miércoles, 26 de mayo de 2010

REVISTA CONECTATE 115 de Mayo de 2010. Tema: Resiliencia y Amor


La vida está plagada de problemas: enfermedades, accidentes, aprietos económicos, conflictos familiares, seres queridos que se van… La lista, mejor dicho, es interminable. En esas circunstancias nos asalta la duda: «¿No será todo esto una colosal equivocación? Si Dios realmente es amor, como señala la Biblia en 1 Juan 4:8, y si Él realmente se desvela por nosotros como un padre por sus hijos -tal como consta en varios pasajes de la Escritura-, ¿por qué tanto sufrimiento, tantas dificultades?» Lo primero que hay que comprender es que Dios no tiene la culpa; la causa son las malas decisiones tomadas por nosotros o por otras personas. Si bien Dios no es el causante de nuestras aflicciones, Él permite que nos sobrevengan. Los motivos que tiene para ello son tan diversos como los problemas mismos. A veces se sirve de situaciones de apuro para recordarnos que somos incapaces de hallar la salida y así llevarnos a recurrir a Él. Otras veces permite que nos enfrentemos a dificultades para demostrarnos cuánto nos ama ofreciéndonos una solución providencial. A veces esas cosas ocurren para poner a prueba y fortalecer nuestra fe. Otras, para motivarnos a orar con mayor fervor. A veces acontecen para enseñarnos a ser pacientes y a adoptar una actitud positiva ante los infortunios. Otras, para bajarnos los humos. A veces los sufrimientos nos hacen más prudentes, más precavidos. Otras nos hacen más agradecidos por todo lo bueno que disfrutamos y las pocas desgracias que nos ocurren. A veces nos ayudan a empatizar con las personas que se encuentran en situación similar. En resumidas cuentas, que hay un sinfín de buenas razones por las que tenemos dificultades. Sean cuales sean, Dios siempre quiere que las adversidades redunden en nuestro bien. «Todo contribuye al bien de los que aman a Dios» (Romanos 8:28 (Biblia Didáctica)). Claro que la rapidez y la eficacia con que se cumpla Su buen propósito dependen en buena medida de la cooperación que le prestemos. En este número de Conéctate te explicaremos cómo puedes poner tus recursos espirituales al servicio del Señor y colaborar con Él, a fin de que Él pueda concederte lo mejor que te tiene reservado, aun cuando la situación parezca terriblemente desalentadora.
GabrielEn nombre de Conéctate

No hay comentarios:

Publicar un comentario