, me gustaría pedirte que emprendieras algunas aventuras de fe. En el mundo hay muchos aventureros. Han invertido fortunas considerables en hacer exploraciones. Muchos han arriesgado sus vidas e incluso las han perdido al intentar descubrir nuevos territorios.

¿No podríamos nosotros, como cristianos, lanzarnos a la aventura con las promesas de Dios para conquistar nuevos dominios de fe y bendiciones? ¿No somos capaces de arriesgarnos para escalar y llegar más alto? ¿Tan cobardes somos, tan faltos de valor que no somos capaces de lanzarnos pisando sobre las promesas de Dios y jugándonos todo lo que tenemos a Su fidelidad? No importa que Pedro se hundiera por un momento entre las olas; por lo menos tuvo el valor de "arriesgarse a salir". ¿Nos quedaremos siempre dentro de los mismos límites? Si no nos arriesgamos y ponemos a prueba Su Palabra nunca sabremos lo que quiere decir con eso de "cosas grandes y ocultas" que menciona en Jeremías 33:3. "Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Su palabra dice que El te llevará 'al lugar espacioso'. Te "mostrará una cosa nueva." ¿Cómo vas a saber si tienes poca o mucha fe si no pones a prueba Sus promesas y corres aventuras con la fe? Algún día se te presentará una emergencia y sólo Dios te podrá ayudar, y vas a necesitar mucha fe. Tendrás que saber cómo aprovechar esas promesas para tu apremiante necesidad. Luego tendrás una oportunidad maravillosa para bendecir y servir a los demás, al ver cómo se cumple la palabra de Dios en sus vidas. Las posibilidades de la fe son ilimitadas. Que nadie se atreva al limitar nuestra fe. Sólo hemos tocado el borde exterior de lo que Dios tiene reservado para nosotros. Jesús dijo: "Yo he venido para que tengáis vida, y para que la tengáis en abundancia." La vida de fe es verdaderamente una vida de abundancia. Las promesas de Dios son tan numerosas y abarcan tantas cosas, que hay una promesa para cada necesidad. Hay cientos de promesas en la palabra de Dios: promesas abundantes que no fallan; promesas preciosas y grandísimas que son inagotables... "Arroyos que nunca se secan".

¿Quieres regalos? ¿O
prefieres al que los da?

¿Prefieres tener una bendición que al que te la da? ¿Prefieres un regalo al que te lo da? Parece imposible que haya alguien que prefiera tener las bendiciones que le da el Señor que al Señor mismo, que alguien busque Sus regalos sin querer conocer al que se los ha hecho; y sin embargo, a veces sucede así. Con las personas que no quieren entregarla todo, lo cual es indispensable para ponerse en contacto con Cristo Mismo. Leen libros sobre Sus bendiciones y promesas, y les piden a otros que oren por ellos y asisten a toda clase de reuniones, pero lo que NO hacen es estar a solas con E1 en oración y pasar tiempo delante de El con el corazón abierto hasta que E1 tenga una oportunidad de tratar directamente el asunto. No quieren tener RELACIONES MUY DIRECTAS con E1, porque les podría mirar directamente a la cara y hablarles de algunas cuestiones que ellos preferirían dejar de lado. No quieren tener TRATO PERSONAL con E1 porque a la luz de Su presencia se podrían revelar algunas cosas para las cuales no están preparados. No buscan un CONTACTO PERSONAL porque ahora mismo no están preparados para pagar el precio que exige siempre un contacto personal. No; es mejor seguir de lejos, piensan ellos. Es mejor tratar de conseguir la bendición de otra manera que acercarse demasiado a la clara y brillante luz de Su Presencia.

Les costaría demasiado: tendrían que hacer un examen de conciencia para el que no están preparados. Más nos vale no extender la mano y TOCARLE, como hizo aquella mujer que tocó el borde de Su manto, porque seguramente E1 se daría la vuelta preguntando: "¿Quién es el que me ha tocado?" Y entonces habría una conversación que seguramente sacaría a la luz algunas cosas que es mejor que estén ocultas en las sombras, y fuera del dominio público, No; es mejor no intentar tocarle, porque eso supondría una entrega incondicional, una lealtad indivisible, un profundo examen de conciencia. Es mejor dejar al corazón fuera de la cuestión y sólo creer con la cabeza en vez de con el corazón. Así razona, quizás inconscientemente, el que quiere tener la bendición sin E1 que la da y el regalo sin El que lo hace. Pero creyendo con la cabeza no obtendrás la bendición, y es imposible tener el regalo sin El que lo da, porque CRISTO MISMO es el cumplimiento de toda promesa, la solución a todo problema y para cada necesidad. Separado de EL nada podrás hacer. Tienes que ponerte en contacto personal con E1. Tienes que tener un trato personal con Cristo Mismo. TIENES QUE ACERCARTE A JESUS; ¡porque NO puedes tener un regalo sin E1 que lo hace, ni una bendición sin E1 que las da! A1 fin y al cabo es la manera más rápida y sencilla: entras directamente en la luz radiante de Su presencia, derribas todos los obstáculos y subterfugios, y te entregas por completo. Si tratas de entrar por una ventana para robar los almacenes del Cielo eres ladrón y salteador. No puedes forzar las cerraduras del tesoro de Dios. Tienes que entrar por la puerta. Cristo Mismo es la Puerta. ESTA es la bendición suprema, el beneficio más grande de la vida de fe, la recompensa más alta, que te hace tener un contacto personal con el Señor Mismo y te lleva directamente hasta la presencia del mismo Rey de Reyes, que es Quien da todas las bendiciones. Eso vale más que todos los regalos. Este contacto personal es muchísimo mejor que todas las bendiciones, porque no sólo solucionas tus necesidades materiales, sino también las espirituales, y da inmediatamente al alma nuevas perspectivas de gloria, nuevos logros y visiones de riquezas en Cristo Jesús que nunca soñaste. A ti que estás buscando una bendición, y quieres "recibir cosas de Dios", te voy a dar este versículo para terminar. Espero que se quede profundamente grabado en tu corazón, y oro fervientemente para que se cumpla en tu vida: "Deléitate EN EL SEÑOR, y E1 te concederá las peticiones de tu corazón". Ojalá Dios revelara a cada uno AHORA que Cristo Mismo, que Jesús es la necesidad más grande de nuestra vida, y la única Fuente, por encima de todas las demás cosas que son secundarias. Revélanos, oh Señor, que no podemos disfrutar de las bendiciones sin E1 que las da; de la victoria sin el Victorioso; de la luz sin el Sol de Justicia; de la fragancia sin la Rosa de Sarón; de la santidad sin E1 que es Santo; de la curación sin E1 que cura; y de vida en abundancia sin E1 que la da... ¡porque Jesús es TODO y está EN TODO, y es la Fuente y el Arroyo que nunca se seca!

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